“Era él o yo”: cuando la hija de un político nacionalista ruso rechaza la guerra en Ucrania

Una mañana de abril de 2022, Diana Isakova, la hija de 25 años del senador ruso Eduard Isakov, colocó en algún lugar de la ciudad de Sochi unos folletos contra la guerra para que cualquier gente los encontrara. Fue detenida casi inmediatamente. Al día siguiente su padre se enteró y, según Diana, la echó de la casa. Diana vive ahora en el extranjero, pero antes de abandonar Rusia, habló con Meduza sobre su padre, su decisión de oponerse públicamente a la guerra y cómo piensa trabajar por un futuro democrático para Rusia. Con la correspondiente autorización de ese medio independiente ruso, Underground Periodismo Internacional reproduce en español la historia de la joven activista, historia que expone cómo la decisión de un hombre en el poder puede desencadenar la separación afectiva de un padre y su hija.

Por cada político ruso de base que participa en el coro de mentiras que sostiene la guerra de Putin en Ucrania, hay familiares y amigos cercanos que tienen que decidir si denuncian la invasión y humillan al político o se quedan callados. Desde que comenzó la guerra, la gran mayoría ha optado por lo segundo. Sin embargo, unos pocos han sido incapaces de manejar la disonancia cognitiva y han roto con sus poderosos seres queridos.

En el caso de Diana Isakova, de 25 años, la decisión de separarse de su padre, senador ruso y ferviente partidario de Putin, puede haber sido inevitable: según cuenta ella, nunca hubo mucha diferencia entre Eduard Isakov el belicista y Eduard Isakov el padre, y ella no era fan de ninguno de los dos.

Describe a su yo más joven como una adolescente peculiar que valoraba el pensamiento crítico y estaba inusualmente interesada en la psicología y la espiritualidad. “Papá siempre me mostró lo inaceptable que era eso, y que no debía ser así. Intentó reeducarme, sobre todo en mi último año de colegio (…) menospreciando mis intereses en las conversaciones conmigo”.

De las declaraciones públicas de Isakov se desprende que le interesa más el patriotismo que la psicología. En 2016, por ejemplo, propuso otorgar “calificaciones de patriotismo” a las distintas regiones de Rusia en función de lo bien que las familias e instituciones de cada región inculcaran ese valor a sus hijos. “Educar a los niños con un sentido del patriotismo comienza con la familia, donde se forman sus valores espirituales y morales”, dijo una vez en un discurso ante el consejo de la federación rusa.

Pero a Diana esta afirmación le suena hueca. Sus padres se divorciaron cuando ella era pequeña, y aunque su padre siempre pagó la pensión alimenticia a tiempo, él está mucho más unido a sus tres hijos menores de lo que nunca estuvo con ella.

Foto: Facebook de Diana Isakova

“Papá era tan frío e inaccesible”, dijo a Meduza. “Para que (dos personas) tengan una relación, tiene que haber algún interés mutuo, y él siempre estaba más interesado en sus propias necesidades”.

Sin embargo, al igual que su padre, Diana cree firmemente en el poder de la familia nuclear (padre, madre e hijos). Sólo cree que es una fuerza negativa en la Rusia moderna.

“Si observas a la familia nuclear, la unidad en la que se educa a la gente en nuestro país, te darás cuenta de la misma falta de democracia que puedes encontrar en nuestro país en general”, comenta. “No hay democracia en la familia; se ignoran las necesidades de los niños”.

Para ella, la relación entre esta tendencia y la cultura política de Rusia es sencilla.

“Lo más probable es que nuestro sistema político esté formado por personas que experimentaron la violencia en la infancia y desarrollaron una tolerancia hacia ella y un sentimiento de que no hay otro camino posible. (Para ellos), la autoridad, la manipulación, la fuerza, el miedo y la represión son el único camino”, refiere.

Traidora a la familia


Dos años antes de que Diana terminara el instituto, y tras años de contacto ocasional con su padre, se mudó con él a Khanty-Mansiysk, ciudad del Distrito Autónomo de Khanty-Mansi, al que representa en el Consejo de la Federación de Rusia. En aquel momento, su carrera política estaba despegando.

“Pero así es como funciona nuestra familia: tienes al cabeza de familia, y todo lo demás gira en torno a él”, explica. Y cuando se graduó, ya estaba harta. A los 17 años decidió dejar su casa y recorrer el mundo en autostop.

“El modo en que mis padres me educaron fue uno de los principales factores que me llevaron a tomar la decisión de irme de casa. Debido al rechazo agresivo y al menosprecio de los intereses que mostraba, me sentía indeseada.”

En 2019, Diana “se enteró” de que se estaban llevando a cabo ejecuciones extrajudiciales contra hombres homosexuales en Chechenia. Aunque nunca se había pronunciado sobre un tema político -ella se consideraba “apolítica”-, no pudo quitarse el asunto de la cabeza. Decidió hacer una publicación en las redes sociales. Poco después, como un reloj, recibió una llamada de su padre.

“Me dijo: ‘¿Te gusta el trabajo de tu padre? Entonces bórralo (tu post)'”, recuerda Diana. “Obedecí. Pero ese fue el comienzo de mi interés por la vida política. Empecé a enterarme de todo tipo de información sobre asuntos extraños en las elecciones, grandes protestas y la crueldad arcaica de nuestro país. Empecé a sumergirme cada vez más en ello, guardando silencio todo el tiempo. Lo guardé todo dentro de mí, por el bien de mi padre”.

Guerra en Ucrania. Foto: Cristopher Rogel Blanquet para Underground Periodismo Internacional

Si realmente defendiera sus creencias, declaró Diana a Meduza, sabía que su padre la echaría y la mandaría al infierno. “Me di cuenta de que era él o yo. Y en ese momento, lo elegí a él”.

