Paola
Me decía que si no me gustaba, me fuera

Por: Yetlaneci Alcaraz y Marco Appel
Fotos: Yetlaneci Alcaraz

BERLÍN | ALEMANIA

Fue la semana previa a la Navidad de 2017 cuando la discusión entre Paola y su esposo volvió a subir por enésima vez de tono. Furioso, el hombre tomó a la niña de ambos, de apenas un año de edad, y se fue. En el departamento familiar, la joven mexicana se quedaría sola y aislada los siguientes días.

Porque sin saber alemán, sin un euro en la bolsa, ni llaves para poder entrar de nuevo a casa en caso de salir, ni crédito en el teléfono celular, ni señal de internet y ni siquiera un radio o una televisión, a Paola sólo le quedó esperar a que su pareja regresara e intentar en todo ese tiempo no perder la razón.

No era la primera vez que Dirk* la castigaba. Meses atrás había comenzado con el dinero e incluso con los arranques de violencia. Al ser el único que trabajaba, el hombre controlaba las finanzas de la familia a su antojo. La tarjeta telefónica del celular de Paola estaba a su nombre, así que también dependía de su humor el que ella tuviera o no crédito para comunicarse. Y el internet en casa no estaba disponible para ella. Cuando llegaban a ver televisión o escuchar radio lo hacían a través de la computadora de él. Ella nunca tuvo acceso ni a la máquina y tampoco tenía un juego de llaves propio para entrar y salir de su vivienda.

Pero esta vez fue diferente… porque además de todo lo anterior, se llevó a la niña y se fue sin decir cuándo volvería.

“Me dejó como en una burbuja, incomunicada completamente. Recuerdo que los primeros días ni siquiera tenía hambre. Me despertaba llorando y me dormía llorando. No podía pensar. Era un nivel de dolor desconocido. No entendía qué pasaba: estaba sola en un departamento, veía el cuarto de mi hija y sólo me preguntaba en qué momento pasó todo esto”, recuerda Paola.

El sentido de supervivencia de la mexicana se agudizó y recordó que alguna vez logró conectarse al servicio de internet gratuito de la ciudad en la parada del autobús que había justo afuera de su casa.

Subida a una silla, en el rincón de una de las habitaciones, logró conectarse a la señal y en uno de los tantos grupos de mexicanos en Alemania que había ubicado en Facebook lanzó un grito de auxilio.

Minutos después una mujer la contactó. Era una paisana que deseaba ayudarla. Fue así que horas más tarde Marjorie tocó a su puerta con una minidespensa (huevos, arroz, pan, queso, jamón) para comer un par de días más y un billete de veinte euros.

“Me sentí muy agradecida pero al mismo tiempo muy rota. Estaba moralmente muy deconstruida. Ahora te lo cuento tranquila, pero en aquel momento sentía que me volvía loca”, refiere Paola.

Paola y Dirk se conocieron en 2003 en Oaxaca, México, durante un viaje mochilero de él por las costas del Pacífico mexicano. Ambos eran jóvenes, con 20 años, y su romance duró lo que el viaje en el que se encontraron: dos meses. Sin el desarrollo actual de las redes sociales la comunicación entre los dos fue esporádica. Paola creyó - asegura- que nunca lo volvería a ver en persona.

Pero en 2015 el intercambio de mensajes se intensificó sobre todo a partir del cumpleaños de ella en el mes de mayo y porque Facebook les permitía estar al tanto uno del otro.

En aquel entonces Paola, oriunda del Estado de México -por cierto, uno de los lugares en México en donde más feminicidios se cometen- vivía en Tulum, en el Caribe mexicano. Su vida, podría decirse, era perfecta: trabajaba en el área de la hotelería, era guía de turistas, combinaba su afición por el buceo con el video y la fotografía, tenía amigos por montón y -como ella dice- era feliz.

Fotografías de aquella época muestran a una mujer joven, hermosa, delgada, con unos enormes ojos negros, intensos y brillantes, una cabellera oscura, larga y rizada cayendo sobre sus hombros o recogida en un moño, siempre sonriendo y efectivamente rodeada de amigos ya sea en la playa, buceando o en las instalaciones de los hoteles donde trabajó.

