Quien ahora porta con orgullo el chaleco con el logotipo y los colores de MORENA fue el principal operador de la campaña internacional que, tras el término de su administración, emprendió Vicente Fox en contra de los “populistas latinoamericanos” de izquierda, entre ellos el actual presidente Andrés Manuel López Obrador. Esta columna de opinión -editada y actualizada para los lectores de Underground– fue originalmente publicada en el portal de la revista Proceso el 15 de octubre de 2019
BRUSELAS, Bélgica.- Manuel Espino Barrientos, quien fuera secretario general y luego presidente del Partido Acción Nacional (PAN) entre 2002 y 2007, anunció el pasado 7 de noviembre que se había afiliado a MORENA (Movimiento Regeneración Nacional) y que bajo esas siglas buscaría la candidatura a gobernador del estado de Durango, lo cual no sucederá porque este viernes 19 el Consejo Nacional de ese partido lo excluyó del grupo de aspirantes.
Ya había causado polémica la entrada de Espino al equipo del presidente Andrés Manuel López Obrador en septiembre de 2019, como comisionado del Servicio de Protección Federal de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC). El aludido era militante del PAN desde 1978 y, ya en el liderazgo de esa fuerza política durante los sexenios consecutivos de Vicente Fox y Felipe Calderón, se convirtió en uno de los críticos más duros del actual mandatario. Y no sólo en México.
Quien ahora enfunda con orgullo el chaleco con el logotipo y los colores de MORENA fue el principal operador de la campaña internacional que tras el término de su administración emprendió Vicente Fox en contra de los “populistas latinoamericanos” de izquierda, entre los que él incluye desde entonces a López Obrador. El tabasqueño había impugnado las elecciones del 3 de julio de 2006 por un presunto fraude, pero el 7 de septiembre el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación las declaró válidas y reiteró el triunfo de Calderón.
Fox había declarado a la prensa extranjera que su intención era “no bajarse del caballo” y seguir en la política para transformarse en una especie de paladín de la democracia en la región. El expresidente -que pedía ser llamado todavía “presidente”- desplegó entonces en 2007 una gran operación de cabildeo en Europa cuyo objetivo fue buscar posicionarse como un líder latinoamericano capaz de articular una oposición democrática contra los regímenes de Venezuela o Cuba, encabezados aún por Hugo Chávez y Fidel Castro, o los entonces gobiernos recién instaurados en Ecuador, con Rafael Correa, o en Bolivia con Evo Morales.
Aquella campaña europea se concentró en un par de viajes, uno a Francia y otro a Italia -a los que asistió como enviado de Proceso este reportero-, para sostener encuentros importantes. Espino fue cabildero personal de Fox: además de ser presidente nacional del blanquiazul, en esa época él se desempeñaba como presidente de la Organización Demócrata-Cristiana de América (ODCA), que formaba parte de la Internacional Demócrata de Centro (IDC), un foro donde confluyen partidos de derecha de todo el mundo aunque principalmente de Europa y Latinoamérica.
Dos de los partidos más fuertes hasta la fecha son Acción Nacional y el Popular de España (PPE), que en ese tiempo lo dirigía Mariano Rajoy, quien después se volvió presidente de su país y actualmente se encuentra retirado de la política. Tanto el PPE como la IDC, hay que recordar, fueron las primeras organizaciones internacionales en felicitar -casi de inmediato- la controvertida victoria electoral de Calderón, sin haber esperado que salieran los resultados definitivos del proceso de impugnación solicitado por AMLO.
El 23 y 24 de abril de aquel 2007, Fox y Espino asistieron al Parlamento Europeo de Estrasburgo, Francia. Su propósito era cabildear el apoyo de la derecha europea a la postulación de Fox para ser el nuevo presidente de la IDC. Ello sin importar que existía un acuerdo previo entre los líderes de la ODCA para que la peruana Lourdes Flores fuera postulada como “candidata de unidad” a ese organismo.
La pareja de líderes panistas fueron recibidos en hombros como aquellos que habían logrado “frenar” a López Obrador -un “peligro para México”, según rezaba la campaña mediática y política en contra del entonces jefe de gobierno del Distrito Federal-, a través de un proceso que instruyó la Procuraduría General de la República para que fuera desaforado (destituido) por un caso menor de un permiso urbano y, así, sacarlo de la contienda presidencial. Pero ello resultó un fiasco que terminó con el gobierno foxista desistiéndose de la acción penal y el ascenso de la figura del gobernante acusado.