Pero el 24 de febrero, cuando Rusia lanzó su invasión a gran escala de Ucrania, algo cambió para Diana.

“Seguía a los ucranianos (en las redes sociales). Ni siquiera sabía que eran ucranianos, porque hablaban ruso con fluidez y se parecían a nosotros. Y de repente entré en Instagram y vi historias de chicas llenas de bombas y llanto. Sentí su sufrimiento como si fuera el mío propio”.

Después de eso, las relaciones entre Diana y su padre siguieron el guión habitual: ella hizo algunas publicaciones contra la guerra en las redes sociales, él empezó a enviarle propaganda a favor de Putin sobre cómo la guerra era una “operación de rescate”, y los dos pronto llegaron a un acuerdo tácito de no hablar del tema. Pero eso no se debió a que Diana hubiera decidido guardar silencio sobre la guerra: simplemente se dio cuenta de que con su padre no había nada que hacer.

Lo mismo ocurría con las protestas tradicionales. Intentó ir a una en Sochi, pero enseguida se dio cuenta de que cada persona que sacaba un cartel contra la guerra era detenida al instante. Así que cuando fue a una cafetería y conoció a otros aspirantes a activistas, entre todos decidieron idear un enfoque menos llamativo.

“Decidimos hacer folletos. Yo escribí un largo artículo. Los folletos tenían códigos QR que llevaban al artículo. Tenía una premisa psicológica: ¿Por qué no creen en ustedes mismos? ¿Qué es lo que pasa? Putin es una persona como nosotros. Despertemos. No somos la Alemania nazi. (…) Y ese era todo el plan: poner los folletos”, comentó.

La mañana en que Diana empezó a colocar los folletos, fue detenida. Aunque el FSB (Servicio Federal de Seguridad) le prometió que no se lo diría a su padre, al final del día le llegó la noticia.

“Tuvimos una conversación y todos mis temores se hicieron realidad. Me dijo que era una traidora a nuestra familia, una enemiga del pueblo y una criminal”, narró.

“No deberíamos simplemente disparar a Putin”

Como miembro de la oposición rusa -un papel que ahora ella puede permitirse desempeñar tras haber abandonado el país-, Diana tiene un plan ambicioso, aunque quizás no del todo detallado, para cultivar la democracia en Rusia. Se caracteriza por su visión del antiliberalismo político de Rusia como consecuencia del autoritarismo en la familia, y por el razonamiento de que los déspotas del país son producto de la humillación infantil y merecen compasión.

“Considero que el hecho de juzgar es su propia forma de odio. Es lo mismo que encarna Putin: crueldad, arrogancia e impunidad”, explicó a Meduza.

Sería fácil pensar que esta es la forma en que Diana disculpa a su padre por su apoyo a las acciones de Rusia en Ucrania, y tal vez lo sea. Pero aunque no sabe exactamente cómo podría aplicarse la justicia, cree que su padre debería, en última instancia, rendir cuentas por sus acciones, al igual que Vladimir Putin.

“Dentro de cada persona cruel, hay un niño infeliz que tiene miedo de admitir su debilidad, su vulnerabilidad y sus necesidades. En algún momento de su infancia, alguien fue cruel con él y fue doloroso”, dijo. “(…) Naturalmente, Putin debe rendir cuentas, pero eso no significa que le disparemos sin más. Buscando la venganza, estamos efectivamente yendo por el mismo camino de odio”.

En general, comentó Diana, la clave para construir una sociedad rusa más democrática y saludable será la educación, y eso es exactamente en lo que espera centrarse con una nueva iniciativa que llama Proyecto Poder del Amor. Parte de su plan consiste en contratar a psicólogos para que ayuden a la gente a entender “lo que está pasando realmente y por qué” y a superar “el lenguaje de la violencia” que habla Putin. También planea conseguir la ayuda de conocidos activistas y figuras públicas para que la ayuden a promover contenidos hechos con los mismos objetivos. Dice que no se deja amedrentar por su discutible falta de experiencia.

“Llevé a cabo una protesta (en Sochi), y lo considero muy valiente. En una ciudad sin oposición, como hija de un político, encontrar la manera de organizar algo así, en mi opinión, es muy valiente y genial. Después pasé varios meses en Moscú, donde hablé con los grupos de la oposición y analicé lo que más les preocupaba. Y estoy segura de que mi proyecto es inusual, progresista, contempla el problema desde un nuevo ángulo y ofrece una esperanza real”, concluyó Diana.

* * *

Eduard Isakov no respondió a las solicitudes de comentarios de Meduza. El 19 de agosto, poco después de que se publicara en ruso una versión más larga de la entrevista de Meduza con Diana, su padre publicó una declaración sobre ella en Telegram.

“Ella está tomando una posición en contra de la ejecución de la operación militar especial, en contra de la política de su propio país. Evidentemente, recibió dinero de ciertos medios de comunicación; en otras palabras, vendió a su padre, a su familia, a su Patria, y abandonó Rusia. Es difícil encontrar palabras para cuando tu hija resulta ser una traidora”, escribió.

Tres días después, el 22 de agosto, hizo otra declaración. “Los medios de comunicación están publicando titulares sensacionalistas sobre cómo ‘he repudiado a mi hija’, que son palabras que nunca he dicho. Mi hija y yo tenemos un conflicto, un serio desacuerdo.”

“No estoy negando mi responsabilidad por cómo se ha criado mi hija”, continuó. “Es mi hija y mi dolor”. Comentó que le propuso ir como voluntaria al Donbass (región oriental de Ucrania que Putin asegura estar protegiendo con su invasión) para “conocer de primera mano las razones de la operación militar especial”.

(Traducción: Underground Periodismo Internacional a partir de una versión en inglés de Sam Breazeale).

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