Julio 31 / 21
BERLIN, Alemania.- Hasta hace poco más de un año, la Danneckerstraße era una calle más del caótico Berlin. Coches, camiones y bicicletas transitaban permanentemente a lo largo de los aproximadamente 300 metros de longitud de esta vialidad, y el espacio en sus ambos lados estaban reservados como estacionamiento para los vehículos del vecindario. Para los peatones sólo quedaba lo que las estrechas banquetas les ofrecían. Además -aunque cueste creerse para una calle de la capital del país que se encuentra entre los más amigables con el medio ambiente- apenas había dos árboles distribuidos a lo largo de la arteria.
Pero justo en medio de la pandemia y a iniciativa de vecinos del barrio, ubicado en el distrito de Friedrichshain al sureste de Berlín, parte de la Danneckerstraße comenzó a cambiar su fisionomía desde julio del año pasado: los cien metros de uno de los dos bloques que forman la calle se cerraron a todo tipo de vehículos, incluidas bicicletas; en su centro se colocaron una veintena de árboles que pronto serán plantados de forma permanente y por las tardes se puede ver a niños jugar y vecinos, quienes con mesas y sillas portables se instalan para tomar café, comer en comunidad o jugar ajedrez.
Esta calle “común y corriente” se convirtió en lo que por este lado del mundo se denomina Klimastraße (calle climática o verde) y forma parte de una serie de iniciativas surgidas desde la sociedad civil y grupos vecinales, que -a diferencia de muchas autoridades en todo el mundo- ven la imperiosa necesidad de actuar no sólo para recuperar espacios para la comunidad sino en beneficio del medio ambiente. En especial luego de sucesos naturales atribuidos justamente al cambio climático como las inundaciones registradas a mediados de julio en el oeste de Alemania que dejaron más de 160 víctimas mortales y miles de millones de euros en pérdidas materiales.
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