BRUSELAS, Bélgica.- “Explorador musical”, “aventurero sonoro”, “beatmaker universal”, “artista polivalente”… largo es el inventario de calificativos a los que la prensa europea -e internacional- ha recurrido para definir el estilo del productor y dj que, como escribió la revista cultural francesa Les Inrockuptibles, ha “revolucionado” la escena belga del hip hop.
Ese artista es Fabien Leclercq, a quien el público en general conoce como Le Motel. Y sí, él contribuyó decididamente en el nacimiento de un fenómeno musical, el de Roméo Elvis, un joven rapero de Bruselas con el que grabó dos álbumes que tuvieron gran impacto: Morale, en 2016, y Morale 2, el año siguiente, los cuales captaron una atención sin precedentes en Francia.
Pero el mundo creativo del productor no tiene límites porque, a decir del portal belga Music Mania, es “un vórtice visual y sonoro que recorre los muchos y variados rincones del planeta”.
A sus 33 años, Le Motel dirige su propio sello discográfico, Maloca, y se ha convertido en un codiciado productor que encadena colaboraciones con artistas de diferentes culturas y géneros: desde el rapero nigeriano Magugu a la reguetonera española Clara!, o de la videógrafa y rapera keniana Nah Eeto al etéreo guitarrista Bruce Wijn.
América Latina, por la que viajó durante nueve meses hace una década, no escapa a sus oídos. Underground Periodismo Internacional charló con Le Motel sobre su más reciente viaje a México y su especial relación musical con el país. Fue una conversación informal en una cafetería que acaba de abrir a unos pasos de donde él vive en la capital belga.
Empecemos por la pregunta que suele hacerse al final: ¿En qué estás metido ahora?
Estoy terminando un álbum que empecé hace un año en Vietnam en colaboración con una artista y poeta de ese país. Y acabo de regresar de México, donde grabé sonidos de la naturaleza. En Baja California Sur capturé el canto de las ballenas con un hidrófono (un micrófono acuático). Y en Michoacán fui al Paricutín a grabar el sonido del volcán con un geófono, un instrumento que se coloca bajo tierra para registrar la actividad sísmica. En principio, eso es cosa de vulcanólogos, pero gente un poco loca empezó a fabricar sus propias marcas por su lado. Yo usé una de Eslovaquia, LOM, que se interesa en el medio ambiente y la música y hacen unos micros especiales para ese fin. Fue la primera vez que lo uso y fue una muy buena experiencia.
Entonces fuiste ya con el plan de “grabar” el Paricutín…
Sí. Fui con mi novia que es de Michoacán. Sus padres son vulcanólogos. Su papá trabajó mucho tiempo en el Paricutín. A mí siempre me han interesado los volcanes y su relación con el sonido. Así que grabar el Paricutín fue sobre todo un proyecto de experimentación que resultó en una vivencia muy profunda y muy linda al mismo tiempo. Fue como poner un estetoscopio en el corazón, pero del volcán. Esas grabaciones quizás las vaya a usar en algún sound design (diseño de sonido) o para hacer música.
Ya habías estado en México antes…
Sí, hace diez años. Estudié diseño gráfico aquí en Bruselas y cuando salí empecé a trabajar. Un año más tarde pensé en hacer un viaje largo. Me dije: ‘tiene que ser ahora porque después será mucho más difícil‘. Así que me fui a Canadá a trabajar y ganar dinero para seguir viajando. Luego estuve en Estados Unidos. Ahí tomé un tren de Chicago a San Francisco; ¡fueron 54 horas! (risas). Me quedé un poco en California porque en ese momento salió mi primer EP con una disquera de Los Ángeles, TAR.
Quería ir a México. Tenía un muy buen amigo mexicano aquí en Bruselas. Él venía de Guadalajara. Así que viajé allá. No sabía, pero había muchos amigos suyos que conocían mi música y la tocaban en radios underground de Guadalajara. Sus amigos fueron por mí a la estación y me organizaron una fecha para tocar todos juntos en un lugar increíble, un patio interior como para 200 personas. Todos los dj’s que se presentaron esa noche estaban en el mismo mood musical que yo en ese momento. Así que mi primer contacto con México fue con la música y con amigos.
