Durante 2020 Eréndira, madre soltera radicada en la ciudad de Pachuca, en el centro de México, se vio forzada a comprar una tableta para que su hija de siete años pudiera cursar las clases virtuales mientras ella trabajaba en su computadora.
Por su parte, Socorro, vendedora de suplementos nutricionales en la Ciudad de México, tuvo que contratar un servicio de banda ancha de internet para seguir por videollamadas a sus clientes, a quienes antes trataba en reuniones presenciales.
Y a Javier, estudiante de ingeniería en el estado mexicano de Veracruz, no le quedó más remedio que pagar un costoso plan de datos móviles para continuar sus estudios a distancia, dado que no hay conexión fija en la zona rural donde permaneció durante la cuarentena cuidando a sus padres.
En México, donde la penetración de internet alcanza 74 por ciento de la población, casi la mitad de los usuarios tuvo que acelerar su adaptación tecnológica para poder realizar la mayor parte de sus actividades vía remota, según lo revela un informe de la Asociación de Internet MX publicado en enero pasado. No es de extrañar que el tiempo promedio de conexión a internet de los mexicanos haya aumentado 37 minutos para llegar a nueve horas diarias.
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