Una de las principales rutas hacia Europa de la cocaína parte del puerto brasileño de Santos y llega en el norte a Amberes (Bélgica), Rotterdam (Holanda) y Hamburgo (Alemania), y en el sur a Algeciras (en Cádiz, España) y Gioia Tauro (en la región de Calabria, Italia, frente a la isla de Sicilia).
Los otros dos países latinoamericanos desde donde sale la droga hacia Europa es Colombia -desde los puertos de Buenaventura y Cartagena- y Ecuador, desde el puerto de Guayaquil.
Esa información, referida a partir de los decomisos en Europa, la dio a conocer recientemente el Observatorio Francés de las Drogas y de las Tendencias Adictivas (OFDT) en un reporte titulado Cocaína: un mercado en auge. Evoluciones y Tendencias en Francia (2000-2022).
En ese reporte, de 65 páginas, se señala que la mayor parte de la cocaína se transporta desde América Latina a Europa vía marítima, haciendo escala a veces por los países caribeños.
«La introducción de cocaína a través de los puertos europeos -dice el informe- está aumentando bruscamente, lo que plantea un reto crucial de control de flujos para las autoridades públicas. El puerto de Amberes, en Bélgica, es ahora la principal puerta de entrada de cocaína en Europa: en 2022, se incautaron allí casi 110 toneladas, frente a un promedio de entre 5 y 8 toneladas a principios de la década de 2010″.
El aumento de los flujos a través del puerto de Amberes ha sido continuo durante los últimos diez años, con una clara aceleración desde 2016: las incautaciones portuarias han pasado de 5,5 toneladas en 2010 a 65,6 toneladas en 2020, antes de alcanzar un máximo histórico en 2022 (109,9 toneladas).
«Del mismo modo -continúa el reporte francés-, el puerto de Rotterdam, en Holanda, se enfrenta a flujos crecientes de cocaína, como refleja el volumen de incautaciones: 6 toneladas en 2017; 39 toneladas en 2019 y 50 toneladas en 2020. Por tanto, la cocaína crea un problema de control portuario en todo el espacio marítimo europeo, desde Bélgica y Holanda hasta España, pasando por Francia«.
Una de las evoluciones que identifica el OFDT tiene que ver con los medios marítimos que se utilizan para transportar la droga a Europa con la finalidad de colocar en el mercado mayores cantidades. Aunque la cocaína sigue transportándose con mayor frecuencia en portacontenedores, explica el documento, también los narcotraficantes utilizan embarcaciones de recreocomo veleros o lanchas motoras, transporte de pasajeros como transbordadores, graneleros (barcos que cargan granos, fertilizantes o minerales) o incluso buques semisumergibles.
Señala el reporte: «Esta renovación de los modos de transporte ilustra bien la reactividad de los traficantes. Más recientemente, se ha observado en Europa un fenómeno más discreto y, por tanto, más difícil de detectar por las fuerzas del orden: la utilización de «narcobuzos » o «narcosumergibles «. Este método, importado por los cárteles colombianos y mexicanos a Europa, se habría observado principalmente en España y Holanda, países de tránsito de la droga».
Paralelamente a estos nuevos métodos de transporte, añade el observatorio, persiste el fenómeno del «rip-off «, que es esconder droga en un envío legal a través de un tercero, lo cual «sigue siendo difícil de controlar por las autoridades, ya que los controles portuarios no pueden ser proporcionales al flujo de mercancías que transitan por los puertos: sólo una ínfima parte de los contenedores están sujetos a control, para no perjudicar el comercio internacional«.
La cocaína se produce casi exclusivamente en Colombia, Bolivia y Perú. Según datos de 2020 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), la cocaína es consumida por 21.5 millones de personas en el mundo. Europa es el segundo mercado más grande de consumo con 5.2 millones de usuarios al año, detrás de Estados Unidos. El Observatorio Europeo para las Drogas y las Toxicomanías estima ese número en 3.5 millones de personas en los 27 países de la Unión Europea.
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