¿Qué más te marcó en esa primera experiencia musical en México?
Estuve tres semanas en total, descubriendo todo. En ese momento comenzaba a hacer más música y siempre a donde voy hago mucho field recording (grabación de campo, fuera del estudio). Estuve viajando y grabando cosas, conociendo gente y diferentes maneras de componer. Y me clavé en una disquera independiente súper interesante de la Ciudad de México. Se llama N.A.A.F.I. y me influenció mucho. Su sonido es único: es uno muy conectado con la música electrónica pero también con México. Muchos de sus artistas son mexicanos y algunos mezclan música prehispánica con electrónica, por ejemplo. Es un sello muy vanguardista, en el que no hay fronteras entre los géneros.
Algunos de ellos se presentaron en Bélgica hace unos años…
Sí. En México conocí a uno de los tres fundadores de N.A.A.F.I., Fausto Bahía (o Tomás Davó). Cuando vino a Bruselas hace dos o tres años lo invité a mi espacio en Kiosk Radio. Después él me invitó a Amberes a una fiesta de N.A.A.F.I. en un antiguo streap club polaco. Había muchos artistas del sello discográfico, entre ellos Tayhana, una productora argentina basada en la Ciudad de México desde hace años. Ella colaboró en el disco (Motomami) de Rosalía.
No podía faltar: la compra de vinilos; meterse horas a buscar en lo desconocido hasta encontrar la o las pepitas de oro musicales. El famoso digging que tanto emociona a los melómanos de corazón. Le Motel escarbó y los siguientes son algunos de los tesoros que se llevó de México. Pero mejor que él relate cómo dio con ellos.
…Existe el Infierno? Por el padre Manuel Clave.
Desafortunadamente -o lo contrario-, no encontramos ninguna referencia a este viejo disco en internet. Foto: Marco Appel
Templo Mayor. Antonio Zepeda
Discos Olinkan (1982). Zepeda es junto con Jorge Reyes uno de los exponentes más conocidos de la música prehispánica contemporánea.
Maestros del folklore michoacano Vol.1
Director: Arquitecto Arturo Macías A. Discos Peerles (1973). Contiene la música de la Danza de los viejitos, interpretada por la Orquesta de cuerdas de Gervasio López. Foto: Marco Appel
Comala. Jorge Reyes.
Grabado en Estudio Cristal de Polygram para Producciones Exilio (1986).
La obra maestra de la carrera solista de Jorge Reyes, donde mezcla instrumentos electrónicos y prehispánicos dando un género que se catalogó en su época como etno-fusión.
Desde aquel 2014 nunca has perdido la relación con la escena mexicana…
Siempre seguí en contacto con mis amigos de allá. Por eso tenía tantas ganas de ir a México ahora. (En 2020) fundé mi propio sello discográfico, Maloca, que tiene conexión con muchos artistas de todo el mundo, incluyendo de México. Por ejemplo, en la primera compilación participa un artista mexicano que se llama OMAAR, y en la segunda, que salió hace poco (diciembre pasado), también hay una mexicana que se llama Última Esuna. Ella es de Veracruz, pero vive en Montreal, donde la conocí. También aparece Tristan Arp, un artista de Nueva York que vive en Mexico desde hace unos años. Además, la portada de mi más reciente álbum, Kernel Panic, fue diseñada en su estilo 3D por la mexicana Vica Pacheco, que radica en Bruselas.
Tú eres un productor completamente receptivo a los sonidos de todo el mundo y género. Eres una esponja sonora. Por eso te pregunto qué es lo que distingues de México entre tantas culturas musicales que has conocido.
