Rusia: el primer caso contra el “extremismo LGTB”

Alexander Klimov. Foto: Orenday

Por Dmitrii Shvets


Vyacheslav Khasanov abrió el primer bar Pose en Ufa (Bashkortostán) a mediados de 2020, y un año más tarde se inauguró otro con el mismo nombre en Oremburgo. Ambos se posicionaron no como clubs gays, sino como establecimientos con espectáculos teatrales de drags.

A pesar del contexto cada vez más conservador, los locales se las arreglaron para funcionar con relativa tranquilidad durante algún tiempo, incluso después de que comenzara la guerra a gran escala en Ucrania. Si las fuerzas de seguridad mostraron algún interés por ellos, fue sólo de manera general: controlando las licencias de alcohol.

Sin embargo, los conservadores locales se mostraron descontentos desde el principio. Seis meses después de que Pose abriera en Ufa, bash.news, una publicación lanzada por el gobierno local, publicó una queja de “ciudadanos preocupados de la ciudad, inquietos por un club nocturno subterráneo” y su “temática LGBT”. El asunto no fue más allá en aquel momento, pero en septiembre de 2023, uno de los residentes que vivía cerca del club de Ufa se enfureció por la cola que había para entrar en el bar: como recuerdan sus clientes, mucha gente acudió a un concierto de la extravagante diva Albina Sexova. Las comunidades locales en línea compartieron fotos de esta cola, con menciones de quejas dirigidas al jefe de la república, Radiy Khabirov, antiguo operador político del Kremlin.

Los medios locales publicaron artículos con titulares como “Residentes de Ufa indignados por la cola de gays y travestis en un club nocturno” y citaban una de las quejas: “Compramos pisos en un edificio de clase ejecutiva, con la esperanza de paz y desarrollo, pero tenemos que vivir con el temor de que nuestro hijo vea esta pesadilla. Todas las noches del fin de semana no podemos dormir, pero vemos y escuchamos horrorizados lo que ocurre, peleas constantes, gritos, conversaciones entre borrachos, saltos sobre nuestros coches y daños a nuestra propiedad. ¿Desde cuándo se permiten estos desmanes en Rusia?”. En noviembre, el club tuvo que cerrar, según nuestras informaciones, debido a las amenazas.

Como era de esperar, el establecimiento de Oremburgo también indignó al público conservador. Los medios de comunicación orensanos compartían este descontento. De hecho, en el verano de 2022, reporteros de la publicación local Orenday acudieron de incógnito al establecimiento y redactaron un reportaje crítico en el que destacaban, por ejemplo, que la dirección del local no aparecía en Internet y que había que ponerse en contacto con el personal a través de una aplicación de mensajería. “Una hora después, empezó a aparecer gente, lo que nos incomodó por su libertinaje y extravagancia. Por supuesto, no comprobamos las identificaciones, pero algunos no parecían mayores de dieciséis años”, describieron sus impresiones los periodistas.

Hasta el 1 de marzo de 2024, a pesar del aumento de las redadas de las fuerzas de seguridad, los eventos cerrados no violaban la legislación rusa. Pero a principios de esta primavera, el Ministerio de Justicia añadió el (inexistente) “movimiento internacional LGBT” a la lista de organizaciones extremistas. Los activistas de derechos humanos empezaron inmediatamente a decir que se abrirían causas penales, y tenían razón.

La redada

Nuestras fuentes, que frecuentaban Pose en Oremburgo, afirman que las fuerzas de seguridad fueron vistas regularmente cerca del club desde principios de marzo, es decir, inmediatamente después de que el Ministerio de Justicia actualizara su lista. Sin embargo, la primera vez que acudieron, simplemente se quedaron cerca toda la noche.

Una semana después, la noche del 9 de marzo, comenzó una redada. La llevaron a cabo el Ministerio del Interior (la policía) y la Guardia Nacional (Rosgvardia) junto con la Comunidad Rusa de Oremburgo (ROO), una organización que hasta entonces no había llamado mucho la atención.

Comunidad Rusa de Oremburgo

Nuestras fuentes de Oremburgo no recuerdan ninguna otra acción especialmente memorable de esta organización. Sus redes sociales subrayan que “no es una secta de nacionalistas”, sino una asociación que aboga “por una Rusia fuerte y por la prosperidad de todos los pueblos autóctonos”.

“Ayudamos al frente, ayudamos a las Iglesias, ayudamos a familias numerosas, mujeres embarazadas, huérfanos e indigentes, celebramos actos patrióticos para niños, organizamos limpiezas voluntarias, plantamos árboles y restauramos monumentos a nuestros antepasados. Aprendemos medicina táctica, defensa personal y manejo de armas para proteger a la patria, la familia y los seres queridos en tiempos de necesidad”, reza la descripción de la organización.

