El mexicano atribuye gran parte del éxito del proyecto al hecho de que consiguió involucrar en éste a los comerciantes y a las asociaciones del barrio.
Ello permitió, por ejemplo, llevar música mexicana a asilos de ancianos, realizar talleres de decoración de ofrendas en las escuelas y hasta integrar al desfile al equipo de bastoneras tradicionales Les Mignonnettes -que forman parte del folclor del barrio desde hace 45 años-, así como a músicos locales, como fue el caso de una fanfarria marroquí que tocó chilenas guerrerenses (género introducido en México a mediados del siglo XIX). Pero también muchos comerciantes dieron rienda suelta a su creatividad y realizaron en sus propios negocios altares de muertos.
Calaveras, una galería de arte gráfico belga y mexicano, localizada a unos pasos del Centro Bruegel, fue también un motor importante desde el principio. Su propietario, el diseñador Cédric Volon, quien ya había tenido otra sala de exposición -”La sonrisa de la muerte”- en La Paz, Baja California Sur, organizó en 2017 en su negocio una fiesta de día de muertos a la que llegaron muchos jóvenes.
Alonso buscó también el apoyo de Volon para sacar adelante el proyecto que contaba con el apadrinamiento del Bruegel, que ha puesto a disposición tanto sus instalaciones como una bolsa de 25,000 euros anuales.
Lo que preocupa ahora al promotor cultural mexicano no tiene que ver con una cuestión de baja de asistentes en futuras ediciones. Lo que quiere ahora es evitar que el aspecto ritual de la celebración en Bruselas sea opacado por lo que él llama “el lado carnavalesco”.
“Hemos trabajado mucho para destacar el significado ritual de la procesión y cómo honramos a los muertos”, explica Alonso, quien abunda: “el carnaval funciona muy fácil, porque tú le dices a la gente: ‘vamos a salir en procesión, nos vamos a maquillar y vamos a tocar música’, y todos vienen”. Es por ese motivo que él y sus colaboradores no quieren que el desfile de este año -o los que siguen- sea más concurrido que el de 2019. “No queremos que se haga gigante porque no tenemos ni queremos tener un chingo de personas en equipo logístico y medio Bruselas aquí”. Confiesa que incluso alguna vez llegó a rechazar una oferta de la oficina de turismo de la ciudad para beneficiarse de una mayor publicidad. “Si ya hay tanta gente, ¡imagínate si nos anuncian! Se les hizo raro que les dijéramos ‘no, gracias’”.
-¿Y cómo piensan reforzar el significado profundo del día de muertos frente al atractivo carácter festivo de la procesión?, se le pregunta.
-En 2019 realizamos al interior del Bruegel una ofrenda más grande que la del año anterior. Era una montaña de sal con unas plumas de colores vivos que llegaban hasta el techo. Nos dimos cuenta que invitaba mucho más a la reflexión. Más personas se acercaban a verla y permanecían un rato absortas, como cuando te quedas mirando una fogata, hipnotizado.
Alonso narra que en 2020 montaron un altar monumental que dejaron abierto al público en la explanada exterior del Bruegel algunos meses y que visitaron 2.500 personas. “Ahí sí hubo más conexión ritual con los belgas”, afirma. Una persona llegó, cuenta, y al ver en el altar la fotografía del artista oaxaqueño Francisco Toledo (fallecido el 5 de septiembre de 2019), comenzó a llorar. Después tomó una flor que había disponible y la colocó como ofrenda. Cuando se calmó y le preguntaron respetuosamente la razón de su actuar, contestó: “No sé quién sea el señor de la foto, pero tiene la misma mirada que tenía mi tío; él fue quien se ocupó de mí”.
Treinta y cinco de esas breves historias fueron recopiladas a iniciativa de Celia Dessardo. Saldrán próximamente publicadas en un libro de unas 60 páginas, acompañadas de una serie de imágenes tomadas por la reconocida fotógrafa belga Marie-Françoise Plissart.
“Es un trabajo que nos ha alimentado también mucho a nosotros, que nos hace reflexionar: ¿cómo integrar una fiesta mexicana de este tipo, sin perder su profundidad, en esta ciudad belga tan multicultural? Queremos poner más énfasis en nuestros discursos sobre su significado”, concluye Alonso.