Admirador del sanguinario cártel mexicano de Los Zetas, el narcotraficante italiano Giuseppe Romeo, alias Maluferru, erigió un imperio criminal dedicado a transportar cocaína desde América Latina hasta los puertos más grandes de Europa. La historia de su ascenso y reciente caída es relatada en una investigación que durante dos años realizaron reporteros del Investigative Reporting Project Italy (IrpiMedia) y el Organized Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP). Con su autorización, Underground reproduce en español ese trabajo periodístico.
En sus años de juventud, el narcotraficante italiano Giuseppe Romeo, conocido como “Maluferru”, estaba fascinado con los narcos mexicanos.
En particular, según fuentes policiales familiarizadas con el traficante, éste admiraba a Los Zetas, el cártel hiperviolento conocido por sus decapitaciones, atentados y descarados ataques a las tropas del gobierno mexicano.
Pero en la vida real, Maluferru y sus hermanos – quienes trabajaban con la ‘Ndrangheta del sur de Italia, el grupo criminal basado en clanes que ha crecido hasta convertirse en el más poderoso del país en las últimas décadas- no mostraron ningún temor a los narcos mexicanos.
En un incidente recordado con entusiasmo por figuras del hampa, en 2016 su banda se enfrentó en un tiroteo contra una banda mexicana en las calles de una ciudad europea sin nombre, asustándolos.
“Empezaron a disparar tres o cuatro veces en medio de la carretera”, se oyó decir a un socio de la ‘Ndrangheta a otro en un chat intervenido. En otra ocasión, según los mismos delincuentes, Maluferru dejó que los traficantes mexicanos mantuvieran como rehén a uno de sus propios hermanos durante ocho días, como garantía de un cargamento de droga de dos millones de euros.
Este enfoque frío y calculador de los negocios puede ser de familia.
El padre de Maluferru, Antonio Romeo, dirigía el bien conectado clan Romeo-Staccu de la ‘Ndrangheta hasta que fue detenido a mediados de los años 90 y condenado a 30 años de prisión.
Tras tomar las riendas de las operaciones de tráfico de su familia, Maluferru se convirtió en un raro conector de mundos: un hombre con los contactos necesarios en América Latina para asegurarse enormes suministros de cocaína, y en Europa para hacer pasar la droga por puertos clave.
Como parte de un grupo conocido en los círculos del hampa como la “Banda de Bélgica”, se abastecía de cocaína en Colombia y Brasil, la enviaba a través de Costa de Marfil y la introducía en los muelles del noroeste de Europa: Amberes, Hamburgo y Rotterdam. En todas las paradas, seducía e intimidaba a otros narcos para que cumplieran sus órdenes, y utilizaba trucos para ocultar los envíos que le convirtieron en uno de los mayores traficantes de Calabria.
Tenía fama de no meterse en líos. En las escuchas telefónicas se oyó a un cliente suyo decir con admiración que Maluferru sólo había sido “jodido” una vez, cuando se incautaron 18 ladrillos de cocaína en un alijo.
Maluferru, traducido de forma aproximada, significa “armado y peligroso”. Pero hoy Giuseppe Romeo ya no está armado. El 11 de marzo pasado fue detenido en Barcelona en el marco de una investigación dirigida por la Interpol con la Guardia Civil española y la policía italiana.
Dos meses más tarde, muchos de sus socios de la ‘Ndrangheta, incluidos sus antiguos clientes del clan Giorgi-Boviciani, fueron detenidos en la Operación Platino, una redada transfronteriza dirigida separadamente contra el grupo delictivo en toda Europa. Maluferru, que ya había sido condenado provisionalmente en ausencia por las autoridades italianas a 20 años por tráfico internacional de drogas, ha sido extraditado y se enfrenta a nuevos cargos.
Descrito en su día por un compañero narco como capaz de enviar cocaína “mancu li cani” -que significa “como nadie más” en el dialecto calabrés-, Maluferru había construido desde 2008 un imperio que se extendía por todo el mundo y que trasladaba toneladas de droga a los puertos europeos.
Lo que sigue, basado en documentos judiciales y policiales, órdenes de detención italianas y entrevistas con fuentes policiales, es una mirada al interior de su presunto sistema de narcotráfico: cómo se construyó, cómo corrió la droga por él y por qué finalmente se derrumbó.