En abril de 2005, Espino declaró muy envalentonado que el PAN asumiría los costos políticos de tal intento de desafuero; “es parte -dijo- de la congruencia con que se defiende el Estado de derecho”. Aunque durante años Fox negó que él hubiera impulsado ese ataque legal contra López Obrador, en 2010 finalmente lo reconoció públicamente. En cambio, en octubre de 2006, cuando el desafuero ya había fracasado, Espino se echó para atrás y aseguró a los medios que él nunca había estado de acuerdo con esa maniobra del régimen foxista. Sin embargo, en aquel viaje de cabildeo a Europa, el ahora morenista ondeó sin ningún recato a favor de Fox esa estrategia en contra de López Obrador para no dejarlo llegar en 2006 a la presidencia. “El hombre ideal para coordinar la lucha contra el populismo”, se expresaba así sobre Fox -luego de reunirse con ambos- el eurodiputado francés Joseph Daul, quien presidía el Partido Popular Europeo (la bancada más votada del parlamento regional), mientras que el eurodiputado español y secretario general de la IDC, Antonio López-Isturiz, lo describía pomposamente como “el capitán del portaaviones mexicano de la libertad”.
El caso es que Espino, en su afán por imponer a Fox al frente de la IDC, causó una notable ruptura interna en la ODCA que complicó todo el proceso de elección del nuevo liderazgo en esa organización internacional, que se llevó a cabo en una reunión cumbre en Roma el 19 y 20 de septiembre de 2007.
Espino jugó sucio: no sólo desconoció el acuerdo de apoyar a Lourdes Flores como candidata de la ODCA. Los representantes en la cumbre italiana del Partido Demócrata Cristiano (PDC) de Chile reprocharon la actitud del panista, que además -se quejaban- los criticaba por participar en el primer gobierno de la socialista Michelle Bachelet (actualmente Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos). La situación se tensó tanto que los chilenos le recriminaron que sostuviera lazos con los partidos pinochetistas Renovación Nacional y Unión Demócrata Independiente.
Los delegados de la Unión Demócrata Cristiana de Alemania -el partido de la ya entonces canciller Angela Merkel y uno de los más importantes de la IDC- trataron de mediar entre Espino y los chilenos, pero fracasó el intento. Lo que hizo Espino fue llamar por teléfono a Soledad Alvear, la presidenta del PDC, y proponerle un trato: él reconsideraría su apoyo a los pinochetistas si ella abandonaba su oposición a la candidatura de Fox. Alvear no aceptó.
En ese contexto, Espino convocó sólo a algunos de los delegados de la ODCA a una “cena” en un lujoso restaurante, el del Hotel Valadier, a quienes en realidad quería ver para solicitar su respaldo en bloque al expresidente mexicano. Por supuesto, los representantes no invitados -los de Argentina, Colombia o Venezuela- le reclamaron a Espino haberlos dejado fuera de las negociaciones. Frente al lío generado por el presidente de la ODCA, el italiano Pier Ferdinando Casini -el presidente temporal de la IDC y candidato de los europeos a continuar en el cargo- tuvo que presentar una “fórmula de solución” al Comité Ejecutivo de la IDC, su máxima instancia de decisión: él y Fox compartirían la presidencia.
A puerta cerrada, esa propuesta fue aprobada “por aclamación”, y no por votación, por los 88 delegados de la IDC presentes. Uno de ellos, el expresidente colombiano Andrés Pastrana, se expresó contra esa solución de “las dos cabezas”, ya que, dijo, debilitaba a la organización. Pero también muy molesto denunció que partidos de “centro derecha” como el suyo -el Partido Conservador Colombiano- no eran representados correctamente por Espino en la ODCA.
Fox nunca brilló en ese cargo internacional y, de hecho, lo dejó antes de que comenzaran sus problemas con el PAN en 2012 y fuera expulsado del partido al año siguiente, después de apoyar la campaña del candidato vencedor de las elecciones presidenciales, el priista Enrique Peña Nieto. Espino, que ahora milita en el partido que fundó el hombre al que combatió, fue expulsado del PAN en 2011, el año posterior al término de su presidencia en la ODCA. Esa institución actualmente es presidida por Juan Carlos Latorre, del PDC chileno, el partido que lo confrontó, mientras que la IDC también es hoy dirigida por otro de sus críticos: Andrés Pastrana.
*Fotografía de portada: Vicente Fox y Manuel Espino en abril de 2007 saludan al entonces presidente del Parlamento Europeo Hans Gert Poettering en Estrasburgo.
Copyright ©️ Todos los derechos reservados para Underground | Periodismo Internacional. Queda prohibida la publicación, edición y cualquier otro uso de los contenidos de Underground sin previa autorización.