La reciente conciencia ecológica despertada en una parte de la población impone el cambio de paradigmas en muchos aspectos. Uno de ellos es el que se refiere a los tiempos de descanso y distracción apreciados, defendidos y considerados casi sagrados para muchos: las vacaciones. Hoy por hoy viajar, sobre todo si es de larga distancia, se considera una de las actividades humanas que más daño ecológico pueden producir al planeta; sin embargo, pocos están dispuestos a prescindir de ello. La organización humanitaria alemana Pan para el mundo tiene una propuesta para viajar, sí, pero con la mayor responsabilidad posible.
BERLÍN, Alemania.- La actual pandemia por coronavirus -de la cual aún está el mundo lejos de despedirse- así como los efectos cada vez más visibles del cambio climático (inundaciones si precedentes, incendios forestales incontrolables por las altas temperaturas y sequías permanentes, por mencionar solo algunos) han hecho que una parte de la población mire con ojos críticos el propio actuar humano.
Mucha gente ha caído en conciencia de que hay que actuar distinto pero pocos o casi nadie sabe cómo hacerlo. Más pocos son aquellos que están dispuestos a modificar hábitos tan preciados y valorados como, por ejemplo, los viajes. Y aunque -lo dicen los expertos- lo ideal sería que no se viajara más (la huella de carbono que dejan los viajes en avión representantes el 2% de las emisiones mundiales de carbono) está claro que eso es imposible.
Pan para el mundo (Brot for die Welt), la organización humanitaria de la iglesia evangélica alemana, elaboró la guía One Planet (Un sólo planeta) con una serie de recomendaciones para aprender a viajar con responsabilidad social y ecológicamente. Se trata, dice la ONG, de un proyecto que aporta a la transformación necesaria del turismo para una mejor vida para todos.
“Estamos convencidos de que la visión de un mundo pacífico y justo sin pobreza sólo es posible si se logra un cambio fundamental en el turismo. En lo que respecta al cambio climático, está claro que deberíamos viajar mucho menos y reducir drásticamente los vuelos; y desde el punto de vista del desarrollo, es necesario que estos viajes menos frecuentes generen un impulso más positivo sobre los destinos”, señala Antje Monshausen, experta en turismo de la organización y coordinadora de la Guía.
La huella de carbono que dejan los viajes en avión representantes el 2% de las emisiones mundiales de carbono.
“Estamos convencidos de que la visión de un mundo pacífico y justo sin pobreza sólo es posible si se logra un cambio fundamental en el turismo. En lo que respecta al cambio climático, está claro que deberíamos viajar mucho menos y reducir drásticamente los vuelos; y desde el punto de vista del desarrollo, es necesario que estos viajes menos frecuentes generen un impulso más positivo sobre los destinos”, señala Antje Monshausen, experta en turismo de la organización y coordinadora de la Guía.
Y es que tan sólo antes de la pandemia, al rededor de 10 millones de alemanes viajaban cada año a algún país del sur global, esto es a Africa, Asia o América Latina. Pero las directrices de la guía aplican no sólo para los alemanes o europeos que viajan a los países en desarrollo o emergentes sino a todo aquel que desee tener conciencia de una mejor y más responsable forma de vacacionar.
De entrada, el documento hace hincapié en el hecho de que el respeto por el medio ambiente y los aspectos sociales no significa renunciar a la comodidad, sino que permite, por el contrario, una nueva calidad de viaje.
“Con la forma en que viajamos, podemos marcar la diferencia, para que tengamos un buen viaje y nuestros anfitriones tengan la oportunidad de una vida mejor”, dice Monshausen.
Así, el documento online – que se puede consultar de forma directa en idioma alemán – ayuda al usuario a clasificar los efectos de su comportamiento de viaje, muestra cómo diferenciar el Greenwashing -esa práctica de mercadotecnia que utilizan algunas empresas para mostrar su supuesto respeto y compromiso con el medio ambiente que en realidad no lo es- del compromiso empresarial sostenible, da consejos sobre cómo ahorrar recursos a la llegada y en el lugar destino, y orientación sobre cómo tratar con los comerciantes locales y la visita lugares espirituales.