Giuseppe Romeo y otros personajes de los siguientes casos están aún pendientes de juicio por algunos de los cargos a los que se enfrentan, y no todas las acusaciones expuestas han sido probadas en los tribunales. En respuesta a las preguntas enviadas por el OCCRP e IrpiMedia, un abogado que representa a Romeo dijo que no deseaba responder a las preguntas debido a los procesos penales en curso. Su cliente, dijo el abogado, es inocente de los delitos de los que se le acusa.
Una ciudad natal
El pueblo de San Luca se encuentra en la punta de la bota de Italia, separado de Reggio Calabria, la principal ciudad de la región, por las montañas del Aspromonte. A pesar de su posición ventajosa entre las colinas que dominan un valle, la ciudad de cuatro mil habitantes carece de la mayoría de los encantos que se esperan de los pueblos italianos. Al caminar por sus estrechas calles, las casas monótonas están llenas de ropa secándose, y las casas inacabadas dan la clara sensación de penuria.
Pero las apariencias engañan. San Luca es el hogar espiritual de la ‘Ndrangheta, quizá la banda de crimen organizado más poderosa del mundo. La mayor parte de la población de la ciudad está afiliada a uno de los nueve clanes delictivos más importantes que nacieron en el pueblo.
A poca distancia de San Luca, en las montañas de un parque nacional cercano, se encuentra el Santuario de Santa Maria di Polsi, encaramado en un espectacular desfiladero. La abadía está estrechamente relacionada con la reunión anual de la Crimine, el órgano de gobierno de la ‘Ndrangheta.
Fue aquí, en San Luca, donde Maluferru, que entonces tenía 16 años, tuvo su primer encontronazo con la policía por un caso de fraude y bienes robados. A los 22 años ya había sido acusado de narcotráfico y había salido de San Luca como muchos hijos de la ‘Ndrangheta, que exporta sus operaciones exportando a su gente. Pero, a pesar de su rápido ascenso en las filas de la familia, no fue hasta mediados de la década de 2010 cuando su presunto papel en varias operaciones de gran repercusión lo llevaría a la fama mundial.
Maluferru no empezó desde abajo. Se cree que su clan, los Romeo-Staccu, está alineado con el principal clan Pelle-Gambazza, que comparte el control de la zona de Locride, en Calabria, y es conocido por su destreza en el tráfico de drogas.
Estos poderosos clanes también están alineados con los otros clanes respetados de San Luca como los Nirta-Scalzone y los Mammoliti-Fischiante, así como con los más pequeños como los Giorgi-Boviciani, los Giorgi-Bellissimo y los Strangio-Fracascia.
Maluferru utilizó ágilmente todas estas conexiones de San Luca para construir su poderosa red de tráfico de drogas. Pero, a diferencia de muchos de sus compañeros, nunca fue condenado por la acusación común de “afiliación mafiosa” a la ‘Ndrangheta, que los fiscales italianos suelen imponer a los actores criminales.
De hecho, su habilidad en el comercio no quedó clara de inmediato para la policía. Gracias a los retazos de información obtenidos de la vigilancia de otros narcos radicados en Europa, los policías fueron comprendiendo poco a poco que Maluferru -cuyo aspecto diminuto hacía que sus enemigos le llamaran “El Enano”- tenía una influencia desmesurada en los asuntos del hampa.
En 2015 él era una pieza clave de la Banda de Bélgica junto a sus hermanos Domenico y Filippo, así como Antonio Calogero Costadura, un narco nacido en Bélgica y también de origen calabrés conocido como “U Tignusu”, que significa “El Atrevido”.
A esas alturas, Maluferru ya había hecho una fortuna y había construido un Rolodex (archivo giratorio de tarjetas de presentación) de conexiones en el mundo del hampa que cualquier narco en ascenso envidiaría. El nombre de la Banda de Bélgica subestimaba su influencia, ya que operaba mucho más allá de Bélgica.
Al recibir cargamentos de droga procedentes de América Latina, la banda se valía de las conexiones delictivas en los puertos europeos para ayudar a sacar estas drogas, antes de trasladarlas a Italia y otras partes del continente. Maluferru tenía una red regional que operaba entre los Países Bajos, Italia, España y Alemania. Aparte de unos pocos contactos de confianza, según las fuentes, mantenía las distancias con muchas figuras de la ‘Ndrangheta, lo que le ayudaba a permanecer en libertad dentro de Europa incluso cuando otros llamaban la atención de la policía y eran detenidos.