Los miembros de la comunidad informan con orgullo de que realizan patrullas conjuntas con cosacos en Oremburgo.

Según los clientes habituales de Pose, unos minutos antes de que comenzara la redada un guardia de seguridad arrebató por la fuerza varias pulseras de entrada a una hostess y se las dio a unos jóvenes menores de edad que estaban en la puerta del lugar y a los que el personal no tenía intención de dejar entrar. Después, sobre la 1:30 de la madrugada, las fuerzas de seguridad irrumpieron en el club.

ROO fue el primero en publicar un video de la redada el 9 de marzo. Un hombre de paisano en el escenario habla por un micrófono: “Se está llevando a cabo una operación especial del FSB y el Ministerio del Interior. No hay necesidad de provocar a nadie”. Luego pide “a los menores de dieciocho años que suban solos al escenario, que se porten bien”. La abreviatura FSB aparece silenciada en el vídeo, probablemente porque el servicio de seguridad no tenía nada que ver con la redada y ROO simplemente decidió utilizar el nombre de alto perfil.

A juzgar por el video, algunas personas estaban tendidas en el suelo, mientras que otras estaban repartidas por la sala. Uno de los testigos presenciales del incidente recuerda que las fuerzas de seguridad golpearon a los clientes y al personal con sus botas y dispositivos de descarga eléctrica. Obligaron a los asistentes a declarar ante la cámara sus datos personales y su dirección, y luego estos videos fueron publicados en comunidades locales en línea, probablemente por empleados del Ministerio del Interior o miembros de la Comunidad Rusa. Más tarde, el Ministerio del Interior de la región de Oremburgo publicó también algunas de las imágenes, que ya estaban colgadas en Internet, pero en ellas las caras de los clientes aparecen borrosas y no se menciona a ROO.

Un visitante habitual del bar declaró a Mediazona que se enteró por testigos presenciales de que los clientes fueron llevados a una sala aparte y obligados a escribir declaraciones sobre “propaganda LGBT”, y los que se negaron fueron amenazados con descargas eléctricas. Según él, el DJ fue golpeado en pleno escenario.

Diana Kamilyanova. Foto: Ural56.ru Telegram channel

Tres empleados, entre ellos la gerente Diana Kamilyanova y el director artístico Alexander Klimov, no fueron puestos en libertad por la policía hasta el mediodía del día siguiente, y en ese momento también se llevaron a cabo registros en sus domicilios.

Tras los registros, Klimov y Kamilyanova fueron puestos en libertad, pero se les prohibió verbalmente salir de Oremburgo sin un documento oficial por escrito, explica a Mediazona uno de los habituales del club. Según él, en aquel momento no se habló de una causa penal, pero una semana después, el 18 de marzo, varios empleados fueron citados por el fiscal, supuestamente para devolverles los teléfonos confiscados. Llegaron y acabaron siendo interrogados en una causa penal.

El caso penal

El 18 de marzo por la noche, Ekaterina Mizulina, directora de la Liga para la Seguridad en Internet, una organización paraestatal de intimidación, anunció que se trataba del primer caso de acusación contra una organización extremista LGBT por la organización de sus actividades. Dos días después, el Tribunal del Distrito Central de Oremburgo, en sesión a puerta cerrada, envió a los dos empleados de Pose a prisión preventiva. En un comunicado de prensa del tribunal se afirmaba que los sospechosos en el caso eran “personas con orientación sexual no tradicional” que “apoyan las opiniones y actividades de la asociación pública internacional LGBT prohibida en nuestro país, trabajaban en el bar Pose y garantizaban su funcionamiento”.

Al gerente se le acusa de contratar personal, controlar la calidad del servicio, aprobar los programas de los eventos y garantizar la filmación de espectáculos que “promovían las relaciones sexuales no tradicionales.” El director artístico habría “seleccionado a artistas drag, mantenido reuniones con ellos y promovido las relaciones sexuales no tradicionales entre los clientes del bar y en la aplicación móvil Telegram.”

Cuando se le preguntó sobre la divulgación de los nombres de los sospechosos, un funcionario de prensa del tribunal dijo a Mediazonath que el comunicado de prensa “no enumera los apellidos” y que “esta información está tomada de la acusación, lo que significa que dieron ese testimonio cuando fueron interrogados”. Efectivamente, el comunicado del tribunal no contiene los apellidos, pero los nombres y apellidos de ambos detenidos, junto con sus fotografías, fueron publicados por los medios de comunicación locales. Una semana después, Vyacheslav Khasanov fue detenido. En su caso, el servicio de prensa del tribunal no dio más detalles sobre lo que supuestamente hacía, según la investigación: era el propietario del bar.

