La mexicana Gabriela Muñoz es una figura internacional en el mundo del teatro clown. Creadora de Chula The Clown, su personaje icónico, Muñoz ha logrado a través de ella, de su historia -que es la suya-, conectar con las emociones más profundas y universales del público que asiste a sus poéticas piezas mudas. “Quiero ofrecer un espacio donde la gente se sienta cómoda de recordar que somos seres humanos y que todavía sentimos”, dice en entrevista con Underground Periodismo.
BRUSELAS, Bélgica.- Julieta es una mujer mayor y enferma, a juzgar por la cantidad de pastillas que consume. Vive sola y tiene una vida rutinaria: intenta hacer ejercicio, se toma un baño, come, ve televisión y duerme. Su casa es su mundo.
Ella, sin embargo, pasa sus días anclada al recuerdo de un amor, y sueña y extrae de su memoria momentos de profunda felicidad. Julieta no está dispuesta a dejarse vencer por esa terrible soledad. Y desde su mundo interno ríe de ella misma… y nosotros con ella.
Porque Julieta es tan generosa que nos comparte un universo poético desde el cual, a través de su historia, podemos reflexionar sobre nuestra frágil y al mismo tiempo preciosa condición humana.
Por ello no sorprende el encendido aplauso que al final dedicó el público a Julieta, la más reciente pieza teatral de la artista mexicana Gabriela Muñoz, alias Chula The Clown, que escribió durante una residencia artística en Berlín hace dos años. La presentó en el UP-Circus & Performing Arts de Bruselas, un prestigiado centro que promueve las diversas expresiones del circo contemporáneo internacional.
“Un espectáculo de teatro físico y clown, visual y no verbal, que aborda la brecha entre la juventud y la vejez“, fue como el lugar describió la obra de la mexicana refiriéndose al método de actuación “clown” que, como la palabra en inglés lo indica, está basado en el universo creativo del payaso.
Fueron tres fechas (21, 22 y 23 de noviembre pasado) en las que Muñoz interpretó en la capital belga el personaje entrañable de Julieta… ¿o fue su icónico alter ego mudo, Chula The Clown?
“Ella ya existía a pesar de mí y por eso se quedó conmigo”, responde en una conversación remota con este medio días después de su exitosa presentación en Bruselas. Habla desde Helsinki, en donde radica desde hace dos años con su esposo finlandés, Sampo Kurppa, un artista circense como ella.
Empezamos la charla por ahí.
Relata Muñoz: “Llevo dos años viviendo aquí, aunque realmente llevo nueve entre Helsinki y México. Me casé con un finlandés y los primeros seis años estuvimos basados en la Ciudad de México. Ahí nos tocó la pandemia. En octubre de 2022 decidimos mudar nuestra base a Europa: los dos trabajamos más aquí, y también así él está cerca de su familia, sus amigos y sus raíces después de haber estado tanto tiempo en México”.
Gabriela Muñoz habla sobre su mudanza a Finlandia
El gran amor
“Nómada”. Así es como se describe Gabriela Muñoz: “me he movido mucho”.
Se puede decir que Chula The Clown, el nombre, es fruto del cruce de culturas y nacionalidades con las que ha convivido desde muy joven. No es que ella lo haya escogido por su musicalidad y uso tan mexicano. No, es resultado de un malentendido que cuenta ella misma:
“Un chico griego fue a visitar a México a una amiga mía, mexicana. Él y yo nos caímos muy bien. Fue una noche de mezcales en la que platicamos horas. Pero no se acordaba de mi nombre después de vernos. A los dos días le preguntó a mi amiga por mí. Y como ella le dice chula a todo mundo, el pensó que yo me llamaba así. Entonces le preguntó: ‘Oye, ¿y tu amiga chula? ¿chula, the clown? (la payasa)’. Y se me quedó el Chula The Clown“.
Muñoz comenzó estudiando teatro clásico, pero dice que no era lo suyo. “Sabía que quería actuar y transmitir historias. Pero el teatro clásico me separaba mucho de la palabra. Mi cuerpo y la palabra no se fusionaban y me costaba trabajar”. Probó con el teatro musical y tampoco.
Descubrió entonces el teatro físico mientras estudiaba en ArtsEd de Londres, que es una de las mejores escuelas de arte dramático de Reino Unido. Una compañera suya le habló del gran maestro francés Jacques Lecoq, uno de los pioneros del teatro físico y creador de su propia pedagogía, una basada en lo que él concibió como “poética del movimiento del cuerpo en el espacio“.