Cómo se abren los puertos
Colombia, Bolivia y Perú producen la mayor parte de la cocaína del mundo, y la mayor parte de la cocaína destinada a Europa sale de América Latina a través de Brasil, según las Naciones Unidas. El puerto de Santos se ha convertido en una de las arterias más importantes del tráfico hacia Europa, según Europol.
La cocaína que sale de Brasil suele hacer escala en África Occidental, las Islas Canarias y Madeira antes de llegar al continente europeo. En los últimos años, Costa de Marfil se ha convertido en un foco especial.
En una tesis de criminología de 2017 en la Universidad de Gante, Pim De Nutte, inspector de policía en Sint-Niklaas, cerca de Amberes, escribió que las rutas de contrabando indirectas se utilizan a menudo para enmascarar el punto de partida original.
Es menos probable que se encuentren drogas en el destino final si cambian de barco a mitad de camino, porque la mayoría de los controles se hacen en los barcos que vienen directamente de los países productores de cocaína.
Los contenedores, señala De Nutte, son un método de contrabando probado y fiable, en el que la cocaína se oculta en la bodega principal o en la estructura del contenedor. Los contenedores refrigerados, o “reefers”, son los preferidos por los delincuentes porque los compartimentos utilizados para mantener los contenedores fríos son prácticos para el contrabando.
Las drogas que se encuentran en el cuerpo principal del contenedor a veces se esconden dentro de frutas y otros productos. Las drogas también pueden mezclarse con líquidos y filtrarse posteriormente – Los Assisi de esta historia, por ejemplo, enviaban la mayor parte de su cocaína a Europa en forma líquida.
Durante una operación denominada “rip-off”, también conocida como gancho ciego (en español), el contrabando se camufla dentro de un envío legítimo sin que el remitente o el destinatario lo sepan.
En Amberes, muchas incautaciones de droga han tenido lugar en la terminal operada por el New Fruit Wharf belga, que maneja la mayoría de los envíos de fruta y donde la ‘Ndrangheta ha corrompido previamente a los trabajadores del puerto, según documentos judiciales.
Como se sabe que las bandas de traficantes crean empresas falsas o utilizan otras preexistentes para facilitar el contrabando, las autoridades neerlandesas han llegado a animar a los comerciantes de fruta a denunciar a las empresas recién creadas.
La policía finalmente realizó grandes incursiones en su imperio con el lanzamiento de la Operación Pollino, una redada realizada en diciembre de 2018 por Eurojust, el organismo judicial transfronterizo de la UE. Se incautaron unas cuatro toneladas de cocaína y se detuvo a 84 miembros de la ‘Ndrangheta e intermediarios, incluidos los dos hermanos de Maluferru. Basándose en las llamadas interceptadas durante la Operación Pollino, la policía italiana sospechaba que Maluferru trasladaba la droga desde los puertos europeos a Milán.
Aunque la red de Pollino atrapó a la mayor parte de la Banda de Bélgica, Maluferru eludió su captura. Se le localizó en una dirección de Kierspe, una ciudad a una hora de Colonia, pero cuando las autoridades alemanas registraron la casa de Kierspe, ya no estaba.
Sin embargo, los investigadores pudieron establecer un patrón de sus actividades tras insertar un programa espía en el teléfono de Domenico Pelle, un joven jefe de un clan de San Luca que había estado comprando cocaína a la Banda de Bélgica.
Mientras tanto, dos operaciones distintas -una dirigida por la fiscalía antimafia de Turín y otra por sus homólogos de Génova y Nápoles- ponían a Maluferru bajo un nuevo escrutinio.
La primera, una investigación de años de duración con el nombre clave de “Geenna”, dio lugar a órdenes de detención emitidas en diciembre de 2018 contra el clan Nirta-Scalzone de San Luca y sus asociados. Uno de los elementos de esta investigación apuntaba a dos hermanos que habían trabajado con Maluferru en Barcelona desde 2016.
La investigación fue importante porque puso al descubierto la región de la Costa Brava, cerca de Barcelona, como un importante centro de tráfico de drogas, y acabó con los líderes del clan Nirta-Scalzone.
