Compromiso migrante en tiempos de odio

Foto: Yetlaneci Alcaraz

Septiembre es un mes electoral de suma importancia en Alemania. Tres de los cinco estados del este del país -Brandenburgo, Sajonia y Turingia- renovarán a sus parlamentos y en los tres las encuestas apuntan al partido populista, anti migrante y de derecha radical Alternativa por Alemania (AfD) como la primera fuerza política. El descontento ciudadano con los partidos tradicionalmente establecidos en esta zona del país es grande y la extrema derecha ha sabido capitalizar tal enfado. En este contexto, la mexicana, nacionalizada alemana, Diana González se convirtió desde mayo pasado en la encargada de la Oficina de Integración del estado federado de Brandenburgo. El cargo, más que un estatus privilegiado representa una enorme carga de responsabilidad y compromiso para esta también madre de familia.

BERLÍN, Alemania.- Apenas había cumplido dos semanas y media como encargada de Integración del estado alemán de Brandenburgo cuando Diana González recibió en su correo electrónico los primeros mensajes de odio.

 Como toda persona que ostenta un cargo representativo y público, esta mexicana oriunda de Ciudad de México entiende que lidiar con inconformidades y quejas ciudadanas es relativamente normal, es parte del trabajo. Pero en su caso concreto, se ha dado cuenta que los desagravios ciudadanos van acompañados de otro componente: racismo. Y aunque prefiere no dar detalles del contenido de éstos -“porque no vale la pena mencionarlo”, considera- no minimiza su efecto. En dos meses y medio a cargo de la Oficina de Integración del estado federado donde vive desde hace 13 años los correos electrónicos de odio contra su persona son si bien no el pan de cada día, sí recurrentes.

“(Llegan) cosas racistas en general. Ese discurso de ‘no queremos a los migrantes; no entiendes lo que pasa aquí; se nota que nunca has pagado aquí impuestos; no queremos migrantes, ¿no escuchaste el disparo?’.  Recibo cosas por este estilo y hasta otras, que en su momento sí lo reportamos con la policía y que sí tomo en serio”, dice. 

El que Diana González haya tomado la decisión de postularse para ser la responsable estatal de la integración de migrantes, el tema que cada vez más ocupa y preocupa en toda Alemania, no fue cosa fácil. 

Para nadie es secreto que los tiempo actuales en Alemania son complicados: la extrema derecha, representada por el partido Alternativa para Alemania (AfD) y un discurso anti migrante  alcanza índices inéditos de popularidad y además de haberse incrustado ya en prácticamente todos los parlamentos regionales del país (sólo en Bremen y Schleswig-Holstein no) también ha logrado convertirse en la primera fuerza política en el este del país, justamente donde se ubica Brandenburgo. Eventos como el ataque terrorista del pasado 24 de agosto -cuando un refugiado sirio mató a puñaladas a tres personas y dejó gravemente heridas a otras cuatro- atizan el fuego antimigrante que desde hace casi 10 años se entiende por todo el país. 

Bajo ese contexto, Diana González tuvo que meditar y evaluar muy bien junto con su familia la decisión de convertirse en la responsable de la integración de los migrantes en Brandenburgo. Evaluó pros y contras y con el apoyo de su esposo e hijos decidió asumir la responsabilidad. Desde el pasado mes de mayo se convirtió en la primera méxico- alemana (desde 20016 posee el pasaporte alemán) en asumir esta tarea. 


Diana González es oriunda de San Andrés Totoltepec, Ciudad de México. Proviene de una familia sencilla y aunque nunca tuvo carencias tampoco gozó de privilegios. Orgullosa de su educación, cien por ciento pública, Diana llegó por primera vez en el año 2000 a Alemania como muchos jóvenes en la actualidad: gracias a un intercambio académico en la ciudad de Erfurt. Después volvió a México, terminó su carrera en letras alemanas y se especializó en traducción. Su conocimiento del alemán le abrió las puertas para trabajar en el Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD) en donde trabajó por un tiempo. 

El estudio de una maestría la trajo de nuevo a Alemania. Esta vez llegó a Sajonia a estudiar en la universidad de Cottbus y al terminar su estudio de posgrado se mudó a Potsdam, la capital de Brandenburgo. 

-Tu vida en Alemania siempre ha sido en el este del país, una región complicada en donde la derecha radical es más presente que en el resto del país y también donde el ambiente anti migrante es más palpable. ¿Cómo ha sido tu experiencia?

