Desde finales de 2022 y para apoyar a resolver la crisis forense en que vive el país desde hace años, el Fondo para la Población de Naciones Unidas implementa junto con autoridades locales y federales mexicanas el Programa de Identificación Humana en México. Gracias al cotejo de huellas dactilares, base de este programa, durante el primer año de esta cooperación técnica se ha podido conocer la identidad de 2 mil personas. El déficit de más de 50 mil cuerpos sin identificar es enorme. A fin de ir reduciéndolo es fundamental que el país cuente con una política pública de identificación con estructura que no dependa de sexenios, dice en entrevista con Underground Periodismo el alemán Maximilian Murck, coordinador del Programa de Identificación Humana en México.
BERLÍN, Alemania.- Maximilian Murck tiene la certeza de que la identificación humana no es una tarea sencilla pero tampoco es una sin solución. Y por ello desde hace un par de años llegó a México, un país que enfrenta una crisis forense con más de 52 mil restos humanos sin identificar.
Como coordinador del Programa de Identificación Humana en México del Fondo para la Población de Naciones Unidas, este economista alemán es el encargado de implementar la cooperación técnica que países como Alemania y Noruega brindan a México para poder crear la infraestructura necesaria para identificar la mayor cantidad posible de personas muertas en la espiral de violencia que vive el país desde hace casi dos décadas.
El cotejo de huellas dactilares con la base de datos del Instituto Nacional Electoral (INE), la más grande con más de 98 millones de registros de mexicanos, es el pilar del programa puesto en marcha a finales de 2022. Gracias a este sistema y su implementación en cada vez más estados de la República mexicana, durante el primer año de operación se logró conocer la identidad de 2 mil personas.
Sin embargo, para poder enfrentar la crisis forense en que se encuentra el país, lo principal, considera Murck, es impulsar y apoyar una política pública de identificación en todo el país. Y eso implica cuando menos tres cosas: continuar con el programa de cotejo de huellas y que cada vez más estados y fiscalías lo incorporen; la creación de un reglamento que obligue a la autoridad a ejecutar este programa para que su implementación no dependa de la voluntad de la autoridad en turno y -lo más importante- crear la base de base de datos o genética centralizada a nivel federal que permita cotejar la información genética de una persona encontrada en cualquier punto del país.
Cotejo de huellas, el primer paso
Lo que la cooperación alemana y noruega, través de la Fondo para la Población de Nacionales Unidas, ha logrado en México es la creación de infraestructura que permita a los mexicanos lograr más identificaciones.
“Lo que nosotros analizamos y observamos en su momento era que en México no se usaba el cotejo de huellas dactilares con el con el Instituto Nacional Electoral con fines de identificación humana. Hubo y todavía hay un enfoque de siempre solicitar la genética pero la desventaja de la genética es que es muy cara. Muchas fiscalías no tienen el presupuesto para procesar tantas miles de muestras de genética. Y además, la gran desventaja es que todavía no tenemos una base de datos centralizada o de genética a nivel federal.
“El objetivo entonces es que los 32 estados del país implementen el sistema de cotejo de huellas dactilares porque la mejor, la más sencilla y más económica forma de identificación humana y que permitiría al gobierno mexicano evitar que siga creciendo la cifra de cuerpos sin identificar”, explica en entrevista Murck.
Fue gracias al trabajo de cooperación técnica entre la Universidad de Hamburgo, el Instituto de Medicina Forense de la Universidad Goethe de Fráncfort y académicos de Coahuila y Ciudad de México que se logró crear el software que pudiera convertir las fichas convencionales de huellas de personas muertas con el formato de la base de datos del INE.
Maximilian Murck explica cómo funciona exactamente el cotejo de huellas dactilares para la identificación: “las fiscalías envían sus fichas en el formato del INE pidiendo que haga el cotejo con su base de datos. Si hay un match o coincidencia, el INE lo informa y entonces las fiscalías hacen un dictamen de copia. Confirman que las fichas son iguales y el INE regresa entonces foto, CURP, fecha de nacimiento, último domicilio y, por supuesto, el nombre completo que identifica al cuerpo en cuestión”.
A este esfuerzo se sumará -gracias al apoyo financiero de Noruega- el cotejo internacional de huellas. Esto significa que las huellas dactilares que no dieron positivo con la base de datos de INE se podrán cotejar con países como Honduras, Guatemala y El Salvador. De estos lugares provienen la mayoría de migrantes que, en su camino rumbo al norte, cruzan por México.
El Programa de identificación humana en México entregó ya 300 escáneres de huella dactilares a todas las fiscalías de los 32 estados que integran al país. Los aparatos convierten de forma automática las fichas de las fiscalías al formato del INE, de tal forma que una vez que las fichas escaneadas se han enviado, se necesitan de tres a cinco días hábiles para que se confirme o descarte el match.