Una segunda operación policial igualmente trascendental, iniciada en 2018 y con el nombre en clave de “Spaghetti Connection”, rastreó por primera vez un sistema de tráfico global en el que estaba implicado Maluferru, que la policía creía que comenzaba en São Paulo y llegaba a Abiyán, en Costa de Marfil, antes de serpentear hasta Rotterdam y Amberes.
En conjunto, estas dos operaciones pintan un panorama de sus amplios negocios, no sólo en Europa, sino ahora en medio mundo.
Lecciones de la Costa Brava
Maluferru construyó una red de especial confianza en España, donde revoloteaba entre varios refugios. Entre sus contactos se encontraban dos hermanos del clan Nirta-Scalzone, Giuseppe y Bruno Nirta. En otros lugares, también se había asociado con un tercer hermano Nirta, Antonio.
Maluferru vivió durante un tiempo en Calella, una localidad costera situada a menos de una hora en coche de Barcelona. Los documentos vistos por los periodistas muestran que su dirección era una propiedad anodina donde vivía con su novia colombiana y Vincenzo Macrì, un fugitivo de la ‘Ndrangheta en ese momento.
Las mujeres en la vida de Maluferru
Puede que se moviera dentro del mundo machista del narcotráfico, pero la policía y otras fuentes afirman que Maluferru se apoyó en algunas mujeres clave para llegar a donde estaba.
En primer lugar, en San Luca, se había asegurado el acceso a las más altas esferas de la ‘Ndrangheta al casarse en 2016 con una mujer con un padre de la familia Strangio y madre del clan Mammolitis. De este modo, Maluferru se alió con dos poderosas familias de narcotraficantes.
La policía cree que gran parte de los tejemanejes financieros de Maluferru en Amberes fueron facilitados por una mujer china relacionada con un salón de belleza del barrio rojo de la ciudad. Creen que los traficantes coordinaban el transporte de cocaína de Amberes a Italia desde un estacionamiento situado frente a este salón. Según los investigadores italianos, la mujer china habría facilitado a la banda de Maluferru el acceso a un sistema de transferencia de dinero denominado “hawala“, cada vez más utilizado por los narcos.
Otra mujer crucial en la órbita de Maluferru era su novia colombiana afincada en Barcelona, de la que los investigadores sospechan que tiene conexiones con los narcos de su país. Una mujer colombiana con el mismo nombre es propietaria de una empresa inmobiliaria y de diseño de interiores registrada en un edificio del codiciado barrio de San Gervasi de Barcelona.
Los reporteros del OCCRP realizaron una visita al edificio de San Gervasi, pero no pudieron encontrar ningún signo de un negocio en funcionamiento. Los vecinos dijeron que en el apartamento vivían “dos jóvenes sudamericanas” y recordaron que la policía había acudido recientemente a hacer preguntas.
A través de la citada inmobiliaria, en febrero de 2021 se compraron dos apartamentos en el Barrio Gótico de
Barcelona, en una estrecha calle de la famosa Rambla.
Visitados por un reportero del OCCRP, los apartamentos no son muy atractivos desde el exterior; una gran puerta de madera cubierta de grafitis marca la entrada. Una vez dentro, sin embargo, se descubre una joya oculta, con un patio interior de estilo tradicional con columnas y vigas de madera. Un grabado en piedra sobre la entrada indica que el edificio data de 1736.
Gran parte de lo que las autoridades conocerían más tarde sobre los negocios del grupo en España y en otros lugares provino de la colaboración de Daniel Panarinfo, que en su día fue un trabajador de base de Bruno Nirta pero que se convirtió en testigo del Estado en 2016.
Entre otros muchos planes, mientras Maluferru se asociaba con Giuseppe y Bruno Nirta, los hermanos habían urdido planes para traficar con cocaína líquida desde Latinoamérica hasta el sur de España, según Panarinfo. Con un hombre apodado “Xavi” -un empresario catalán de jugos de frutas que, según Panarinfo, tenía contacto directo con los narcos colombianos- planeaban abrir una empresa, aparentemente para importar jugos de Argentina.