Lo importante, resalta la guía, es entender que la huella de carbono que dejará cada uno de los viajes que se decidan emprender comienza incluso desde el momento de la planeación, le sigue durante la misma experiencia de viajar y puede continuar incluso después de las vacaciones. De ahí la importancia de conocer y entender los alcances de que cada uno de estos aspectos.
Independientemente de la procedencia de cada uno de los visitantes, en principio y por los tiempos de pandemia en que se vive se tendría que aprender a viajar con responsabilidad, lo que significa: vacunarse, aislarse lo más posible los días previos al viaje para evitar contraer el virus y llevarlo al destino, realizarse pruebas covid incluso durante la travesía y cumplir con las reglas de distancia, higiene y uso de cubrebocas permanentemente.
Los viajeros deben comportarse como si estuvieran visitando a un amigo o a un familiar que aun no tiene la protección de la vacuna
“En tiempos de corona, viajar de manera responsable significa protegerse a sí mismo y a los demás, sobre todo porque casi todos los países del sur global tienen una tasa de vacunación significativamente inferior a la de Alemania. Los viajeros deben comportarse como si estuvieran visitando a un amigo o a un familiar que aun no tiene la protección de la vacuna”, aconseja Monshausen.
Y los consejos concretos para evitar llevar una infección al país que se visita son: tener la dosis completa de vacuna, aislarse unos días antes del viaje, realizarse autopruebas periódicas durante las vacaciones y respetar las reglas de la distancia y de las normas higiénicas.
Desde el momento en que se concibe un viaje uno puede elegir entre el hacerlo con consciencia o no. Y es que, es enfática la guía, al elegir un destino se decide ya el impacto que éste tendrá y por eso su propuesta básica es: viajar con menos frecuencia pero por más tiempo y con mayor intensidad.
La huella climática que deja un viaje de larga distancia equivale al doble del consumo que uno gasta durante todo un año en calefacción, movilidad y alimentación.
El hecho de decidir quedarse más tiempo en el destino resulta positivo tanto para el viajante como para el lugar que se visita: se cuenta con mayor tiempo para conocer mejor el país en cuestión y su gente y al mismo tiempo se contribuye al desarrollo económico local porque se gasta más.
La huella climática que deja un viaje de larga distancia equivale al doble del consumo que uno gasta durante todo un año en calefacción, movilidad y alimentación
Viene entonces el momento de las reservaciones. Cada vez más viajeros se preocupan por la sustentabilidad y por eso no es de extrañar que a los operadores turísticos les guste resaltar lo que su empresa hace por el medio ambiente local y las personas de los sitios que promueven. Pero a menudo, advierte la guía, no es fácil reconocer de inmediato si se trata de un auténtico compromiso empresarial o si es sólo buena publicidad y/o greenwashing. Por eso hay que tener especial cuidado en el uso de plataformas para que la mayor parte del gasto que se realiza llegue de verdad a la población local.
Y sí, una gran diferencia puede ser el utilizar plataformas globales de reserva y aquellas especializadas que ponen al usuario en contado con un operador turístico con certificado de sustentabilidad.
“Los operadores turísticos responsables se ocupan mucho más allá de elegir un buen hotel o transporte que recogerá del aeropuerto. Consideran también los derechos humanos, la protección al medio ambiente y los salarios justos.
En Alemania hay unos 100 operadores turísticos que controlan de forma independiente su gestión de la sostenibilidad y que mejoran continuamente. Muchos de ellos se especializan en viajar a países del sur global. El sello TourCert se ha especializado en operadores turísticos y enumera todas las empresas certificadas”, señala la guía.
Y es que no basta con que una empresa anuncie que brinda apoyo a proyectos locales. Si, por ejemplo, dentro de sus páginas de internet, no mencionan sus esfuerzos en materia de protección al clima, derechos humanos o relaciones de suministro justas, es probable que estén practicando sólo greenwashing, advierte la guía.
La primera huella del viaje se produce ya desde la partida. Aunque no existen alternativas reales para rutas de larga distancia más que el avión- que es el medio de transporte más contaminante- sí hay manera de reducir el impacto negativo sobre el clima, de acuerdo con la guía.