El chico alemán del que años atrás se había enamorado y que en ese momento se hacía más presente que nunca parecía ser la cereza en el pastel de su vida. Así que no pasaron ni dos meses luego de su cumpleaños cuando Paola aterrizó en Alemania como turista para intentar retomar la relación en el punto en el que se había quedado años atrás.

“En julio de 2015 lo volví a ver. Habían pasado 13 años desde la última vez y claro que me di cuenta que los recuerdos que uno tiene no son los mismos comparados con la realidad. El tiempo pasa y las personas cambiamos”, reconoce hoy. Pero Paola y Dirk se “reenamoraron” y disfrutaron el tiempo que su visado como turista le permitía estar en Alemania.

Tres meses después, antes de subirse al avión que la llevaría de vuelta a México, Paola asegura que el joven alemán soltó la propuesta al aire: “la única opción que tenemos para estar juntos es casarnos. Ya casados puedes venir a Alemania con la visa de reunificación familiar”.

Fue así que en diciembre de ese mismo año Dirk viajó a México: la arena blanca y el mar azul turquesa de las playas de Tulum fueron el marco de su unión civil con Paola.

En febrero de 2016 la mexicana aterrizó en Alemania para reunirse con su esposo. Con ella traía bajo el brazo su acta de matrimonio mexicana apostillada, una maleta de ropa, un costal de ilusiones en su cabeza y en su vientre un bebé ya en gestación.

Y fue en ese momento también cuando la historia de hadas comenzó a diluirse.

Paola pasó el mayor tiempo de su embarazo en Alemania sola. Sin amigos ni conocidos, su único contacto con el exterior era el curso de alemán nivel básico que tenía que solventar para poder recibir su permiso de residencia. Dirk trabajaba el día entero y para ella resultaba muy complicado el tema del idioma.

“No sabía ni decir hallo (hola), ni pedir un pan en la panadería”, recuerda y confiesa que el shock con el idioma era tan fuerte que tardó un mes en poder ir sola a un supermercado. Esa Paola fuerte e independiente que vivía sola en el Caribe mexicano comenzó a desdibujarse lo mismo que aquel Dirk relajado, ameno y cariñoso que ella había conocido.

“Mi esposo era físicamente la misma persona que conocí (en México), pero completamente otra en Alemania. Yo me enamoré del hombre divertido que él era cuando estaba de vacaciones. No lo conocía en su fase como workaholic, con el estrés del día a día y la presión de tener que sacar adelante a una familia”, reflexiona.

Sucedió entonces que él dejó de hablar con ella. Cansado del trabajo, cada noche regresaba a casa sin querer comunicarse y Paola, en cambio, esperaba el momento para poder hablar, hacer cosas y pedirle apoyo en otras. Comenzaron así las discusiones que pronto pasaron a ser faltas de respeto y groserías: “me decía que si no me gustaba la situación que me fuera”.

El día en que nació su hija, Dirk le pidió firmar unos papeles que ella ni siquiera sabía qué eran ni entendía porque aún su alemán era muy básico. Al salir del hospital se percató que la niña sólo tenía el apellido de su padre y no el de ella. Al preguntar el porqué la respuesta de él fue rotunda: “Así es en Alemania”. Con su firma, ella había autorizado, sin saberlo, que la niña sólo tuviera el apellido paterno a pesar de que al ser ella mexicana también podría haberle dado el suyo.

Paola asegura que tampoco fue consultada por su esposo si estaba de acuerdo en que fuera él quien recibiera el dinero de apoyo que el Estado alemán otorga a cada familia con niños. Simplemente él decidió que así sería.

Tras el nacimiento de la bebé la relación siguió deteriorándose. Paola tuvo depresión posparto y el cuidado de la niña las 24 horas los siete días de la semana (había días en que no dormía), más el hecho de tener que ocuparse de todas las tareas de la casa, la consumieron. Y él no lo entendió.

