La idea era completamente descabellada: negociar con el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) el envío a Nueva Zelanda de 200 kilos de cocaína -con un valor de venta en las calles de ese país de 90 millones de dólares-, y una vez que la droga llegara a su destino quedarse con ella y no pagarla.
Esa era la intención de Tangaroa Demant, el líder de una red de trasiego de cocaína y metanfetaminas de Nueva Zelanda, de acuerdo con comunicaciones que sostuvo con su principal cómplice Tama Waitai y que fueron interceptadas por la policía de ese país.
La historia de cómo un grupo local de traficantes tuvo contacto con el cartel mexicano para traficar esa gran cantidad de cocaína a Nueva Zelanda ha despertado la atención -y la preocupación- de la prensa neozelandesa.
Demant, actualmente de 60 años, fue capturado y enjuiciado sin lograr su propósito. El pasado 30 de agosto, el Tribunal Supremo de Hamilton lo sentenció a siete años y dos meses de cárcel tras haberse declarado culpable de una serie de cargos en su contra, entre ellos haber conspirado para importar cocaína.
Si ese cargamento hubiera sido expedido y confiscado, se hubiera tratado de uno de los decomisos más cuantiosos en la historia de Nueva Zelanda.
Según los documentos judiciales presentados durante el juicio, citados por el medio local The Post, “en múltiples llamadas … la pareja (Demant-Waitai) discutió su intención de que una vez que recibieran una gran importación de drogas controladas del OCG (grupo delictivo organizado) mexicano, se llevarían las drogas y luego no harían el pago requerido por ellas al OCG mexicano”.
En entrevista con ese mismo medio, Anthea McCarthy-Jones, profesora titular y especialista en América Latina de la Escuela de Negocios de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Canberra, Australia, señaló que el hecho de que Demant se encontrara en Nueva Zelanda no le ofrecería ninguna protección frente al CJNG.
“La distancia geográfica no es un obstáculo para el alcance de este tipo de grupos (criminales mexicanos). Tienen contactos en todos los rincones del planeta y sus recursos financieros son casi ilimitados. Estos dos factores significan que sería una tarea relativamente fácil coordinar y ejecutar una respuesta a una disputa ’empresarial’ en Nueva Zelanda desde su base en México.”
McCarthy-Jones, añade The Post, “cree que el CJNG respondería con rapidez a cualquier intento de estafa, pero no se trataría tanto de recuperar dinero como de ‘enviar un mensaje inequívoco sobre su forma de hacer negocios’. El CJNG percibiría como demasiado grande el riesgo para su reputación de no hacer nada”.
El hombre del CJNG en Nueva Zelanda
Según las autoridades judiciales de Nueva Zelanda, el mexicano Ángel Gabriel Gavito Alvarado era el “representante” del cártel en ese país, así como el “intermediario” con la organización de Demant.
La información presentada a los tribunales explica que era él quien arreglaba los cargamentos de cocaína y metanfetamina entre ambos grupos criminales, y enviaba el dinero de los pagos desde su cuenta en Westpac -el segundo banco más grande de Nueva Zelanda- a una cuenta de banco en México ligada al CJNG.
El mexicano llegó al país en febrero de 2019 con una visa de trabajo. No se sabe si fue enviado expresamente por el cártel con la intención de gestionar el negocio o si eso se dio con el tiempo.
Gavito Alvarado no había llamado la atención de la policía antinarcóticos hasta enero de 2021 con el comienzo de las investigaciones en torno a Demant, cuyo primer contacto con los narcotraficantes mexicanos se habría dado a través de conocidos que tenían conexiones con ellos y no del “representante”. La policía cree que quien lo conectó con el CJNG fue un pariente suyo que estaba en prisión por delitos graves de tráfico de metanfetaminas.
Demant tenía comunicación directa con gente del CJNG desde diciembre de 2020, y para ello usaba sistemas encriptados. Lo hacía desde su yate particular, el Good Times (Buenos Tiempos), en el puerto de Whangaroa, al norte de ese país de Oceanía. Demant, un comerciante de pescado y buen navegante, le inventaba a su familia largos viajes en el mar para poder irse a su yate y dedicarse totalmente a sus actividades como narcotraficante.
Envío frustrado
Cuando Demant comenzó a negociar el envío de 200 kilos de cocaína desde México, la policía ya había intervenido sus comunicaciones. Comenzó a hacerlo en septiembre de 2020, luego de que agentes neozelandeses destacados en el extranjero proporcionaran información sobre una posible ruta de tráfico de cocaína y metanfetamina hacia su país desde México vía Estados Unidos. Pero también porque Demant fue visto reuniéndose con un importante narcotraficante australiano cuando era vigilado por elementos de seguridad.
