Restitución de bienes culturales, ¿cómo y a quién?

El Museo Etnológico de Berlín cuenta con la colección de objetos mesoamericanos más grande fuera de México. Apenas en septiembre fueron inauguradas las últimas salas pendientes luego de su mudanza al Foro Humboldt, el proyecto cultural alemán más importante de los últimos años, ubicado en el corazón de la capital alemana. El evento es el pretexto para abordar debates importantes y necesarios como la descolonización de los museos europeos y la restitución de cientos de miles bienes culturales que se encuentran en suelo extranjero; el debate también debe incluir la complejidad que implican devoluciones de este tipo.

BERLÍN, Alemania.- El lienzo Seler II es una especie de libro de historia tipográfico post colonial en el que hace 500 años los pueblos que habitaban el Valle de Coixtlahuaca, en el actual estado de Oaxaca, registraron acontecimientos importantes relativos a su fundación y límites territoriales. Sobre los casi 16 metros cuadrados que lo conforman, estas culturas dibujaron de manera espectacular acontecimientos sociales de alta importancia y plasmaron sus linajes de 500 años previos.

Se trata de un valioso telar que si bien proviene de la temprana época colonial está más apegado al estilo prehispánico tanto por su pictografía como por la técnica de telar de cintura con que fue hecho y que se utilizaba antes de que los españoles tocaran suelo mexicano.

Este tesoro de la época mesoamericana -que por cierto lleva el nombre del explorador y coleccionista alemán Eduard Seler, quien en 1897 lo llevó de México a Berlín-, es una de las piezas principales de la llamada colección de las Américas que se exhibe en la nueva sede del Museo Etnológico y de Arte Asiático de Berlín.

Apenas en septiembre de este año – coincidentemente el día 16, cuando los mexicanos celebran el día de su Independencia- se inauguró el ala este del Foro Humboldt, que alberga justamente las colecciones del continente americano así como la parte faltante de Asia y África. Ya en 2021 el ala oeste había sido inaugurada.

El evento fue importante porque con el acto no sólo quedó oficialmente terminado en su totalidad el mayor proyecto cultural de los últimos años en Alemania (que implicó la reconstrucción del Palacio Real de Berlín, en donde se encuentra el Foro Humboldt ), sino que el público tuvo de nuevo acceso a lo mejor de una de las colecciones de arte mesoamericano más importantes fuera de México y Guatemala, la del Museo Etnológico de Berlín.

La oportunidad, sin embargo, también sirvió para poner sobre la mesa uno de los temas sobre el que cada vez más abierta y directamente se debate de este lado del mundo: el pasado colonial, la restitución del vasto pero ajeno patrimonio cultural que posee Alemania y la descolonización de los museos europeos.

Ese día, ante medios y gente que acudió al acto de inauguración, la misma ministra de cultura alemana, Claudia Roth, reconoció:

“Vengo aquí como ministra de Estado responsable de Cultura, pero también como ciudadana que quiere ser convencida, y que necesita ser convencida, de esta idea de presentar en un edificio señorial del siglo XVIII reconstruido una colección de arte que, en parte,  proviene de un contexto colonial (en el que tomó parte activa) esta dinastía (a quien perteneció el palacio)”.

La política alemana dejaba en claro que la actitud frente al tema, aunque gradualmente, ha virado y hoy no se puede evadir más el contexto en que los tesoros de tantas culturas llegaron a este país. Por eso agregó: “Sé que también se ha hecho mucho para ver esta casa (el foro Humboldt) como un lugar de crítica y autocrítica con el tema de la herencia colonial”.

El ejemplo perfecto de ello son los bronces de Benín, otra de las colecciones estrella de la recién inaugurada ala este del museo. A finales del siglo XIX los ingleses conquistaron el reino de Benín -actual territorio de Nigeria-, exiliaron a su rey y saquearon el palacio real. El botín de los ingleses fue una valiosa colección de arte estatuario de bronce elaborado entre los siglos XIII y XVIII. Además de llevársela al Reino Unido, los conquistadores la comercializaron por toda Europa y Estados Unidos. En la actualidad, Alemania es el país en donde se encuentra la mayor colección de estos bronces.