Las tres detenciones se produjeron en vistas a puerta cerrada, y los abogados de los sospechosos se han negado hasta ahora a hacer comentarios sobre el caso a la prensa. Como señalan activistas de derechos humanos en conversaciones con Mediazona, esa cautela puede estar relacionada con el caso de participación en una organización extremista que se ha abierto contra los abogados de Alexei Navalny, aunque éstos se dedicaban a sus actividades profesionales habituales.

Perspectivas

Muchas personas corren el riesgo de ser perseguidas penalmente, según los abogados del proyecto de derechos humanos Net Freedoms, especializados en la defensa de casos de extremismo. “Cualquier activismo, aunque sólo sea mencionar LGBT, puede servir de base para la persecución. Esto significa no sólo recaudar fondos, sino también organizar actos, debates, publicar declaraciones aprobatorias sobre el tema, que los expertos o los fiscales consideren que normalizan una cultura LGBT que les parece anormal”, advierte uno de los abogados, que pidió no ser citado.

Una abogada del Centro Memorial de Derechos Humanos, que también pidió el anonimato, coincide con su colega. Añade que en el momento en que el “movimiento LGBT” fue incluido en la lista del Ministerio de Justicia, los activistas ya comprendían perfectamente que estaban gravemente amenazados y, por tanto, interrumpieron su labor pública. “Es mucho más fácil hacer una redada en un club que en el apartamento de una persona concreta, aunque se sepa que es activista y colabora con alguien. Es más fácil atrapar a la gente en el momento”, afirma, y explica por qué el primer caso de este tipo está relacionado específicamente con el bar Pose.

El abogado de Net Freedoms cree que el caso de Oremburgo marcará un hito, pero a la hora de especular sobre cómo seguirán persiguiendo las fuerzas de seguridad por “extremismo LGBT”, sugiere prestar atención a dos grupos de casos. En primer lugar, están los Testigos de Jehová, reconocidos como organización extremista en Rusia hace años. Según él, es aquí donde las fuerzas de seguridad han desarrollado una mayor experiencia: los creyentes ya han sido condenados a más de 450 penas, con encarcelamiento en 157 casos.

En segundo lugar, está la AUE, una subcultura vagamente criminal que idealiza el modo de vida carcelario, que también fue reconocida como movimiento extremista en Rusia. El abogado sugiere estudiar la práctica establecida en los casos de AUE, donde los cargos típicos son los siguientes: “Participar en la propaganda de la ideología vory, organizar la recogida de los obshchak (sobornos: nota de la redacción), seguir participando en sus actividades, manifestar adhesión a las normas y promoción de fundaciones”.

“Basta con tomar las citas de los autos de procesamiento y las sentencias: el investigador sustituye ‘penitenciario’ por ‘entretenimiento’, ‘criminal’ por ‘sexual’… y el auto de procesamiento está hecho”, así predice la fuente de Mediazona el contenido de los futuros casos penales sobre “extremismo LGBT”.

El abogado de Memorial establece otro paralelismo: con la represión contra los partidarios de Alexei Navalny. “Primero fue la persecución de los antiguos coordinadores (de las oficinas regionales de la Fundación Anticorrupción) que no se marcharon, luego de los abogados de Navalny, y después se extendió a los que no ocupaban puestos tan altos. Creo que todo esto tiene como objetivo principal conseguir que las personas que de alguna manera están implicadas en la organización de actos relacionados con el colectivo LGBT pongan fin a sus actividades o abandonen el país. En principio, este objetivo se está consiguiendo: un gran número de activistas se han marchado”, afirma.

Aún es difícil predecir el número de casos de este tipo, así como por qué la gente del bar de Oremburgo tuvo la mala suerte de ser la primera en ser detenida. Quizá las fuerzas de seguridad locales o activistas ultraconservadores mostraron un celo especial. El abogado de Net Freedoms sugiere que en el futuro pueden surgir casos como reacción a acontecimientos fuera de Rusia.

“En verano, la televisión rusa empezará inevitablemente a hablar de los desfiles del orgullo, lo que provocará un cierto aumento de la popularidad del tema, desencadenando naturalmente a ciudadanos activos que están presentes en todas las regiones y llevan una lista de extremistas en sus cuadernos. Empezarán a enviar denuncias. Y una vez recibida la señal, las fuerzas del orden se verán obligadas a reaccionar”, opina.


Esta obra está bajo licencia CC BY-SA 4.0

Aquí puedes leer el reportaje original en inglés bajo el título Russia’s pioneering “LGBT extremism” case. In Orenburg, Pose bar raid and criminal case set precedent for future repression

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