PARÍS, Francia.- El todavía niño recibe una primera bofetada en la mejilla derecha. Después le siguen una segunda, una tercera, quizás más … hasta que los policías lo conducen a una patrulla. Ya en el vehículo un agente se sienta a su lado y lo insulta: “hijo de puta”, al tiempo que lo tunde a puñetazos. Son tantos, que el testigo de la escena pierde la cuenta.
Ya en la comisaría, la lluvia de golpes no cesa. “Son las 17:40 horas y acabo de ser testigo de un caso de brutalidad policial. El joven se quedará en la comisaría”, escribió en su diario el periodista Valentin Gendrot.
El encontronazo entre Konaté, el adolescente parisino de 16 años, y los elementos de seguridad franceses sucedió a raíz de una llamada telefónica de un vecino que se quejó de que un grupo de jóvenes escuchaban rap a todo volumen en la entrada de un edificio.
“No me toques”, fue la respuesta del joven Konaté a uno de los agentes que llegaron hasta el sitio y quien antes le dio una palmadita en la mejilla quejándose de que su equipo tenía “otras tareas que cumplir”.
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