-Una cosa que siempre comento es que de quedarme en México no sé si hubiese tenido tanto esa conciencia de lo que implica ser migrante, mujer migrante, mamá migrante y cómo uno tiene que adaptarse a nuevas estructuras. También creo que es importante no idealizar tanto las estructuras  que hay aquí y saber que nuestros  derechos valen, no importa en donde nos encontremos. Mientras uno se atenga a las reglas de un lugar, de una casa, de un país, en la estructura en la que tú quieras ponerlo, se tienen también derechos. Y si, claro que me pasaron cosas desagradables.

Menciona dos distintas ocaciones cuando tuvo que realizar trámites administrativos y cómo las propias autoridades la bloquearon aduciendo en ambos casos falsificación de documentos. Sentir que a pesar de hacer todo correcto, una autoridad puede maltratar a alguien sólo por su apariencia u origen es algo fuerte de llevar. 

“Hay una sensación de impotencia por la arbitrariedad que uno vive y sobre todo porque sabes que no hiciste nada malo, que te atuviste a todas las reglas y de todas formas siempre hay alguien que quiere usar esa posición de poder contra ti y que definitivamente tiene que ver con que eres migrante”, dice. 

Ya en Potsdam y cuando en realidad planeaba volver a México, la vida de Diana cambió. No sólo conoció al que se convertiría en su esposo y padre de sus hijos sino que encontró un trabajo en la universidad de Potsdam en la oficina de asuntos internacionales. Recién llegada, recuerda, fue al ayuntamiento a empadronarse y ahí se topó con un folleto sobre el Consejo de Migrantes de la ciudad. Su curiosidad la hizo ir a la oficina a preguntar cómo funcionaba el consejo. Un par de meses después González se convertiría en miembro de esta agrupación local que de manera voluntaria trabaja por la representación política de los migrantes de la ciudad. 

“A través del Consejo empecé a tener un grupo de contacto súper grande en la ciudad de Potsdam, a involucrarme más en el área migratoria, a darme cuenta de todos los privilegios que tenemos los que llegamos aquí a estudiar, con ciertas calificaciones académicas, con conocimientos del lenguaje que te abren puertas de otra manera, además de venir de un país como México, que ya te digo, tiene en términos generales una connotación positiva”, dice.

Pero también se dio cuenta de la otra cara. De los migrantes que llegan huyendo de la guerra, que no tienen nociones del idioma, que no tienen preparación académica y la dificultad logística que representa para la ciudad el brindarles lo básico para sobrevivir. 

Durante 10 años Diana González trabajó voluntariamente en el Consejo de Migrantes de Potsdam a la par de su trabajo en la universidad en donde también se ocupó de generar espacios y soluciones para el recibimiento de estudiantes y profesores refugiados que llegaron a este país en la denominada Crisis de Refugiados de 2015.

“Toda esa etapa  representó para mí un proceso súper importante porque te abre los ojos a otros temas migratorios en los que tú quizás nunca entrarías.  Yo pude haber trabajado en otras áreas y hacer una cosa totalmente diferente, pero a través de mi trabajo acá me involucré mucho en esos temas”, explica.

Así llegó en 2024 la posibilidad de postular al puesto de Encargada de la Oficina de Integración de Brandenburgo, dependiente del gobierno local. Parecía lógico y normal dar el paso que seguía pero Diana sabía que un puesto de esta envergadura requiere absoluto compromiso y dedicación no sólo de tiempo sino de energía y aguante físico y psicológico. 

“Lo pensé mucho. Lo pensé mucho principalmente porque es a nivel estatal, es una posición expuesta, es una posición (difícil) en tiempos actuales donde se problematiza mucho la migración y las tendencias de extrema derecha que tenemos en la sociedad y donde se llevan muchas discusiones también sobre la gente que no se integra, donde la religión, sobre todo musulmana se problematiza de forma extrema, también el rol que tienen las mujeres de la forma en la que lo perciben en Alemania…era super lógico querer postular a un puesto así. Pero, también tengo hijos”,

Pero el apoyo de su esposo, de sus propios hijos y el estar convencida que sólo a través de la participación y compromiso se puede generar un cambio en la sociedad hicieron que Diana González se postulara al puesto, casi a punto de cerrar el plazo. 

Desde el 1 de mayo pasado, esta mexicana -quien extraña sobremanera a su madre y hermanas y los tacos de la barbacoa que se hacen en su pueblo- coordina las 14 oficinas de integración locales de Brandenburgo y representa a su estado a nivel federal.


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