Los pleitos escalaron y llegó la violencia. Underground Periodismo Internacional tuvo acceso a documentos oficiales del proceso legal por la custodia de la hija de ambos que tuvo lugar meses después y cuyos detalles se omiten por una cuestión de protección de datos. El peritaje autónomo de la psicóloga forense a cargo que conoció las versiones de ambas partes y sus entornos deja en claro una situación que se repite en muchos de los casos que ocupa esta investigación: por un lado, la vulnerabilidad en la que se encuentra la mujer y la adversidad contra la que tiene que luchar cuando la relación amorosa fracasa y se tiene que enfrentar a todo un sistema para no perder la custodia de los hijos; y por otro, un hombre rebasado por una situación que no sabe afrontar (las necesidades de una esposa extranjera y el apoyo que se requiere para su integración), y cuya forma de huir de ella es levantar un muro de intransigencia, rechazo y violencia contra la mujer que antes dijo amar.

“Se iba de vacaciones él solo, y cuando yo llegaba a gastar 50 euros en comida en el supermercado me reclamaba. Si yo me atrevía a reprocharle algún gasto que él hubiera hecho me decía que me callara la boca, que era su dinero y él lo ganaba”, ejemplifica.

Paola

Deprimida, desesperada y en absoluta soledad -no tenía amistades y los problemas no los compartía con su familia en México, pues en ese entonces su papá padecía cáncer en fase terminal- Paola buscó ayuda. No soportaba la idea de que Dirk se llevara a su hija y un día nunca más regresaran. En el consulado mexicano en Frankfurt le dijeron que no podían hacer nada por ella. En la línea de apoyo telefónico contra violencia de género, instalada por el gobierno alemán, tampoco la asesoraron por no encontrarse en una situación de riesgo y emergencia. En la policía la mandaban a la Oficina de Protección al Menor y ahí -asegura- tampoco la tomaban en serio.

Se topó entonces -como muchas mujeres en la misma situación- con una violencia estructural e institucional que la revictimizó por su condición de migrante. Y es que sin mayor conocimiento sobre sus derechos, sin el dominio del idioma y sin conocer las vías institucionales adecuadas para denunciar el maltrato a Paola, el sistema le dejó claro que para mujeres como ella el camino no es fácil y es, incluso, adverso.

“Una siguiente vez llegué a la policía con los moretones de un día anterior y sólo me dijeron que no podían levantar un reporte, que me buscara un abogado, que fuera a la Corte…”, relata.

En 2018, Dirk dejó el departamento que compartían y dejó a Paola, literalmente, a merced de su suerte. Sin trabajo y sin dinero, la joven ha tenido que emprender una agotadora lucha para sobrevivir y mantener a su hija a su lado en un país que si bien ofrece apoyo y soporte a mujeres como ella, demanda no sólo el conocimiento de un idioma complejo como el alemán sino el dominio de la famosa y legendaria tramitología alemana, inexplicable incluso para muchos nativos de este país.

Paola

Gracias a un grupo de madres latinas en Facebook logró conseguir a una abogada que la ha orientado no sólo en el proceso de divorcio, que causó efecto en 2021, sino en lo referente a la custodia de su hija, que hasta el día de hoy comparte con Dirk. Al mismo tiempo, con la ayuda social que el gobierno alemán le otorga, logró rentar un pequeño departamento donde vive con la pequeña. Aunque goza de un permiso de residencia que le permite trabajar no puede hacerlo, pues la frágil salud de la niña y la falta de apoyo y solidaridad de Dirk se lo impiden.

Paola

“En algún momento busqué trabajo en el zoológico, como buzo, sin éxito; también pensé en dar clases de natación pero no es posible porque las piscinas abren a las 7 de la tarde y no hay quien se ocupe de mi hija a esa hora. Me interesaba el trabajo en hotelería pero (sin un documento oficial que avale mi preparación) no se puede. Pensé después que me gustaría aprender el oficio de la panadería, pero para eso hay que comenzar a las 4 de la mañana y me enfrento de nuevo al problema de quién cuida a la niña”, explica sin ocultar el gran sentimiento de frustración que le genera la situación en la que vive.