La cocaína líquida se escondía en cajas de jugo y se enviaba a España a un coste de 12 mil a 13 mil euros por kilo, y luego era descargada en un puerto español por un grupo de albaneses aliados. A continuación, los envíos se trasladaban a un almacén en la localidad costera de Sitges, a 45 minutos en coche de Barcelona, donde se confiaba en un hombre llamado “Compañero” para volver a solidificar la droga.
Los investigadores no pudieron confirmar si el plan llegó a ponerse en marcha, pero nuestros reporteros descubrieron que Xavi sigue dirigiendo empresas de bebidas en Calella.
Por la misma época, Maluferru se movía entre España, Italia y Bélgica, comprando cargamentos de cocaína a una familia de calabreses asentada en la ciudad de Maasmechelen, al norte de Bélgica. Se abastecían de los cárteles colombianos, cuyos cargamentos procedentes de América Latina eran recogidos en Amberes y Rotterdam y luego vendidos por Maluferru a compradores como el clan Giorgi-Boviciani de San Luca.
Panarinfo también dijo que Maluferru recibió al menos 170 kilos de cocaína de proveedores mexicanos, una parte de los cuales fueron almacenados en Italia por su principal ayudante, un calabrés conocido como “Pitti”. “Aunque la banda de Maluferru consiguió vender 100 kilos, 70 fueron robados de su apartamento en Saronno, al noroeste de Milán, por hombres con pasamontañas que rompieron la puerta con un ariete a las cinco de la mañana.
Sin embargo, estos contratiempos no frenaron el ascenso de Maluferru. Con el paso de los meses, empezó a moverse con jugadores cada vez más grandes.
La ramificación hacia el gran público
Según Panarinfo, Maluferru también trabajaba con Gabriele Biondo, alias “El Italiano”, uno de los narcos más poderosos de la Costa Brava. Biondo, del que fuentes policiales dijeron al OCCRP que era conocido por trabajar con el grupo criminal italiano Camorra e incluso con la mafia rusa, sería finalmente detenido y extraditado a Estados Unidos a principios de 2019 para enfrentarse a cargos de tráfico.
A través de parientes del lado materno de la familia, Maluferru también podía contar con contactos clave en los Strangio-Fracascia, otro clan de San Luca que estaba asentado en Bélgica y podía ofrecerle acceso al puerto de Amberes, dijo la policía.
Sus aliados del clan Pelle-Gambazza, por su parte, habrían establecido un importante centro de tráfico en Argentina, y se cree que han abierto la puerta de Maluferru a Rocco Morabito, otro de los principales intermediarios de la ‘Ndrangheta antes de su detención en mayo de 2021 en Brasil. Morabito es originario del bastión de la ‘Ndrangheta, Africo, que se encuentra justo al sur de San Luca y es, sobre el papel, una de las ciudades más pobres de Italia, pero es el hogar de ricas familias de narcotraficantes.
Conocido en su día por los medios de comunicación como el “rey de la cocaína de Milán”, Morabito estaba huido desde mediados de la década de los noventa y es famosa su fuga de una cárcel uruguaya en 2019. Entre otras fuentes, la policía cree que recibía cocaína del Clan del Golfo de Colombia, un grupo paramilitar de derecha.
Por si fuera poco, Maluferru también había empezado a abastecerse de droga a través de Nicola Assisi, que dirigía una enorme operación de contrabando desde Brasil con su hijo mientras ambos estaban huidos de las autoridades italianas. Assisi, del norte de Calabria, había sido uno de los principales narcos de la ‘Ndrangheta en América Latina durante años. Enviaba a Europa cargamentos de al menos 500 kilos cada vez, y mantenía su posición gracias a una fuerte relación con el Primer Comando Capital (PCC) de Brasil, un sindicato del crimen basado en las prisiones.
Se sabe que el PCC colabora con los antiguos rebeldes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, conocidos como FARC, para abastecerse de drogas cultivadas en la selva colombiana. El grupo también goza de gran influencia en Perú y Bolivia, países productores de cocaína, y en países de tránsito como Paraguay.
Entre Morabito, los Assisi y el PCC, el oleoducto latinoamericano de Maluferru era la referencia de oro del narcotráfico. Incluso el azar del momento parecía jugar a su favor: Cuando los Assisi fueron arrestados en el estado de São Paulo en julio de 2019, la fuga de Morabito de la prisión de Uruguay significó que el suministro de Maluferru no se interrumpió.
