En los últimos meses, diversos operativos en Malawi, Guinea-Bissau, Mozambique y Kenia han confirmado la presencia de ciudadanos mexicanos vinculados a organizaciones criminales, principalmente al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), que buscan consolidar a África como plataforma estratégica para la producción y distribución de drogas hacia Europa, Medio Oriente y el propio mercado africano.
Los casos revelan un patrón común: ciudadanos mexicanos en tierra africana, trabajando directamente en transporte, producción o coordinación. No se trata ya de meros cargamentos enviados desde América Latina; la estrategia ahora busca “plantar bandera” en un continente donde la corrupción, las fronteras porosas y la cercanía con Europa ofrecen ventajas logísticas insuperables.
África no solo es un trampolín: también está emergiendo como mercado propio de consumo de metanfetaminas y cocaína. Y ahí radica uno de los mayores riesgos: que los laboratorios mexicanos en alianza con mafias locales no solo abastezcan a Europa, sino que alimenten una epidemia de drogas sintéticas en el continente africano.
Las detenciones recientes son una señal de alerta, pero también una muestra de que los cárteles mexicanos han comenzado a exportar no solo cargamentos, sino personas, métodos y ambiciones. Los nombres de los mexicanos arrestados empiezan a aparecer en comunicados de las fuerzas de seguridad africanas. Y eso confirma que la guerra del narco, antes contenida en el continente americano, ya se libra también en suelo africano.
Los emisarios del narco mexicano en África: cuatro historias de captura

El vuelo de Malawi
El sol caía sobre la pista del aeropuerto Kamuzu, en Lilongwe, cuando un grupo de seis pasajeros descendió de un vuelo procedente de Addis Abeba, la capital de Etiopía. No parecían distintos de los demás viajeros, pero agentes de la policía de Malawi ya los esperaban. Horas antes habían recibido una alerta por parte de autoridades estadounidenses: el grupo estaría vinculado a un cártel mexicano. Uno a uno fueron esposados frente a la mirada atónita de los demás pasajeros. Afuera, otro hombre, igualmente identificado como mexicano, esperaba en un vehículo. También cayó en la redada.
El operativo, ocurrido en mayo pasado, fue confirmado por APA News (Agencia de Prensa Africana), que reportó la detención de siete presuntos narcotraficantes ligados a un cártel de México en la capital malawiana. Las autoridades no dieron a conocer todos los nombres, pero sí confirmaron que portaban pasaportes mexicanos y que buscaban organizar operaciones en el sur del continente.
“Esas personas tienen vínculos con un cartel mexicano de la droga. Estamos muy agradecidos con el Gobierno de Estados Unidos por el éxito de esta misión de seguridad”, declaró el ministro de Seguridad Interior de Malawi, Ezequiel Ching’oma, a la agencia de prensa con sede en Dakar, la capital de Senegal.
La ruta de Guinea-Bissau
En Guinea-Bissau, a unos cinco mil kilómetros de distancia de Malawi, otro episodio ocurrido el año anterior dejó claro que el crimen organizado mexicano ya se movía por África con soltura. En el aeropuerto internacional Osvaldo Vieira de Guinea-Bissau, un avión que despegó de Venezuela aterrizó cargado con 2.63 toneladas de cocaína contenidas en 78 pacas transportadas en la cabina de pasajeros. La tripulación estaba integrada por cinco personas, entre ellas dos mexicanos (además de un ecuatoriano, un colombiano y un brasileño).
La policía local incautó el cargamento en el aeropuerto de Bissau y detuvo a los implicados.
El operativo fue posible gracias a la colaboración entre la Drug Enforcement Agency (DEA), la Policía Judicial de Portugal y de Guinea-Bissau, la Fuerza Aérea de Colombia, INTERPOL, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) y el Centro de Análisis y Operaciones Marítimas en materia de Narcotráfico (MAOC-N), una organización internacional antidrogas con sede en Lisboa, Portugal.
Según un despacho de Reuters del 9 de septiembre de 2024, el hallazgo mostró la fragilidad institucional de un país conocido por ser un “narcoestado” en potencia, y evidenció la participación directa de mexicanos en la logística transatlántica del negocio. El cargamento tenía como destino final Europa, pero su escala en África ya no era solo estratégica: era operativa.

El laboratorio en Mozambique
En Mozambique, la historia tuvo un giro inquietante. En junio de 2024, la policía irrumpió en una instalación clandestina en la localidad de Moamba, a las afueras de la capital Maputo. Lo que encontraron no fue un simple punto de almacenamiento, sino un laboratorio completo de drogas sintéticas. Entre los detenidos había mexicanos y nigerianos, trabajando codo a codo.
De acuerdo con una nota del portal regional AllAfrica, fechada el 28 de junio de 2024, en ese lugar se procesaban metanfetaminas con precursores químicos traídos desde Asia. El producto se preparaba para salir hacia Europa y Sudáfrica, mientras parte se distribuía en el mercado local. Por primera vez, autoridades africanas hablaban abiertamente de una colaboración técnica mexicana en la producción, señal de que los cárteles buscan trasladar no solo las rutas, sino también el conocimiento y la infraestructura.
La Oficina Central para el Combate contra el Crimen Organizado y Trasnacional de Mozambique informó que los detenidos pertenecían a una red que traficaba drogas a través del aeropuerto internacional de Maputo. El ingreso de los mexicanos y otros traficantes extranjeros había sido permitida por criminales nigerianos y funcionarios responsables de administrar los visados en Mozambique.
El sitio Zitamar.com también confirmó el operativo, junto con otro muy importante de droga proveniente de Brasil.
En septiembre de 2020 la policía mozambiqueña ya había detenido a otros cinco ciudadanos mexicanos en el distrito de Namaacha, una provincia de Maputo, por la fabricación de drogas ilícitas.
El mexicano de Namanga
El caso más sonado ocurrió en septiembre de 2024 en Namanga, un pueblo fronterizo entre Kenia y Tanzania. La policía allanó una casa que, a simple vista, parecía una residencia común. Adentro encontraron equipo de laboratorio, sustancias químicas y moldes para empaquetar droga. Las investigaciones vincularon directamente el lugar con el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), de acuerdo con el portal Eurasia Review.
Entre los arrestados estaba Israel Alvarado, un exagente de investigación mexicano señalado como operador de esa organización. El 20 de marzo pasado, el medio Pulse Live Kenya reportó que Alvarado había entrado legalmente al país y trabajaba junto a nigerianos que aportaban contactos locales y protección. La policía keniana informó que el laboratorio fue desmantelado antes de entrar en producción masiva, pero reconoció que el objetivo era utilizar Kenia como plataforma de exportación de metanfetaminas hacia Europa y Medio Oriente.
De acuerdo con la publicación, el desmantelamiento del laboratorio se llevó a cabo en cooperación con la DEA.

Foto: Policía de Kenia.

Este texto fue redactado por un editor de Underground Periodismo con ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa. Su contenido fue enteramente verificado.