Indispensable una política pública de identificación
Pero para que todo esto funcione a largo plazo, Murck explica que es necesario que exista un reglamento que obligue a todas las fiscalías del país a realizar este cotejo de huellas dactilares con el INE en todos los casos en los que una identificación inmediata no sea posible.
El programa de Naciones Unidas esperaría que para 2025 pudiera operar ya el Reglamento.
“A veces sucede que si no se tiene el mandato simplemente las cosas no se hacen. Si no hay un reglamento, no lo haces. Lamentablemente a veces es así, lo mismo en México que en Alemania.
“Ahora lo que hacemos es ir a los estados, explicamos a las colegas mexicanas cómo funciona el cotejo de huellas dactilares, ellas ven, oyen y se dan cuenta que el proceso dura sólo cinco minutos y además con una tasa de éxito de 50 por ciento. El proyecto resulta también muy interesante para los altos mandos porque el cotejo de huellas dactilares no cuesta absolutamente nada. Es la forma más segura de identificar una persona. No cuesta ni un peso porque solamente hay que enviar un correo electrónico. Es la forma más eficiente de acercarse a las identificaciones”.
Para el reconocimiento de víctimas, cuya muerte ocurrió antes del 2019, Murck explica que la única forma de apoyar las identificaciones es en los casos en los que las fiscalías, en su momento, sí realizaron una ficha con huellas dactilares. El programa apoya con la digitalización y conversión de éstas al formato del INE para su cotejo y posible identificación.
El programa de Naciones Unidas también contempla el apoyo para la construcción de centros de resguardo, que serían nichos para guardar los cuerpos en casos de exhumaciones masivas así como apoyar pruebas de genética tanto en México como Alemania.
Pero lo más importante, dice, es impulsar y apoyar una política pública de identificación. En ese sentido, Murck insiste una y otra vez en lo importante que es la sistematización del trabajo y la construcción de las estructuras que haga que esa política funcione bajo cualquier circunstancia.y bajo cualquier gobierno.
El especialista alemán es consciente que para todas aquellas personas que buscan familiares desaparecidos hace años, cuyas huellas dactilares no existen más, el cotejo dactilar no es opción para ellos. Y aunque lo lamenta, destaca que el método y su aplicación nacional evitará -cuando menos- que los muertos sin identificar se sigan acumulando.
“Hay que priorizar. Suena muy feo decirlo, pero en este ámbito también hay que de forma estructurada, priorizar los trabajos y los recursos. En este momento tenemos que asegurar que a partir de ya las fiscalías hagan el cotejo de huellas dactilares con el INE para identificar hoy a las personas fallecidas para que ya no se acumulen a los 50.000 que ya están en las fosas comunes. Ese es el primer paso, el segundo es que todos -sociedad civil, comunidad internacional y gobierno- impulsemos la base de datos forense que la Fiscalía General de la República tiene la obligación de implementar para que toda la información esté centralizada para que siempre pueda haber un cotejo de la información entre los estados, porque sabemos muy bien que la desaparición no conoce fronteras”.
Murck asegura estar convencido de que una base de datos centralizada de genética y de cotejo de huellas dactilares permitirá a México la identificación de miles y miles de cuerpos. Dentro de sus recomendaciones, explica que una vez que se lograse tener esta base para identificar personas tendrían que planearse y ejecutarse planes de exhumaciones.
“Pero al respecto voy a ser muy honesto. Desde nuestro punto de vista, si ahora hacemos y apoyamos exhumaciones masivas, que además cuestan millones de pesos, pero no se cuenta con esa estructura que vengo explicando, no se podrán procesar las muestras de genética ni subir esta información a una base de datos centralizada. Los cuerpos exhumados se quedarán en un centro de resguardo otra vez por años. Sin dar respuesta a las familias”, advierte.
-¿Qué es lo que falta en México para alcanzar esta política pública de identificación?
-Durante todo el tiempo en México me he dado cuenta que nunca hubo una política pública de identificación forense. Nunca hubo un consenso técnico entre los estados y el gobierno federal de cómo resolver la crisis forense. Observamos que hay mucha voluntad política, también mucho dinero en este sexenio, por ejemplo, para atender a la crisis forense, pero siempre con la idea de resolverlo a través de islas.
Frente a las elecciones y cambios de gobiernos que se avecinan en los próximos meses, el especialista alemán alerta que lo más importante para la continuidad del éxito de este programa de cooperación técnica es la voluntad política y el interés tanto de las distintas fiscalías como de los propios estados. Porque, como él dice, “las personas fallecidas sin identificar se encuentran justamente en los Estados”.
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