Ambos estudiábamos periodismo, nos encantaba el rock y la literatura. También apoyábamos las reivindicaciones indígenas y de justicia social del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Eran los noventa en la Escuela de Periodismo Carlos Septién, en la Ciudad de México, y parecía inevitable que Alejandra López Martínez y yo nos hiciéramos amigos. Conocí más tarde a su marido, Raúl, un gringo a toda madre nacido en una familia mexicana de Chicago, quien convenció a Alejandra de mudarse a Estados Unidos.
Ella desde Chicago y yo desde Nueva York continuamos nuestro trabajo periodístico. Con los años, Alejandra cambió de profesión. Ahora es maestra del sistema público de educación de Chicago. No me sorprende. Los maestros de esa ciudad han liderado muchas batallas nacionales por obtener mejores condiciones de trabajo para docentes en todo Estados Unidos, incluso durante la pandemia.
Investigando para Underground contacté a Alejandra, quien seguramente conocería el caso de un joven cuyas aspiraciones hubieran sido truncadas por la pandemia. No me equivoqué. El resto de esta historia está en forma de reportaje.