Bronce de Benín. Rey con dos figuras acompañantes, panel en relieve, latón, Nigeria, siglo XVI © Museos Estatales de Berlín, Museo Etnológico / Jörg von Bruchhaus

En el siglo pasado Nigeria reclamó la devolución de sus bienes robados sin éxito. Pero en 2007 logró el establecimiento del denominado Grupo de Diálogo Benín, en el que los museos de Europa comenzaron a discutir con socios nigerianos el futuro de los objetos saqueados al antiguo reino que se encuentran en sus colecciones. El Museo Etnológico de Berlín se unió en 2010 a este grupo y tras una larga negociación se sentaron las bases para que en agosto de 2022 Alemania aceptara devolver 500 objetos de bronce a Nigeria. Con la salvedad, sin embargo, de que una tercera parte de éstos permanecerán todavía durante diez años en suelo alemán en calidad de préstamo y cuando ese tiempo pase, se someterá su devolución definitiva a otra discusión. Hoy esas piezas son las que pueden ser admiradas en el Foro Humboldt desde el pasado mes de septiembre.

Como los bronces de Benín, hay una importante cantidad de bienes culturales que, bajo el contexto colonizador, terminaron en suelo alemán.

Por mencionar otro ejemplo: el busto de la reina egipcia Nefertiti. En 1912 mientras realizaban excavaciones en Amarna el equipo comandado por el egiptólogo alemán Ludwig Borchardt encontró la famosa escultura. Existía el trato con la autoridad egipcia de que de todos los objetos encontrados el 50 por ciento sería para Egipto y el otro 50 para Alemania. Así, al término de la expedición Borchardt elaboró dos listas enumerando los hallazgos y el representante del servicio de antigüedades egipcio habría elegido aquel lote en el que no se encontraba el busto de la reina. Años después salió a la luz un documento de los archivos de la Compañía oriental alemana, encargada de aquellas excavaciones, en el que se deduce que Borchardt habría ocultado el valor real de la efigie, a fin de asegurar su posesión.

Egipto ha reclamado en vano la devolución de la famosa escultura en numerosas ocasiones. Pero en este caso, Alemania se ha negado rotundamente a ello alegando que la pieza fue adquirida de manera legítima.

El caso mesoamericano


En el caso de Mesoamérica, si bien el imperio alemán no colonizó su territorio -a diferencia de África, donde estableció colonias en Camerún, Togo, Tanzania y Namibia durante el siglo XIX- sí contó con numerosos exploradores que viajaron y recorrieron a lo largo y ancho el continente americano estudiándolo, descifrándolo pero también coleccionando, bajo métodos de todo tipo, un sinfín de piezas con alto valor histórico y cultural.

La colección que posee el Museo Etnológico de Berlín, por ejemplo, es considerada una de las mayores y más rica que existe fuera de los países que hoy conforman lo que alguna vez fue Mesoamérica. El vasto acervo que se encuentra en la capital alemana se debe fundamentalmente al trabajo del doctor y etnólogo Adolf Bastian, fundador y primer director del museo y quien se esmeró en conseguir para éste una amplia colección de objetos procedentes de las culturas del denominado nuevo mundo.

Y aunque en el debate sobre el tema de la restitución de bienes los alemanes se han suavizado e incluso han señalado que bajo contextos de robo y saqueo debe existir sin duda la posibilidad de devolución (el caso de los bronces de Benín representa un hito), el criterio parece no aplicar para aquellos bienes que, aseguran, se obtuvieron de manera legal. El problema es que en muchos casos no siempre lo legal coincide con lo moral o ético, como lo demuestra el caso de la Nefertiti.

Dos ejemplos más en lo que hoy es México y Guatemala.

Carl Uhde  fue un comerciante y coleccionista alemán que de 1823 a 1835 se instaló en México para hacer negocios. Según refiere la información del propio Museo Etnológico, Uhde aprovechó la inestabilidad política del joven país (recién independizado de España) para pagar a jóvenes jornaleros a quienes enviaba a excavar, ubicar y comprar objetos del México antiguo. Así logró juntar un lote de cerca de 6 mil objetos arqueológicos con los que volvió a Alemania y que, en un principio, presentó en exhibición en su castillo Handschuhsheim, en Heidelberg. Tras su muerte, la Cámara de arte prusiana adquirió la colección en 1862. Varios de los objetos relativos a la cultura azteca que se presentan en el Foro Humboldt provienen de esta colección.

