Anastasia (Nastya) Stanko es una experimentada reportera de guerra ucraniana de 37 años. Es editora en jefe del proyecto de investigación Slidstvo, con sede en Kiev, y en 2019 obtuvo el Premio al coraje periodístico del International Women’s Media Foundation. En 2013, Stanko participó en la fundación de la televisora por internet Hromadske, que ganó una gran audiencia por su cobertura de las violentas protestas de Euromaidán contra la influencia rusa en el país, las cuales precedieron a la anexión de Crimea en 2014 y la invasión del territorio ucraniano el 24 de febrero de 2022. En entrevista con el periodista británico Iain Overton, director ejecutivo del portal Action on Armed Violence (AOAV), Stanko habla de su trayectoria periodística, de los retos de informar desde zonas de conflicto y del equilibrio entre empatía y objetividad. Underground Periodismo Internacional reproduce en español y con la debida autorización ese diálogo entre colegas.
Por Iain Overton
-Iain Overton: ¿Siempre supo que quería ser periodista?
-Nastya Stanko: Diría que la idea me vino alrededor del décimo curso, cuando tenía unos 15 años. Se me ocurrió que ser periodista era bastante atractivo porque me permitía estar en lugares donde no podía ir mucha gente y mostrar lo que estaba ocurriendo.
-¿Se consideraría corresponsal de guerra?
-Es una pregunta compleja. En 2014, cuando cubrí por primera vez las primeras etapas de la guerra, realmente no abrazaba el título de “corresponsal de guerra”. Creía que cubrir el conflicto en mi propio país era suficientemente importante y no sentía la necesidad de ir a lugares como Siria. Pero ahora me siento más cómoda con el término.
-¿Qué ha motivado este cambio?
-El conflicto en sí se ha hecho muy vasto y generalizado. A veces tengo la sensación de haberlo visto todo en esta guerra. Se ha vuelto omnipresente, y creo que es aceptable referirme a mí misma como corresponsal de guerra.
-¿Ha informado sobre conflictos fuera de Ucrania, o se ha centrado sobre todo en la guerra en Ucrania?
-He cubierto algunas protestas y conflictos en otras regiones como Armenia y Georgia, pero eran de menor escala en comparación con la guerra en Ucrania.
-Mucha gente te considera una reportera de guerra increíblemente experimentada, por haber presenciado y soportado tantas cosas. Ha sido retenida a punta de pistola en la primera línea de guerra, e incluso secuestrada por separatistas prorrusos en 2014. ¿Puede contarnos algo más sobre esas experiencias?
-Sí, en efecto. En 2014 fui secuestrada por separatistas prorrusos y retenida en un sótano durante tres días. Además, en 2015 fui retenida durante cuatro horas por rusos cerca de la frontera ruso-ucraniana. Estos incidentes, junto con estar en primera línea y diversas situaciones peligrosas, han conformado mi forma de entender el periodismo de guerra.
-El periodismo de guerra presenta sin duda desafíos únicos. Dada su larga experiencia, ¿cuáles considera que son los retos más profundos que la guerra plantea a los corresponsales?
-La guerra nos obliga a cuestionarnos constantemente nuestro propósito, nuestras decisiones y nuestras acciones. Tenemos que plantearnos por qué cubrimos historias e individuos concretos, y cómo gestionamos las narrativas que creamos. Los aspectos de vida y muerte de la guerra son un peso constante. Aunque el entorno puede ser peligroso, es relativamente más fácil establecer conexiones con la gente en tiempos de guerra, ya que todo el mundo es consciente de la urgencia.
-Entiendo lo que quiere decir. Sin duda, la guerra conlleva situaciones intensas y claras. Sin embargo, teniendo en cuenta la guerra en Ucrania, las líneas entre el bien y el mal parecen más claras que en otros conflictos. ¿Cómo afronta el reto de comprender a ambas partes del conflicto y mantener el equilibrio informativo?
-Desde el principio me propuse mostrar las dos caras del conflicto. Quería ofrecer una visión global cruzando la línea del frente para captar los acontecimientos desde todos los ángulos. Pero esta mentalidad cambió tras mi experiencia con el secuestro. Me di cuenta de que no siempre era factible lograr un reportaje equilibrado, y a veces era peligroso incluso intentarlo.
-¿Cómo gestiona esta profunda conexión emocional con el conflicto, especialmente cuando se trata de informar sobre acontecimientos que afectan a su propio país y a personas que conoce?
-Es un reto constante. He perdido amigos y seres queridos en este conflicto, y a veces me siento sola cuando su ausencia se hace más pronunciada. El desgaste emocional es importante. A pesar de ello, el deseo de estar en primera línea y captar historias persiste, ya que es algo que sé hacer y me parece esencial. Hace poco me convertí en redactor jefe de un proyecto de investigación, pero sigo sintiendo la necesidad de volver a la primera línea.
-Compaginar la vida familiar con la primera línea de la información debe de ser muy exigente. ¿Puede contarme cómo consigue compaginar estas responsabilidades?