Ella lo explica así: “Es un teatro donde todo mundo crea, puede ser escritor, director, productor o actor. Es un incentivo colectivo para hacer teatro. Una vez que lo vi en acción lo entendí perfectamente. Y me di cuenta que mi manera de comprender las cosas es visual, las comprendo cuando los conceptos aterrizan en elementos visuales”.
-¿Recuerdas el primer espectáculo que viste con esta técnica?
-Sí, fue en el (centro cultural) Barbican de Londres en 2003 o 2004. Fui a ver The Black Rider, basada en un texto de William S. Burroughs, dirigida por Robert Wilson, con música de Tom Waits y vestuario de Jean-Paul Gaultier… Me voló la cabeza. Y me dije: ‘yo quiero hacer eso’.
Se metió a estudiar teatro físico con pedagogía Lecoq en la London International School of Performing Arts (LISPA), y luego un posgrado en la School of Physical Theatre, también en la capital británica.
Cuando terminó sus estudios se fue a vivir a Montreal, Canadá, no sin antes vivir un episodio sentimentalmente doloroso que marcaría su trayectoria artística: la separación de quien en ese momento era “su gran amor”, una experiencia que ella ahora agradece porque le ofreció “el material” necesario para crear su primer espectáculo profesional: “Perhaps, perhaps…quizás“.
Venía en camino Chula The Clown.
De la foto a los escenarios
Con Sabine Choucair, una artista libano-estadounidense amiga suya, Muñoz fundó en 2010 Clown me in, un colectivo de payasos que luchan contra las injusticias sociales en el mundo.
“Trabajamos mucho en campos de refugiados palestinos en Líbano, Siria o Jordania, y con niños en situaciones vulnerables en México, India, Brasil, Indonesia, Filipinas. En uno de esos viajes, creo que entre Líbano y Siria, el personaje (Chula The Clown) me vino como una visión, como algo que pude ver y entender en mí”, comenta Muñoz.
En cuanto pudo llamó a su hermana, la vestuarista Valentina Muñoz, y a un amigo fotógrafo: “Les dije: ‘me urge explorar esto (el personaje) de una manera visual y lúdica, y que me ayuden a darle la vuelta a esta sensación que me había roto el corazón unos meses antes.
Lo que sucedió después fue una especie de revelación: “Cuando vi el resultado en imagen, me di cuenta que ese personaje ya existía a pesar de mí y de lo que yo me pudiera imaginar. Me dije: ‘Ella ya existe’. Salió de una fotografía y le empecé a dar vida propia. Se ganó su existencia”.
En una carpa de Cirko De Mente, ubicado al sur de la Ciudad de México, ella desarrolló el personaje.
En su citada primera obra de clown, Perhaps, perhaps…quizás, Muñoz “juega con la idea de la espera y la ilusión por encontrar al ‘hombre perfecto’, y la soledad a la que esta conlleva cuando uno mismo es tan imperfecto”, señala su página de internet.
Narra la artista: “Cada que la presentaba me daba cuenta que más gente conectaba con esta historia. Me conmovió mucho saber que no soy la única a la que le han roto el corazón. Y no me había percatado que no sólo le hablaba a las mujeres. Trato sobre una soledad que no tiene género: todos la hemos experimentado. También hay hombres que se ponen a llorar y me muestran su corazón”.
Gabriela Muñoz habla sobre su búsqueda artística
Muñoz se considera feminista, pero no necesariamente su trabajo, al que no quiere “encapsular” de esa forma.
Aun así, aclara su argumento: “Sin duda mi trabajo empodera a muchas mujeres porque, para empezar, me dedico a algo que normalmente no hacen. Abrazar la risa, el ridículo, el fracaso como mujer, también es muy refrescante para ellas.
“Entiendo que muchas mujeres encuentren maravilloso que yo pueda salir al escenario en calzones y en brasier o comiendo un pastel en ropa interior. Obviamente hay algo de provocación al machismo, al patriarcado, que dice cómo se tienen que ver las mujeres, cómo se deben comportar y que ellas no pueden hacer reír a menos que copien un referente masculino ya existente.