Además del lienzo Seler II, que se describe al inicio de este texto, otro de los objetos destacados de la sección mesoamericana son las Estelas mayas de Cotzumalhuapa, territorio ubicado en la costa pacífica de lo que hoy es Guatemala. En 1876 el alemán Adolf Bastian visitó la región y quedó impresionado con las esculturas de piedra que ahí encontró. De inmediato negoció su compra con Pedro de Anda, el dueño de la hacienda Peor es nada, en donde se encontraron las piezas, y contrató al investigador lingüista Carl Hermann Berendt para que coordinara el traslado a Alemania. De manera sorpresiva, los alemanes encontraron resistencia por parte del entonces ministro de Fomento guatemalteco, quien se opuso a que las piezas salieran del país. Pero gracias a la intervención del embajador alemán Werner von Berger, quien obtuvo una carta de “permiso” de otro funcionario, fue que las piezas lograron salir del país.

Sala mesoamericana. Museo etnológico de Berlín. Al fondo, estelas mayas de Cotzumalhuapa. © Museos Estatales de Berlín, Museo Etnológico

Similares son las historias de miles de objetos que conforman la colección del museo. Del total, por cierto, sólo 5% están al alcance del público en las salas de exhibición. El resto permanecen en las bodegas de la antigua sede en Dahlem, al suroeste de Berlín, según información de la propias autoridades del museo.

No a la restitución pero sí a la colaboración


Viola König fue durante 16 años (de 2001 a 2017) directora del Museo Etnológico de Berlín. A ella le tocó esbozar el nuevo concepto del museo que se mudó al Foro Humboldt y como pocas personas en Alemania conoce las culturas y escrituras de los antiguos pueblos mesoamericanos. El tema de las restituciones no le es ajeno, pues como directora del Museo le tocó conducir alguna de éstas. Su posición al respecto es y fue muy clara durante el tiempo que dirigió la institución: restitución sí, pero sin negociar con los gobiernos, sino directamente con las comunidades y dueñas originales de los objetos.

“Una restitución general a un gobierno nacional (centralista) no es de utilidad para la gente que tiene que aprender sobre la grandeza de sus culturas y que se encuentra en Yucatán, Oaxaca, Chiapas o Hidalgo. Si los objetos pudieran llegar ahí, directamente a las comunidades -no olvidemos que existen los museos comunitarios- yo lo aceptaría con mucho gusto. Pero devolver a un gobierno nacional, orgulloso de su patrimonio cultural, perdón (pero) muchas cosas están Europa porque no se pudieron conservar en México. Salieron porque Porfirio Díaz lo aceptó. Entonces la restitución sí, pero a las culturas directamente”, dice tajante en entrevista con Underground Periodismo.

Con mayor mesura pero en el mismo sentido se expresa Ute Schüren, actual curadora de la sección de Mesoamérica del Museo Etnológico de Berlín. En entrevista por separado explica, sin embargo, lo poco viable que resulta una restitución si la solicitud de ésta no se hace de gobierno a gobierno. Y de entrada, aclara, no existe ninguna petición formal de México para que le sea devuelta alguna pieza.

“El tema es legal. Sólo puede haber negociaciones a nivel de los gobiernos federales. Así fue, por ejemplo, en el caso de los Bronces de Nigeria. En el caso de México, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) es el único que tendría la facultad de reclamar. Ya si ellos desearan apoyar a un museo comunitario (para que recibiera alguno de estos bienes), es posible, pero el interlocutor (con Alemania) sólo sería el INAH. El dueño del patrimonio histórico y cultural es sólo el gobierno, el Estado mexicano y esa es la situación legal”, explica.  

En la entrevista König toca dos fibras esenciales pero incómodas dentro del debate: restitución ¿a quién, cómo y para qué? Y es que parte del argumento de quienes consideran que el tema de las devoluciones no es tan sencillo como simplemente regresar piezas y objetos a sus lugares de origen es cómo se puede garantizar la conservación y el bienestar de éstos.