Para responderte, lo mejor es contarte mi última noche en México, musicalmente hablando la más completa de mi reciente viaje. Resulta que mi novia co-fundó con su hermana y otros amigos una feria de libros de arte llamada Index Art Book Fair, la cual celebraba 10 años. A la fiesta de celebración invitaron a tocar a Discos Morelos y Sonido Continental 2000, que son sonideros. A mí me interesa la cultura de los sonideros; veo una conexión con la cultura (en origen jamaicana) de los sound system, el dub (música electrónica que mezcla reggae)… y con la película Ya no estoy aquí ¿Ya la viste?…
Sí, claro, sucede en Monterrey; los personajes se mueven en la cultura de la cumbia rebajada (cumbia a velocidad más lenta)…
Me encantó. Creo que ahora hay más gente que se interesa en ese género, la cumbia rebajada, que es como un dub en versión mexicana, una cumbia con más bajos…
Es un sonido muy denso, ¿no?
Sí. Recuerdo que en mi último día también estuve en un barrio (el centro histórico) en donde hay muchas tiendas de equipos de sonido. Cada una pone el volumen de su sistema más fuerte que la otra (el entrevistado hace ruidos) es un caos (risas). Mira, estuve en esta tienda (le muestra a este periodista una foto de su cuenta de Instagram), es Discos Sonorámico (está en la calle República de El Salvador). “Música de barrio solo para latino” (risas). Es una tienda de vinilos y cds. Pregunté a uno de los que atienden si tenían cumbia rebajada. Me contestó: ‘no, nosotros la rebajamos’. Y cada sonidero tiene su estilo para hacerlo. El tenía a lado su mixer (mezcladora) y me dijo: ‘mira, así lo hacemos’. ¡Así que me enseñó en directo, en live, cómo la rebajaba! (risas)…
Y luego cuando regresaste lo hiciste en tu más reciente set de Kiosk Radio…
Sí, un poco (risas), es verdad… Con los USB que compré en el mercado. Algunos tracks ya están rebajados directamente, y con otros hay que experimentar en vivo con el pitch (el ajuste del tono).
Ya en la noche de ese día tuve una presentación en el club Yuyu. Ahí toqué de las dos a las cuatro de la mañana. Fue súper interesante poder conectar con la gente de la ciudad. Cuando viajo y tengo una oportunidad de tocar en otro país, lo que más me gusta es conectar con la gente y ver qué tipo de sonido funciona o no.
El set que presenté en el Yuyu me gustó mucho. El club es bastante pequeño, pero hay una energía muy intensa. La gente estaba muy abierta. En mis sets toco miles de estilos de música, pero había preparado algo para el Yuyu: una mezcla de mi música o de mi disquera con cosas de inspiración latina, como ritmos de guaracha o música de artistas del sello colombiano TraTraTrax o de N.A.A.F.I. Hice una mezcla de todo eso y generó muy buena onda.
Después nos fuimos al departamento de unos mexicanos que conocimos ahí. Escuchamos y hablamos sobre cumbia. Finalmente, nos fuimos de after a La Lagunilla (risas). ¡Fue el mejor after de mi vida! (más risas).
¿Por qué?
¡Porque todo era increíble! Me interesa mucho también la escena del cumbiatón, un movimiento que fusiona cumbia y reguetón. Con Rosa Pistola (una dj y productora colombiana que radica en México) conocí a muchos artistas de este género. Ella trabaja mucho en poner luz sobre esta música para que quienes la producen sean más conocidos en Europa y vengan a tocar. Es verdad que hay un hype (que causa expectativa) del sonido (del género urbano) de México y Colombia, pero los artistas de América Latina no vienen a tocar aquí.
Entonces terminaste de after en La Lagunilla…
Sí. Era un domingo y aun así había tanta energía en la gente. Estuve en un bar donde venden micheladas, con una súper buena selección de cumbiatón puesto a todo volumen. Yo estaba como loco ahí porque la música era buenísima. Recuerdo también que había gente queer, drag… Sentí un ambiente muy abierto y me encantó eso. Y todo esto que te cuento ¡en una sola noche! Imagínate, pasar de los sonideros, al club y luego al otro día el after en La Lagunilla. Eso es México.
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