En todo caso, el trato de Demant con los traficantes mexicanos fue que éstos enviarían 200 kilos de cocaína al interior de un contenedor que llegaría al principal puerto del país, el Tauranga.
Uno de los cómplices de Demant era un estibador del puerto, Maurice Oliver Swinton, de 44 años, quien por sacar la droga tendría derecho a un pago de 250 mil dólares y la entrega de un kilo de cocaína, de la que era adicto. Él podía mover el contenedor indicado antes de que los inspectores aduanales pudieran revisarlo.
Una vez fuera del puerto, las drogas serían despachadas en pequeñas cantidades por correo postal hacia domicilios de la periferia de las ciudades de Rotorua y Auckland.
La droga tenía que llegar al puerto el 27 de marzo de 2021. Pero cuatro días antes, Demant le llamó a Waitai para decirle que “tenía problemas con su otro teléfono” y que por eso había pedido a los mexicanos que retrasaran el envío. Le dijo que todo mundo “debía retirarse” porque él “no iba a hacerlo posible” (el plan).
La policía afirma que, “al parecer, después del 27 de marzo de aquel año, no se volvió a intentar la importación de cocaína por barco en el puerto de Tauranga”. No obstante, Waitai sí continuó comunicándose con sus proveedores del CJNG.
Las autoridades del país decidieron que era hora de actuar.
El 29 de abril de 2021 culminó la llamada Operación Tarpón con un fuerte operativo en el que participaron más de 100 agentes neozelandeses de policía y de aduanas, el cual dio como resultado el arresto de ocho personas y el desmantelamiento de un proyecto “para importar cientos de kilogramos de cocaína al país desde México”.
En noviembre de 2022, meses antes de que Demant fuera sentenciado a más de siete años de prisión, Gavito Alvarado recibió una condena de tres años y 8 meses. Fue acusado de transferir 20 mil dólares al CJNG desde una cuenta neozelandesa a otra de un banco mexicano, de poseer metanfetaminas para su distribución y de conspirar para importarlas a Nueva Zelanda.
En febrero pasado, el citado trabajador portuario, Maurice Oliver Swinton, se declaró culpable de tráfico de drogas y obtuvo una pena de cárcel de dos años y nueve meses.
Otro de los inculpados, Allison Dos Santos, un brasileño de 30 años, ex guardia de la cárcel de Auckland y cocainómano desde los 14 años cuando vivía en su país de origen, tenía la función de recibir en su dirección paquetes de cocaína. Dos Santos, que migró a Nueva Zelanda en 2009, también se reconoció culpable y fue sentenciado a cuatro años tras las rejas por tráfico de cocaína y posesión de ella para su distribución.
Un caso aparte es el de otro mexicano, Manuel Moreno González, de 64 años y mejor conocido como Mister Taco por su actividad de restaurantero en Auckland. A él le fueron retirados todos los cargos y dejado en libertad sin condiciones por ser un ciudadano modelo, sin pasado delictuoso, que simplemente fue engañado por su paisano Gavito Alvarado.
A él lo conocía porque habían trabajado juntos hace una década en un restaurante en Christchurch. Quedaron como amigos por ser de los pocos mexicanos en un país tan lejano.
Por eso cuando en febrero de 2021 Gavito le pidió de favor que fuera a recoger un recipiente en una parada de autobús frente al SkyCity de Auckland, él dijo que sí. Al llegar al lugar un hombre desconocido le entregó el cubo y se fue. Moreno pensaba que iba a recoger vino, pero se percató que el líquido al interior despedía un fuerte olor a químicos.
Cuando González le preguntó qué era, Gavito le dijo que era cocaína líquida, aunque en realidad era metanfetamina que después tenía que ser procesada para transformarla en cristales. Le advirtió que no se deshiciera del recipiente o tendría “muy serios problemas”. Después de un momento llegó Demant y se sentó junto a él, quien entonces pudo huir del lugar a pie.
Moreno declaró a las autoridades que, conociendo la manera de actuar de los cárteles mexicanos, tuvo miedo de abandonar el cubo o de llamar a la policía. Señaló que el crimen organizado en México es conocido por asesinar familias enteras si les roban o meten a la policía, y que él temía por la seguridad de sus hijas que viven en México.
Quedan todavía procesos en curso y sentencias pendientes, como la de Waitai, quien ya se reconoció culpable de narcotráfico.
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