Pero además de la suerte, Maluferru también era inteligente y precavido. Un narco, claramente impresionado por su habilidad, explicó a un colega cómo Maluferru mantenía a raya a los investigadores.
“Es como si… comprara diez teléfonos que duran seis meses cada uno, ¿entiendes? Te da uno a ti, le da uno a él, le da uno al otro y se queda con uno. Luego le da el teléfono a otro y se queda con el suyo para confundir a los investigadores”, dijo, según las transcripciones policiales de la Operación Pollino.
La ironía, por supuesto, era que, independientemente de las precauciones que tomara el propio Maluferru, la policía seguía sabiendo mucho de él a través de las llamadas intervenidas a sus socios.
La operación de Abiyán
No contento con sus contactos latinoamericanos, Maluferru siguió expandiéndose y pronto tuvo en su mira los puntos de tránsito en África. Y a través de documentos confidenciales, el OCCRP e IrpiMedia descubrieron que probablemente estaba detrás de una trama de importación de cocaína de alto perfil que hizo que cuatro italianos fueran condenados a largas penas en 2021, mientras que él quedó libre.
Según los investigadores, un dentista de origen suizo conectó por primera vez a Maluferru con un conjunto de empresarios italianos de Nápoles que vivían en Abiyán, todos ellos vinculados a la Camorra italiana.
Maluferru, según los documentos, había viajado por primera vez a Costa de Marfil en 2018, y el dentista le aseguró el acceso directo a un facilitador clave de ese país: una mujer policía que le proporcionó permisos de inmigración y acceso a un piso en la lujosa Zona 4 de Abiyán, alquilado a su nombre.
A través de un restaurantero italiano de la ciudad, el dentista también había sido presentado a Angelo Ardolino, propietario de dos empresas registradas en Abiyán: A.G.L. Sarl, creada para la importación y exportación de maquinaria pesada, y Fruit Company di Ardolino, establecida para la importación y exportación de frutas. Ardolino, que tiene una pareja sentimental marfileña, también tenía vínculos familiares con un alto funcionario de aduanas del puerto africano.
Ardolino, a través de A.G.L. Sarl, facilitó los trámites necesarios para la obtención de visados para Costa de Marfil, lo que permitió a Maluferru viajar regularmente a Abiyán. Según los documentos de la investigación de Spaghetti Connection de 2018, a veces le acompañaba Antonio Nirta -el único hermano Nirta que quedaba en el juego después de que Giuseppe muriera de un disparo en 2017 y Bruno fuera detenido en 2018-. Maluferru también contaba con el apoyo de su compinche Pitti y de un primo en Abiyán.
Con la ayuda de los empresarios napolitanos vinculados a la Camorra, Maluferru y su equipo habrían comenzado a importar cocaína a Abiyán directamente desde Brasil utilizando A.G.L. Sarl, que recibía maquinaria pesada Dynapac y Caterpillar del puerto de Santos.
El 17 de septiembre de 2018, en el marco de Spaghetti Connection, la policía de Santos se incautó de mil 195 kilos de cocaína dentro de los rodillos de las máquinas Caterpillar. Utilizando una empresa con sede en Santos llamada Brazilian Ocean Eireli, la banda había cortado los rodillos en Brasil con un soplete, había escondido la droga en el cilindro y luego había vuelto a soldar la maquinaria para enviarla a Abiyán.
La brasileña Ocean Eireli es propiedad de un hombre que la policía brasileña sospecha que está relacionado con la banda carcelaria del PCC. Los investigadores italianos, por su parte, creen que el suministro de cocaína se organizó con la ayuda de Assisi, el hombre de la ‘Ndrangheta en América Latina con las conexiones del PCC.
La incautación de Santos no detuvo a los culpables, que pensaron que era una redada al azar. Pero la policía brasileña alertó a la de Costa de Marfil, que avisó a sus homólogos italianos. En una operación conjunta, la policía rastreó al dentista cuando viajó a Abiyán el 26 de octubre de 2018, lo que finalmente les llevó al círculo de Maluferru.
Los investigadores sospechan que la banda había estado enviando cocaína en maquinaria Caterpillar desde al menos julio de 2017, y la policía brasileña rastreó dos envíos de Caterpillar desde la brasileña Ocean Eireli a A.G.L. Sarl en Abiyán. Las operaciones de importación y exportación de fruta de Ardolino también fueron objeto de sospecha, pero resultó ser una operación más difícil de descifrar.
