Desde Alemania, el fantástico universo del mexicano Pendragon

Esta es la segunda entrega de una serie de reportajes que Underground Periodismo Internacional dedica a los diseñadores mexicanos que han hecho camino en Europa. Dicha serie es posible gracias a la colaboración con Cayab Estudio, a la que se une la galería Gama Crea, también de la Ciudad de México.
Alpha Sardaukar. Creación del mexicano Pendragon. Foto: Cortesía.

Muy lejos, en la espesura del espacio sideral, existe oculto entre las estrellas un puerto comercial. Lo habita una raza alienígena. En una colina desierta de ese recóndito lugar, una solitaria nave viajera aterriza. De sus escaleras plateadas desciende un humanoide: es Alpha Sardaukar. La aventura da comienzo…

El anterior es el argumento de partida con el que el polifacético artista mexicano Luis Uribe, de 35 años, da vida a una de las enigmáticas figuras de acción que él fabrica bajo el seudónimo de Pendragon, uno que suena cada vez más en el circuito del llamado art toy o de los juguetes de diseñador.

Tomé ese sobrenombre por uno de los personajes de la película de anime El increíble castillo vagabundo”, cuenta Luis desde la ciudad en la que radica desde hace 10 años, Colonia, al oeste de Alemania, cerca de la frontera con Países Bajos y Bélgica. Él se refiere a la película japonesa del famoso Estudio Ghibli estrenada en 2004, y Pendragon es como también se hace llamar el mago Howl, el carismático señor de dicho castillo.

Pendragon es en realidad el nombre de uno de los primeros personajes que hace cinco años creó Luis. Pero la gente lo empezó a llamar también así, él se acostumbró y decidió adoptar ese mote como una manera para separar su trabajo artístico del profesional como director de arte digital de una empresa tecnológica alemana. “Es como tener dos personalidades“, bromea Luis… ¿o Pendragon?

Luis Uribe, Pendragon, durante una exposición de sus figuras en la galería mexicana Plástico Macizo. Foto: Cortesía.

El director de arte

Un niño nace en Cuautepec de Hinojosa, en el estado mexicano de Hidalgo. En la secundaria ayuda a pintar santos de iglesias a un culto maestro pintor. Con él aprende las bases del arte. Influenciado también por el primer esposo de su abuela, un excéntrico cazador-taxidermista y talentoso pintor de paisajes, decide estudiar la carrera de diseño en una universidad privada de Tulancingo. La aventura da comienzo…

Ese podría ser el principio de otro guión, en este caso el de la vida de Luis. “Todo lo que aprendí en la universidad fue enfocado al software (programas). El uso de cámaras réflex, el revelado de fotografía a mano o la serigrafía, que eran técnicas que me gustaban mucho, eran ya obsoletas“, recuerda.

Pero al salir de la carrera, como no había trabajo de diseñador en su región, postuló exitosamente a una de las entonces mejores escuelas mexicanas del ramo, Digital Invaders, un semillero de talentos de la agencia de publicidad Grupo W. Su sede: Saltillo, Coahuila, a casi 900 kilómetros de su casa.

Para juntar recursos, Luis vendió sus dos queridas consolas de videojuegos antes de mudarse a la capital coahuilense con una beca escolar de 75 por ciento. Relata: “Era una escuela con disciplina estilo militar. Mis clases empezaban a las 8 de la mañana y finalizaban a las 8 de la noche, y nos dejaban tarea. Allá estudié ilustración, programación, animación, diseño web… Los maestros eran muy estrictos y profesionales. Fueron seis meses de trabajo duro“.

Grupo W lo contrató y con esa empresa trabajó durante tres años, tiempo en el que pasó del departamento de animación al de diseño de páginas web. Fue en ese momento que se metió de lleno a los programas de gráficos tridimensionales o 3D. No hubo vuelta atrás.

Viendo la inseguridad y la mala situación del estado en el que vivía, Luis dio un gran paso: en lugar de tratar de empezar de nuevo en Monterrey o la Ciudad de México, prefirió enviar solicitudes de empleo al extranjero: Estados Unidos, España, Países Bajos, Reino Unido y hasta Nueva Zelanda. Al día siguiente le contestó la alemana Demodern, que es hoy una de las principales agencias de tecnología creativa de ese país. “Me dijeron que habláramos. Me contactaron ese mismo día en la mañana por Skype y de inmediato me contrataron“, narra todavía sorprendido Luis, que aprendió inglés gracias a los videojuegos.

Él, cuyo único viaje internacional que había realizado fue una ida y vuelta de Saltillo a Estados Unidos para comprarse ropa, se vio aterrizando el 14 de mayo de 2014 en Alemania, su nuevo hogar.

