Mayo 08 / 21
BUENOS AIRES, Argentina.- A los 19 años Nahuel Tuya, un joven uruguayo que jugaba al futbol en Montevideo, sintió que se iba a morir en medio de la calle. Era el 19 de marzo de 2020 y volvía de tomar mates con su novia. Al caminar la primera cuadra le empezó a doler la cabeza, se le aceleró el corazón, le pesaban los hombros y, de pronto, dejó de ver. Había tenido un ataque de pánico. Ese fue el primero de muchos otros que lo acompañaron durante casi un año, y que, en los peores momentos, se repetían varias veces en un mismo fin de semana.
Diez meses después de ese episodio quiso dejar de sufrir. Empezó un tratamiento psicológico y tomó una decisión que cambió el destino que creía tener para su vida: dejó el futbol profesional.
“Ya no quiero jugar futbol, espero que me entiendan. Si sigo jugando me voy a terminar matando, tengo mucho dolor y creo que la solución es apartarme de esto”, recuerda que les dijo por teléfono a sus representantes. Para ese momento, no solo tenía crisis sino que le habían diagnosticado depresión. “Yo estaba en la parada esperando el colectivo para irme a entrenar y tenía más ganas de tirarme abajo del colectivo que de subirme”, cuenta a Underground.
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