“Siempre hemos sospechado que parte de la cocaína podría haber pasado también a través de envíos de fruta”, dijo un investigador italiano al OCCRP, “pero era difícil de probar… dado que, cuando empezamos a investigar, la banda ya llevaba tiempo importando”.
A partir de diciembre de 2018, los movimientos de Maluferru fueron cada vez más restringidos porque se le buscaba por una orden de detención emitida en la Operación Pollino. A partir de entonces, uno de sus socios permaneció en Abiyán para hacer el trabajo por él, abriendo una nueva empresa de importación-exportación el 26 de febrero de 2019, registrada en un apartado postal de la ciudad.
Los policías construyen un perfil
A mediados de sus años 30, Maluferru había dejado huellas duraderas en muchos narcos, no todas positivas.
El informante Panarinfo lo describió a la policía como “bajito, un poco calvo” y alguien que “me parece que tiene una cicatriz o granos en los pómulos, físico delgado, pelo rubio cenizo no muy largo”.
Alessandro Giagnorio, utilizado por Maluferru como correo de dinero, también dio una descripción poco halagüeña después de que fuera detenido a finales de 2018 en un Audi Q3 con matrícula francesa, en el que la policía encontró 420 mil euros pertenecientes a Maluferru y sus socios.
Giagnorio, en declaraciones a la policía, calificó a Maluferru de “bajito, delgado, nervioso, mandón y maleducado. Cuando digo ‘rápido’ me refiero a que en tres minutos te decía lo que tenías que hacer, muy rápido, hablando con un fuerte acento calabrés, y tenías que prestar mucha atención para entender lo que decía”.
Maluferru tenía fama de bala perdida, y algunos le llamaban “U Pacciu”, o El Loco. Se decía que mostraba poco respeto porque estaba acostumbrado a rodearse de personajes más débiles que le trataban con deferencia.
En una ocasión, Maluferru envió a Giagnorio a un restaurante propiedad de Walter Cesare Marvelli, miembro de la familia Giorgi-Boviciani, para que recogiera algo de dinero para gastos de viaje. Marvelli, según se desprende de las conversaciones telefónicas, se escandalizó de lo grosero que era Maluferru, que le trataba como a un empleado. Recordó:
“El domingo por la tarde … él [Maluferru] dice: ‘Voy a enviar a una persona a su pizzería dentro de una hora. Dale mil euros… viene de Francia’”.
“Le dije [a Maluferru]: ‘Estás bromeando… Estoy en el centro de Turín con mi familia’. [Y me dice]: ‘Siempre estás por aquí’”.
Pero aunque se criticaran maliciosamente a sus espaldas, en persona Maluferru y Marvelli guardaban las apariencias.
En agosto de 2018, la pareja viajó junta a un almuerzo previsto con otros narcos de San Luca en una zona rural cercana al Santuario de Santa Maria di Polsi. La perspectiva de degustar la comida tradicional de montaña no les impresionó.
“Me importa una m***** la cabra”, exclamó Marvelli, que estaba siendo rastreado por la policía, en una conversación intervenida en el coche.
Durante la campaña, la pareja arremetió contra el famoso fiscal italiano antimafia Nicola Gratteri. Marvelli desestimó la cruzada de las autoridades como una farsa, razonando que los fiscales querían a la ‘Ndrangheta para hacerse famosos.
“Si no hay enfermos, no se venden medicamentos”, dijo.
Las investigaciones policiales, sin embargo, sugieren que la ambición de Maluferru ya estaba empezando a erosionar las relaciones. Los documentos de la Operación Platino vistos por nuestros reporteros muestran que en noviembre de 2018, los Giorgi-Boviciani en particular se habían cansado de él.
Como los Giorgi compraban la cocaína cerca del final del oleoducto, pagaban un precio más alto. Algunos empezaron a sospechar que Maluferru, con mejores contactos, les estaba estafando.
En una de las llamadas intervenidas, Giovanni Giorgi le dijo a Marvelli que Maluferru pretendía conseguir cocaína para los Giorgi a “27”, pero que en cambio “la compró a 24 y le robó tres puntos”.