El creador de figuras

Dos muchachitos salen felices de la fábrica de ladrillos. Acaban de comprar arcilla, la cual convierten en una especie de pasta a la que dan forma con sus manos de personajes de acción. Después los pasan por el fuego de una fogata para endurecerlos. Ya fríos y macizos, los pintan con óleos de colores o simplemente los barnizan. Lo que hacen, sin saberlo, es un prototipo con barro de art toy. La aventura da comienzo…

Quién hubiera dicho que así fueron los pininos de Pendragon en el bootleg, un término que, en este caso y explicado de manera sencilla, se refiere a las piezas no autorizadas de figuras de ficción. En este nicho cada creador tiene su personalidad. Algunos, por ejemplo, están clavados en piezas de Star Wars, otros de G.I. Joe, unos más de Calabozos y Dragones.

Relata Pendragon: “Como mi trabajo es digital, extrañaba hacer algo con mis manos. Un día me compré unos luchadores de plástico en México, de los feos y mal pintados, y me los traje a Alemania. Me dije: ‘los voy a mejorar‘”. Les quitó la rebaba tan característica de esos muñecos, les pintó el cuerpo de color rojo y azul y los ojos -en forma de gota horizontal- de blanco. “Convertí al Santo en un Spiderman chafa, pero un Spiderman“, dice entre risas.

Cuando subió a la red social Pinterest la fotografía de su graciosa creación, alguien le mencionó la palabra bootleg, que él desconocía. Se puso a investigar y ahí se abrió frente a él un mundo “bastante divertido”, tanto que lo animó a comprar un kit de silicón y resina con el que moldeó su primer bootleg como tal, el cual, reconoce, le salió mal, “lleno de burbujas”.

Pendragon no tardó en comprar una impresora 3D que usó para realizar figuras de resina originales. “En lugar de agarrar elementos de alguien más, hice mis propias piezas y las combiné para crear nuevos modelos (lo que en el argot se conoce como kitbashing). Y, como tengo experiencia con los videojuegos y los relatos (storytelling), inventé una mitología de personajes cada uno con su historia personal”.

En lo que ahora está él metido es en la elaboración de piezas hechas de vinilo (más precisamente de policloruro de vinilo blando), que es, dice, “otro mundo” en el art toy por la complejidad en el procedimiento de fabricación. Explica: “Los mejores vienen de Japón y se conocen como Sofubi (la contracción de las palabras “vinilo blando” en japonés). Son figuras de personajes Kaijū -o sea “monstruos” como Godzilla-, que se venden muy caro: las más antiguas cuestan lo que una casa“.

Comenta que este segmento despierta mucho interés en México, en donde se ha desarrollado una técnica tradicional parecida al Sofubi japonés llamada Mexafubi. En este último caso el proceso es más rústico porque en México no hay las máquinas y la calidad de plástico que sí tiene Japón. “En México usamos el mismo vinilo que el de las suelas de los zapatos, y no tenemos ni los acabados ni la materia prima de los japoneses. Hacemos lo que se puede“, puntualiza Pendragon, quien pone de ejemplo el material “como de goma dura” de las figuras de Mazinger Z, Thundercats o Dragon Ball que compraba en México.

A diferencia de sus personajes de resina, que él hace totalmente por su cuenta, los de vinilo son fabricados, con base a su diseño, por un artesano en México, uno de los pocos capacitados para hacerlo, como lo son también los artistas mexicanos que como Pendragon han incursionado y obtenido reconocimiento en el art toy producido en ese material.

En el mundo del bootleg unos piensan que éste no es un arte y otros que sí. Para mí sí es un medio propio de expresión artística. Así como en la música se usan sampleos de otras canciones para hacer algo nuevo y mejorado en remixes, en el bootleg tomamos partes de otras figuras, las mezclamos y hacemos personajes nuevos. Es igual.

Pendragon

Luis Uribe es desde chico un gran consumidor de cómics y mangas, además de fanático de la ciencia ficción. Actualmente es experto en la creación de “experiencias digitales en espacios” físicos a través de realidad aumentada, realidad virtual y otras herramientas “interactivas” de punta. Junto con otros colegas, Luis está en el proceso de fundar su propia empresa de tecnología ahí mismo, en Colonia. Se encuentra a gusto en Alemania.

En diciembre pasado, Pendragon expuso por primera vez en la Ciudad de México su trabajo creativo en vinilo. Fueron 80 figuras las que expuso y puso en venta en la galería de art toy Plástico Macizo. De ellas, 45 fueron “intervenidas” (modificadas/pintadas) por artistas mexicanos y extranjeros a los que invitó. Pendragon prepara sus primeras piezas en técnica japonesa (Sofubi): una la venderá él en Alemania y la otra será producida y comercializada por el sello independiente Blackdots en Japón. Se trata de un gato negro.

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