Un ejemplo: tan sólo para conservar, transportar y exponer el Lienzo Seler II en la nueva sede, se realizó una inversión de alrededor de 200 mil euros, según reveló a medios alemanes el actual director del museo, Lars-Christian Koch. Y es que, luego de 50 años de no haber sido movido de la vitrina de cristal dentro de la que colgaba en la antigua sede del museo, en Dahlem, el telar de algodón fue sometido a una restauración y enrollado en papel libre de ácido para no ser maltratado durante su transporte al centro de Berlín.  La vitrina en la que hoy se encuentra fue construida especialmente para él y cuenta con una especie de persiana enrollable que se sólo se abre cada determinado tiempo durante los 10 minutos para que la gente lo pueda admirar y luego se cierra para proteger al sensible textil de la luz de la sala que lo alberga. El valor de la pieza, lo saben los alemanes, lo amerita. Y la pregunta es si en México podría estar mejor.

Lienzo Seler II © Museo Etnológico de Berlín. Fundación Foro Humboldt Alexander Schippel

Mónica Pacheco es maestra en estudios mesoamericanos y etnología y doctora en historia por la Universidad de Hamburgo. Durante años esta mexicana ha sido parte del equipo que estudia y descifra el Lienzo Seler. Su trabajo específico fue la interpretación geográfica del telar; le tocó viajar a Oaxaca e identificar en el campo la topografía plasmada en él. Conoció y convivió con la comunidad del Valle de Coixtlahuaca.

Su postura sobre el tema de la restitución también es clara: se tiene que analizar objeto por objeto y determinar el valor real que represente para la comunidad a la que alguna vez perteneció. Y ejemplifica: “Por ejemplo, el famoso penacho de Moctezuma en Viena. Se sabe que de entrada Moctezuma no utilizaba penacho; ese que se encuentra en Viena es uno de los miles que existían en aquel tiempo -que servían de ornamento- y que alguien compró, decidió llevárselo a Europa y con el tiempo resulta que es el único que se conserva y eso entre comillas porque fue totalmente restaurado en el siglo XIX. Entonces qué sentido tiene reclamarlo: no fue el penacho de Moctezuma y como símbolo no significa nada entonces”.

El caso del telar, en cambio, es otro. “Son documentos muy importantes porque son parte de la memoria histórica del pueblo y se basan en documentos más antiguos como los códices.  Si me preguntas al respecto, te puedo decir que ese telar está listo para regresar a su casa porque la comunidad está lista para recibirlo y porque otras como Tulancingo lo tienen consigo”.

Con la campaña #MiPatrimonioNoSeVende la actual administración del gobierno mexicano registra, desde diciembre de 2018, la repatriación de casi 9 mil piezas que se encontraban en el extranjero de forma ilegal. En la gran mayoría de los casos se trata de objetos provenientes de colecciones particulares.”

Pacheco Silva es consciente sin embargo de la complejidad de ello y reconoce que de no haber sido llevado a Alemania es probable que el Lienzo Seler II no existiría ahora. “En mis investigaciones descubrí que el archivo histórico de la ciudad de Coixtlahuaca fue tirado completo a la basura en los años 80 porque el techo del inmueble en el que se encontraba colapsó y todo aquello se mojó con las lluvias. La persona que estaba a cargo en aquel entonces lo que hizo fue dar la orden de que se deshicieran de ese ‘mugrero’ y lo llevaran todo a la basura. Es probable que el lienzo, de haber permanecido en la comunidad, hubiera tenido ese mismo fin”.

Y aunque en realidad el camino de la restitución, para el caso de piezas mexicanas en museos alemanes, no parece próximo, sí lo es la intención de trabajar estrechamente con comunidades en el entendimiento de toda esta riqueza.

“Queremos aumentar la cooperación mucho más que antes, sobre todo ene relación con los objetos que tienen gran valor para las comunidades de donde provienen. Estamos trabajando en un proyecto de residencias para facilitar que la gente pueda venir a estudiar las colecciones. El lienzo es un candidato para eso y sabemos que en Coixtlahuaca hay un museo comunitario. La idea es contactar a la gente de allá y ver si tienen interés de cooperar con nosotros para que puedan tener una idea del original y vean cómo lo presentamos acá. Eso antes no existía. Ahora hay esa disposición”, concluye Ute Schrüren.

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