Por ello, los Giorgi empezaron a intentar evitar a Maluferru. Pero pronto se dieron cuenta de que éste tenía el suministro bloqueado, e incluso se había entrometido en su propio camino, ganado a pulso, con los Assisi en Brasil. Los Giorgi no pudieron hacer otra cosa que quejarse, y cuanto más se quejaban, más información obtenía la policía.
La caída de Maluferru
Al final de la carrera de Maluferru, supuestamente había trabajado con todos los traficantes internacionales, incluso aparentemente con el cártel que más admiraba, Los Zetas.
Durante el interrogatorio, el cooperante Panarinfo dijo a la policía que Maluferru había heredado algunos contactos mexicanos de un tío encarcelado. Dijo que estos hombres se llamaban “Zeta” o “Zita”, lo que indicaba que pertenecían al mismo cártel cuyos vídeos bárbaros había estudiado Maluferru.
Pero una combinación de su propia arrogancia, la vulnerabilidad de sus socios y el tenaz trabajo policial acabaron por vencerle. Los expedientes judiciales muestran que Maluferru tenía fama de traicionar a la gente, y siempre parecía estar dispuesto a vincularse a otros, para que luego le debieran favores. Estas tácticas pueden resultar fructíferas a corto plazo, pero al final la gente acaba hablando.
En una llamada interceptada en 2016, un traficante dijo a Domenico Pelle que el hermano de Maluferru, Filippo, le había ofrecido droga a 31 mil euros el kilo, a pagar cuando pudiera. El traficante, sin embargo, consideraba que la cocaína procedía realmente de Maluferru, y no quería estar al servicio de este último.
“Si Maluferru me regala [incluso] un gramo, no lo quiero”, dijo.
Después de que las redadas de la Operación Pollino de diciembre de 2018 acabaran con la mayor parte de su Banda de Bélgica, Maluferru seguía prófugo, pero poco a poco se iban acumulando pruebas contra él.
En junio de 2019, una redada coordinada por la policía de Francia, Italia y Brasil barrió al propietario de A.G.L. Sarl, Ardolino, y a otros cinco italianos vinculados a la Camorra. Las detenciones ofrecieron una rara visión de cómo la Camorra y la ‘Ndrangheta compartían intereses coincidentes, a miles de kilómetros de su patria italiana.
Y también ofrecieron a los policías algunas piezas finales del rompecabezas.
Ardolino admitió conocer a Maluferru y dijo a los policías que éste había querido invertir 1 o 2 millones de euros en Costa de Marfil. Antonio Cuomo, otro de los detenidos, negó conocer a Maluferru y a otros calabreses de su equipo, pero durante un registro la policía encontró en su casa documentos de identidad pertenecientes a los calabreses.
La policía marfileña -aunque posteriormente fue absuelta de todos los cargos- había admitido haber ayudado a tramitar los visados de varios calabreses y a encontrar el piso de Abiyán para Maluferru. En febrero de 2021, cuatro de los detenidos, incluido Ardolino, fueron condenados a 20 años de prisión.
Tras unas semanas frenéticas entre bastidores, en marzo de 2021 la Guardia Civil española, tras recibir un pitazo de la policía italiana que trabajaba en la investigación de Pollino, se abalanzó sobre Maluferru cuando iba a tomar una cerveza en el mercado de Sant Gervasi de Barcelona.
Aunque se hizo muchos enemigos por el camino, una cosa en la que podían estar de acuerdo era que Maluferru era bueno en lo que hacía. Incluso los Giorgi-Boviciani, usando su apodo poco halagador para él, estaban dispuestos a admitirlo.
“Ya conoces al Enano”, se oyó decir a Giovanni Giorgi en una conversación con micrófonos en su apartamento de Cerdeña. “Si lo quieres, él lo tiene. Es cuestión de días”. Maluferru, un socio recordó a Giovanni, enviaba cocaína “mancu li cani”.
En efecto, Maluferru movía la cocaína “como nadie”. Al final, sin embargo, su mayor problema era que todos los demás eran escuchados por la policía.
“Todo el mundo iba detrás de él”, explicó a OCCRP un agente de la Guardia Civil que participó en la detención. “Los italianos nos avisaron de que podía estar en Barcelona. Aquí le pusimos el lazo”.
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