PARÍS, Francia.- Para los que vivimos en países en el hemisferio norte, y particularmente para los que emigramos de otro en donde la luminosidad está más presente todo el año, los estados depresivos durante el invierno no son una casualidad. Hay gran cantidad de estudios publicados sobre el efecto de la disminución o falta de luz solar en el estado de ánimo, sobre cómo altera los ritmos circadianos, así como los niveles de serotonina y melatonina, todo ello relacionado con la sensación de bienestar y los ciclos de sueño.
Para algunos el impacto es mínimo, mientras que para otros puede provocar hasta una depresión clínica.
Me pregunté, queridos lectores, si lo que tenía era una “tristeza invernal” o si estaba padeciendo algo que se llama Trastorno Afectivo Estacional (TAE o SAD, por sus siglas en inglés: Seasonal Affective Disorder).