-Es un equilibrio constante. En los últimos dos años he pasado medio mes en primera línea y medio mes con mi hijo de dos años y medio. No es fácil, pero la necesidad de cubrir estas historias y darlas a conocer me hace seguir adelante. Cuando tu hijo empieza a hablar y dice cosas como “mamá, mamá” o intenta comunicar a dónde quiere ir, es algo muy especial. Como no habla mucho, siento que ser madre te atrapa. Es como si hicieras las maletas y te fueras, sobre todo por las tardes en invierno. A veces te preguntas por qué haces esto. No es por dinero ni nada de eso. Es la sensación de que debes hacerlo, aunque tengas dudas sobre su valor. Dudas de tu relación con tu hijo e incluso con tu marido. A pesar de las dudas, hay una necesidad interior de dar testimonio. Ser testigo se convierte en la razón más clara para querer participar y cubrir historias. Ser testigo de los acontecimientos, incluso de los más impactantes y significativos, es lo que me impulsa.
Por ejemplo, hicimos un reportaje sobre un grupo de policías, centrándonos en uno de ellos. Había ocurrido una situación en un pueblo llamado Indam, en un autobús. Decidieron rescatar a un herido que estaba en primera línea de fuego en un pueblo. Nadie más estaba dispuesto a ayudarle. Llevaba cinco días herido y atrapado en su casa, que estaba en una zona peligrosa. Este grupo de policías decidió arriesgar su vida y rescatarlo. La operación fue un éxito, y un médico nos dijo que si no hubieran venido ese día, el tipo habría muerto. Es increíble ver a gente ordinaria convertirse en héroes ante nuestros ojos. Este tipo de experiencia es emotiva, y me recuerda por qué quiero ser testigo.
-A veces la gente común y corriente puede convertirse en héroes extraordinarios.
-Sí, exactamente. La acusación habitual contra los periodistas rusos es que forman parte de una campaña de desinformación. No todos, pero muchos periodistas rusos suelen ser acusados de ello. Hay algunos periodistas rusos disidentes que están fuera del país, pero la percepción general es que muchos periodistas rusos están implicados en la difusión de desinformación. Aunque no todos son propagandistas, la mayoría de ellos no predijeron la guerra y no hicieron nada para evitarla. A menudo difunden información errónea, como afirmar que habría guerra, pero que no ocurriría. Esta situación pone en tela de juicio su credibilidad y su papel como periodistas. Creo que los periodistas ucranianos pueden estar mejor preparados para cubrir el conflicto ucraniano-ruso debido a su comprensión del contexto. Los periodistas extranjeros a veces carecen de una comprensión más profunda, y algunos pueden incluso crear historias que no representan fielmente la realidad de aquí. Por supuesto, hay excepciones, y hay periodistas extranjeros que hacen un trabajo excelente. Sin embargo, algunos de ellos pueden venir con ideas preconcebidas o centrarse en el sensacionalismo. En cambio, los periodistas ucranianos suelen tener una visión más matizada y una conexión más profunda con las historias que cubren.
-Totalmente de acuerdo. A menudo hay una brecha cultural y una falta de comprensión que pueden influir en la información.
-Sí, es cierto. Los periodistas ucranianos tienen una perspectiva única, que les da el hecho de vivir en el país y experimentar la situación de primera mano. Tenemos conexiones con personas y lugares que los periodistas extranjeros no pueden comprender del todo.
-Es importante tener esa perspectiva local para informar con precisión. ¿Cree que la empatía puede coexistir con la objetividad en el periodismo?
-Creo que pueden coexistir. Los periodistas también son seres humanos que sienten emociones. La empatía no significa necesariamente parcialidad, sino comprensión y conexión con las historias de la gente. Podemos ser empáticos sin perder la objetividad. Informar sobre guerras y conflictos exige un equilibrio entre la comprensión del aspecto humano y la presentación de información veraz.
-Absolutamente, la empatía puede mejorar la calidad del reportaje sin comprometer la objetividad. Como corresponsal de guerra, ¿cómo afronta los retos de informar en un entorno caótico y lleno de desinformación?
-Me baso en varias fuentes y redes. Soy ucraniana y tengo contactos tanto en primera línea como en las oficinas gubernamentales. Reúno información desde múltiples perspectivas y cruzo datos para reconstruir la verdad. También intento presenciar los acontecimientos de primera mano siempre que es posible. Esta combinación de fuentes, datos, experiencia y pensamiento racional me ayuda a sortear las complejidades y los retos de informar en una zona de guerra.
-Se trata de un enfoque exhaustivo para garantizar la precisión de sus reportajes. ¿Cree que el reportaje de guerra puede convertirse a veces en un entretenimiento para la audiencia, dado que se centra en la acción y el conflicto?
-Sí, creo que existe el peligro de que los reportajes de guerra se conviertan en sensacionalistas. El público a menudo ansía acción y emoción, y a veces la realidad del conflicto puede reducirse a entretenimiento. Se trata de una delgada línea que los periodistas deben mantener en equilibrio entre la necesidad de informar al público y la de no glorificar o simplificar en exceso situaciones complejas y a menudo trágicas.
-¿Ha cambiado su percepción de la importancia del periodismo a lo largo de estos años de informar sobre el conflicto?
-Para ser sincera, a veces me cuestiono el impacto del periodismo ante circunstancias tan extremas como la guerra. Aunque el periodismo puede proporcionar información y arrojar luz sobre cuestiones importantes, hay momentos en los que siento que puede no ser suficiente para provocar un cambio sustancial. Sin embargo, también reconozco que el periodismo desempeña un papel crucial a la hora de documentar la historia y exigir responsabilidades a quienes detentan el poder. Es una perspectiva compleja y en evolución que sigue dando forma a mi trabajo.
-Gracias, Nastya, por compartir tus ideas y experiencias.
El viaje para este artículo fue generosamente financiado por una beca de la Fundación Justicia para Periodistas. AOAV mantuvo el control editorial.
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