“Pero si defino mi trabajo únicamente así, siento que yo me pierdo. Le estoy dando la espalda al resto del mundo, y lo que quiero es hablarle a cualquier persona“.
Un diálogo Gaby-Chula
El diario alemán Tagesspiegel ha calificado a Gabriela Muñoz como “una de las artistas más innovadoras del circo contemporáneo”. Muchas reseñas de la prensa europea sobre su trabajo coinciden en ello.
A diferencia de otros artistas mexicanos que son reconocidos en el extranjero pero que no encuentra el mismo eco en el país, Muñoz sí se siente valorada entre los suyos.
Y ese reconocimiento es patente, porque incluso el Congreso de la Ciudad de México le otorgó la medalla al mérito internacional en la categoría de promoción cultural.
Así, no sólo en la red abundan las entrevistas y los reportajes sobre ella (aquí, aquí o aquí), también la han acompañado figuras de distintos campos de la creatividad mexicana en su evolución artística.
Destaca, por ejemplo, la popular cantante y compositora Natalia Lafourcade, quien ha musicalizado varias de sus obras, incluyendo Julieta; o la reconocida directora de orquesta Alondra de la Parra, con la que creó el espectáculo de música y teatro The Silense of Sound, que se presentó nada menos que en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México en septiembre de 2022 como parte de una gira en la república (aquí puedes ver una charla entre ambas para la cadena alemana Deutsche Welle).
Natalia Lafourcade dialoga con Chula The Clown en un hotel de Alemania
“Trabajar con las dos es como asistir a una master class (clase magistral)”, asevera la entrevistada.
Y detalla el porqué: “Poder trabajar con artistas con su nivel de compromiso, sensibilidad… y también de neurosis y ‘locura’ (risas), es el privilegio más grande. Les aprendí muchísimo, y aprendí sobre todo cuál era mi rol en ese ecosistema creativo. Me reconocí como artista“.
La conversación nos lleva naturalmente al tema de la polarización que se vive actualmente. No es algo de lo que habla Muñoz en sus entrevistas. Y es que ella defiende el principio de que su obra creativa no tiene religión, ni género o edad y tampoco posición política.
-¿Cómo sostener esta narrativa de tu trabajo en un mundo tan dividido?, ¿a veces no estás tentada a tomar partido por algo?, se le cuestiona.
-Por supuesto que sí. Ahora, por ejemplo, ¿cómo no tomar partido en la guerra en Palestina? No puedo decir solo que no, que todos somos lo mismo y que el mundo es muy justo. ¡Pues claro que no! pero sí voy a querer siempre luchar por la equidad… por demostrar que al final sí lo somos, en un mundo muy torcido.
-En nuestro país también tenemos una sociedad muy polarizada. ¿Piensas en la situación de México?
-Mucho. Y lo hablo bastante con mi familia. Leo las noticias pero no tanto porque encuentro demasiado polarizado todo. No acabo de entender quién me está diciendo la verdad. Prefiero hablar con la gente que vive ahí y que de primera mano me puede decir ‘yo me siento bien’ o ‘yo me siento mal’. Pero sí trato de informarme.
-¿Y de alguna manera integras lo que pasa en el mundo a tu trabajo? O, justamente, no quieres involucrarte en todo eso para poder entonces transmitir sentimientos universales…
-Me quiero acercar más al mundo de las emociones. Quiero ofrecer una ventana donde la gente se sienta cómoda recordando que somos seres humanos y que todavía sentimos. Y suceden cosas muy bonitas. En uno de mis espectáculo, Dirt, la gente me decía: ‘No entendí nada, pero lloré desde que empezó hasta que terminó‘. De eso se trata”.
Gabriela Muñoz habla sobre los diversos públicos
Muñoz presentará en 2025, y por primera vez, su obra Julieta en México. Además, comenzó ya a preparar una nueva pieza de teatro en la que ella, Gabriela, dialogará con su ‘otro yo’, Chula The Clown. Y lo quiere hacer, dice, de manera “muy libre”, en un proceso de creación que fluya “orgánicamente”.
Un último mensaje dirigido a aquellas artistas jóvenes que quieren tomar el mismo camino creativo que ella: “Cuenten sus historias, tomen riesgos, abracen sus fracasos y corónense con ellos. Y aprendamos más a morir y a reinventarnos, porque las narrativas que a veces tenemos dejan de ser actuales y está bien cambiar de parecer”.