A principios de 2022 logró que el juez le permitiera viajar con la niña a México. Desde su llegada a Alemania no había podido volver a visitar a su familia y este pequeño triunfo (porque Dirk no otorgaba su autorización) significó un remanso de alegría. Y es que sabe que cuando menos en los próximos 12 años -hasta que su pequeña cumpla la mayoría de edad- vivirá anclada en Alemania.

Información útil

¿A dónde acudir en caso de violencia conyugal?

En España el Ministerio de Igualdad ofrece una página donde está toda la información relacionada a qué hacer si alguien es víctima de “violencia de género”. Las víctimas de violencia conyugal en particular pueden también encontrar ahí todos los contactos de apoyo. La página dispone de un botón de “salida rápida” para mayor seguridad:

https://violenciagenero.igualdad.gob.es/informacionUtil/recursos/telefono016/home.htm

En Francia, el ministerio del Interior ofrece en internet toda la información necesaria para actuar y proceder legalmente en caso de violencia conyugal. Aquí se pueden descargar igualmente todos los documentos que se tienen que llenar y presentar a la autoridad:

https://www.demarches.interieur.gouv.fr/particuliers/violence-conjugale

Línea permanente para las mujeres víctimas de violencia (Violence Femmes Info): 3919

En Alemania, el Hilfetelefon es la línea de ayuda gratuita que pone a disposición de la población el gobierno alemán y lo hace en varios idiomas, incluyendo el español. Cuenta con una página informativa muy completa que se puede encontrar también en nuestro idioma.

Teléfono: 08000 116016
https://www.hilfetelefon.de/es/asesoria-para-mujeres.html

Las agresiones físicas pero también las psicológicas se pueden denunciar ante la Policía al número 110

En Bélgica existen varios organismos de apoyo contra la violencia conyugal.
Por ejemplo, el Centre de Prévention des Violences Conjugales et Familiales ofrece varios servicios, entre ellos: línea de escucha telefónica, refugio, ayuda administrativa y social.

Teléfono: 02.539 27 44
[email protected]
[email protected]
www.cpvcf.org

Collectif contre les violences familiales (Lieja)
(Colectivo contra las violencias familiares)

Teléfono: 04.223 45 67
[email protected]
www.cvfe.be

Collectif des femmes
(Colectivo de mujeres)

010.47 47 69 (posibilidad en español)
[email protected]

Línea de escucha de la región valona (francófona): 0800 30 030
Línea de escucha de la región flamenca (neerlandesa): 1712
Para una situación que requiere una intervención de la policía: 101
Para una emergencia médica: 112

Para una lista de contactos más detallada en la región valona (francófona), Amnistía Internacional Bélgica ofrece la siguiente:

https://www.amnesty.be/campagne/droits-femmes/les-violences-conjugales/contacts-utiles-violences-conjugales

UNIÓN EUROPEA

Womens Against Violence Europe (WAVE) ofrece en línea una lista de contactos de ayuda para mujeres de 46 países europeos, incluso a nivel regional:
https://wave-network.org/find-help/

¿Cómo reconozco que soy víctima de violencia por parte de mi pareja?

De acuerdo con el Violentómetro, elaborado por el Instituto Politécnico Nacional, puedes ser víctima de una relación violenta, en un primer grado, si tu pareja:

  • Te hace bromas hirientes
  • Te engaña
  • Te chantajea
  • Te ignora o te aplica la ley del hielo
  • Te cela
  • Te espía en redes sociales
  • Te culpabiliza y descalifica
  • Te humilla en público

El siguiente grado de violencia en donde tienes que comenzar actuar es cuando tu pareja:

  • Te controla (el dinero, tus correos, tu celular, tus redes sociales) y comienza a prohibirte (amistades, la forma como te arreglas o vistes, los lugares a donde acudes).
  • Destruye tus artículos personales.
  • Te manosea y te hace caricias agresivas.
  • Te golpea “jugando”.
  • Te empuja, jalonea o patea.
  • Te encierra o aisla

El siguiente grado es cuando tienes que salir definitivamente de esa relación y pedir ayuda profesional. Y esto es si tu pareja:

  • Te hace “sextorsión” que es cuando te chantajea con difundir contenido íntimo si no accedes a lo solicitado.
  • Te amenaza con objetos o armas.
  • Te amenaza de muerte.
  • Te forza a mantener relaciones sexuales
  • Te viola
  • Te mutila.