Una de estas formas es justamente elegir vuelos directos a nuestro destino. “Dado que la mayor parte del combustible se consume durante el despegue y el aterrizaje, los vuelos directos tienen un mejor impacto climático que los vuelos con escalas. Algunos vuelos directos a un destino sólo se realizan en días de la semana o sólo desde el aeropuerto de salida un poco más lejos. En estos casos, es conveniente ser flexible y reservar el vuelo directo”.
También tiene bastante sentido comparar los vuelos y elegir la aerolínea más eficiente desde el punto de vista climático. Esto es: quedarse con la empresa con máquinas eficientes energéticamente, pero que contengan asientos estrechos y alta capacidad de carga.
“Aquí las compañías aéreas marcan la diferencia en cuanto a la huella climática. El Índice Atmosfair Airline muestra el margen entre las diferentes compañías aéreas. Aunque ninguna de ellas aprovecha plenamente su potencial de eficiencia, las diferencias son enormes. En los portales de reserva de vuelos, compare el balance climático de los vuelos ofertados. Aquí a menudo se puede ahorrar entre un 5% y un 10% del impacto climático”.
No hay que perder de vista que una de cada diez personas empleadas en el mundo trabaja en el turismo o en su entorno económico. Sin embargo, las condiciones de trabajo son a menudo duras: malos salarios, las horas extras de trabajo en los hoteles y falta de protección laboral sin seguridad social para muchos trabajadores autónomos están a la orden del día. Durante el viaje, uno tiene la oportunidad de contribuir a unas condiciones económicas más justas en el lugar.
Una de cada diez personas empleadas en el mundo trabaja en el turismo o en su entorno económico
Hospedándose en alojamientos familiares de tamaño mediano y en manos de gente local. Aunque ello tenga ciertas reservas: “Si bien esto garantiza que el dinero se queda en la comunidad no siempre las condiciones de trabajo para los empleados son las mejores. Y aunque en las grandes cadenas hoteleras los empleados fijos suelen tener un mejor sueldo, muchos también son empleados temporalmente a través de terceras empresas con salaros muy bajos. Así que la recomendación es quedarse en un hotel de mediado tamaño de propiedad local”.
Pero la responsabilidad al viajar no se limita al tipo de transporte u hospedaje que se tenga. Definitorio es también el comportamiento que cada uno asuma en el alojamiento porque ello determinará también el tipo de huella que eso dejará. Por ejemplo, desperdiciar la corriente eléctrica o el consumo excesivo de agua es algo en lo que mucha gente no pone reparo cuando se encuentra en un hotel.
El consumo de agua durante las vacaciones -asegura el documento- es a menudo varias veces mayor que en casa. En casos extremos, supera 100 veces el consumo de la población local. Esto se debe principalmente a las grandes piscinas o jardines de riego generoso o campos de golf.
El consumo de agua durante las vacaciones es a menudo varias veces mayor que en casa. En casos extremos, supera 100 veces el consumo de la población local
Otro aspecto en el que poco se piensa pero que también cuenta: un hotel que ofrece un numero limitado de menús diarios en lugar de un gran bufete. “Esto permite reducir considerablemente el desperdicio de alimentos. Un tercio de la comida de los hoteles y restaurantes va a la basura. A menudo de los buffets abundantes sobra bastante. Pero incluso con un menú variado, se desperdicia mucho en la cocina. Lo mejor son cocinas que de manera flexible elige lo que se pone en la mesa y cambian los menús cada día, los alimentos se utilizan de la manera más eficiente”, explica la guía.
Así resulta que los aspectos más mínimos de un viaje- como también el desplazarse en transporte público o con un chófer local sobre la renta de un automóvil a una empresa global- hacen la diferencia. Claro está que todo este proceso requiere- en mayor medida- el compromiso y tiempo de los viajeros. Porque así es: para viajar responsablemente no sólo se requieren las ganas sino un largo y a acucioso proceso de información y preparación.
DETRÁS DE LA HISTORIA
A muchos nos queda claro que es necesario cambiar hábitos y actitudes en beneficio de la salud del planeta. Iniciativas como la guía One Planet de Pan para el mundo contribuyen no sólo a visibilizar un problema sino aportan ideas de soluciones. En Underground no nos queda duda del valor informativo y periodístico de ideas de este tipo y por ello daremos siempre cabida a esta tipo de proyectos.
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