Diciembre 18 / 21
Los inmigrantes se convierten en conejillos de indias con los que se experimentan las tecnologías de vigilancia. El efecto de unas fronteras estrictas e “inteligentes” “sólo causará más muertes”, dice a Gazeta Wyborcza la investigadora y abogada Petra Molnar, del Laboratorio de Derecho de los Refugiados (Refugee Law Lab) y autora del informe Technological Testing Grounds: Management Experiments and Reflections from the Ground Up (Campos de pruebas tecnológicas: experimentos de gestión y reflexiones desde la base).
GAZETA WYBORCZA.- Única agencia de la UE con sede en Varsovia, la Agencia de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex) se ha convertido en los últimos años en la mayor fuerza uniformada de Europa, con un presupuesto y un acceso a la tecnología cada vez más importantes. ¿Qué hace con estos recursos?
PETRA MOLNAR.- Utiliza una amplia gama de soluciones, desde robots avanzados hasta controles fronterizos automatizados, pasando por drones y experimentos basados en la inteligencia artificial. Por ejemplo, lleva varios años probando drones y dirigibles autónomos para vigilar el Mar Egeo y detectar embarcaciones de inmigrantes. Frontex también encargó un informe al grupo de expertos estadounidense RAND Corporation que explica cómo -basándose en datos espaciales, la inteligencia artificial y los algoritmos- pueden, por ejemplo, producir análisis de predicción avanzados que muestren dónde podrían intentar cruzar las fronteras las personas.
Sin embargo, el aspecto más preocupante de la operación de Frontex es que, según relatos muy fiables, sus agentes se dedican a devolver a los refugiados, especialmente a Turquía y Libia, a pesar de que esto es contrario al derecho internacional. Las tecnologías de vigilancia que Europa despliega a gran escala en sus fronteras facilitan estas acciones.
También está el proyecto europeo Roborder, que pretende crear “un sistema de vigilancia de fronteras totalmente autónomo” con robots terrestres, aéreos y marítimos.
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