La violencia última y más grave es el feminicidio.

¿Qué hacer si mi pareja me agrede física o psicológicamente en un país que no es el mío?

La Secretaría de Relaciones Exteriores y las abogadas consultadas para esta investigación (Isabel Fernández de Castillejo y Marta Matkowska) recomiendan como primeros pasos los siguientes:

  • Acudir a la policía a levantar una denuncia y mostrar todas las pruebas que sustenten la violencia. Se recomienda consultar a un médico que certifique por escrito las lesiones o daños infligidos así como hacer fotografías de éstos.
  • Entrar en contacto con algún organismo o asociación del país donde viva la víctima que dé apoyo psicológico, social o legal.
  • Buscar asesoría jurídica, cuyos costos usualmente debe asumir la víctima, aunque existen algunos servicios locales que la ofrecen gratuitamente.
  • Una vez que la víctima tiene un abogado, éste puede solicitar al juez una orden de protección, incluso si la víctima no vive en el mismo domicilio que el agresor.

Por otro lado, la abogada Isabel Fernández de Castillejo explica que como en muchos juzgados no se habla español, lo mejor para que una víctima que no domina la lengua del país no se presente en desventaja es que se haga acompañar a las reuniones y audiencias por alguna amistad que sí lo hable correctamente.

Por su parte, la abogada Marta Matkowska, recomienda buscar una asociación que pueda apoyar con las traducciones de los documentos legales, que ya de por sí son generalmente difíciles de comprender en la lengua natal para cualquier persona. Y sobre todo, aconseja tomar un buen abogado y no porque hable español nada más. Tiene que ser uno que conozca a fondo la legislación familiar y que sea empático con la víctima.

Para mayor información, consultar las recomendaciones que da la sección consular de México en Francia, que pueden aplicarse en otros países europeos: https://consulmex.sre.gob.mx/francia/index.php/es/proteccion-a-mexicanos/2-consulado/198-violencia-de-genero

¿Cuáles son las señales de que mi familiar puede ser víctima de violencia conyugal?

La mayoría de las señales pueden estar escondidas en las conversaciones que las mexicanas suelen tener con sus familias y amigos de México por internet.

La madre de Berenice Osorio, María de Viana, recomienda escuchar con mucha atención y fijarse en el comportamiento del familiar. Por ejemplo, ella notó que su hija comenzó a molestarse más y más cuando le preguntaba si estaba bien o tenía algún problema.

Otro detalle, que hoy reconoce como una prueba del control que el hombre ejercía sobre su hija, es que siempre él estaba presente en las videoconferencias, cerca o lejos pero en el mismo cuarto.

La psicóloga Mariana Alba de Luna señala que hay que estudiar el aspecto físico y el arreglo personal, si éstos se están deteriorando. Otra pista de que algo no va bien es cuando se ve claramente que la chica está exagerando su alegría para convencer a los demás que su relación amorosa y todo es absoluta felicidad. Cuando deja de llamar o empieza a interrumpir el ritmo habitual de sus comunicaciones puede ser otra señal de preocupación.

Aline, la hermana de Jessica Astorga, aconseja a las familias que tengan los recursos económicos suficientes visitar de vez en cuando a su ser querido y estar totalmente con ella y no en plan de turismo, y menos en compañía de más personas. Poder recuperar la intimidad con la víctima permite observar la situación real que ella está viviendo y ayudarla a salir del hoyo emocional.

¿Qué pueden hacer los testigos?

La ayuda de los testigos de violencia conyugal es importante. El Instituto Europeo para la Igualdad de Género recomienda a los testigos hacer lo siguiente:

  • Hablar con la víctima
  • Ayudar a la víctima a tener acceso a servicios de apoyo
  • Ayudar a la víctima a denunciar
  • Denunciar la violencia a las propias autoridades