Marsella, Francia.- Gilberto Bosques Saldívar fue un reconocido diplomático mexicano nacido en Puebla en 1892. Fue también periodista, político y maestro, pero se le recuerda principalmente por su desempeño como cónsul en París y Marsella en los años 30 y 40 del siglo pasado, cuando por órdenes del presidente Lázaro Cárdenas ayudó a escapar a miles de exiliados republicanos españoles que huían de la dictadura franquista, a perseguidos políticos del régimen nazi -incluidos cientos de judíos- y a otros combatientes antifascistas de la época.
El diplomático entregó miles de visados -se dice que 40,000- que permitieron a muchos de ellos migrar a México, además de que creó un servicio jurídico cuyo trabajo era impedir que aquellos refugiados en inmuebles consulares mexicanos fueran extraditados o entregados a las autoridades represoras.
Por esa razón, a Gilberto Bosques se le ha dado en llamar el Oskar Schindler mexicano, en referencia al empresario alemán que salvó de morir a más de mil judíos en los campos de exterminio dándoles empleo en sus fábricas, historia que contó el director Steven Spielberg en su famosa película La lista de Schindler de 1993.
El mérito del cónsul mexicano no ha tenido la misma repercusión mediática que el de Schindler, pero ello no ha impedido que su grandioso gesto humanitario fuera reconocido por organizaciones extranjeras como la Fundación Internacional Raoul Wallenberg -el nombre del diplomático sueco que arriesgó su vida para ayudar a miles de judíos húngaros víctimas del nazismo- y la Anti-Defamation League, una ONG judía de Estados Unidos especializada en combatir el antisemitismo y los extremismos.
El 16 de octubre de 2015, autoridades de México y Francia inauguraron la nueva Plaza Gilberto Bosques, la cual se encuentra ubicada en la plancha de entrada a los edificios de la Presidencia de la Región Provenza-Alpes-Costa Azul (PACA) en Marsella. Fue en esta ciudad portuaria del Mediterráneo donde el insigne diplomático mexicano alquiló dos castillos en los que asiló a más de 2,000 hombres, mujeres y niños que escapaban de la sinrazón ideológica.
Por cierto, Bosques fue también aquí arrestado -junto con su esposa y sus tres hijos adolescentes- por agentes de la Gestapo y llevado a un hotel prisión en Alemania, luego de que México rompió relaciones diplomáticas con el gobierno francés instaurado por el mariscal Philippe Pétain en Vichy, el cual colaboraba con Hitler. Más de un año después Bosques fue liberado tras un intercambio de prisioneros alemanes y trasladado a México en marzo de 1944.
La placa de la nueva plaza fue develada por el entonces embajador mexicano en Francia, Agustín García-López Loaeza, y el presidente de la Región PACA, Michel Vauzelle. Meses antes, en julio, durante una visita de Estado, el presidente Enrique Peña Nieto y su homólogo francés, François Hollande, rindieron homenaje al embajador Bosques, presentaron una edición especial de timbres postales a él dedicados y acordaron el nuevo nombre de la plaza en Marsella.
Gilberto Bosques murió el 4 de julio de 1995. En el documental Visa al paraíso, de la cineasta Lillian Liberman -quien tuvo acceso a varias horas de entrevista con él- Bosques declaró:
“Hice la política de mi país, de ayuda, de apoyo material y moral a los heroicos defensores de la república española, a los esforzados paladines de la lucha contra Hitler y contra Mussolini y contra Franco y contra Pétain y Laval. Si en la interpretación de la actitud gallarda y trascendente de México me excedí en mis atribuciones reglamentarias, estoy dispuesto a arrastrar las consecuencias y la sanción que proceda. (Pero) no lo creo.”
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