Detrás de las negociaciones Putin-Prigozhin

Yevgeny Prigozhin, líder del grupo de mercenarios rusos Wagner. Imagen tomada de PBS.
Con base en fuentes cercanas al Kremlin, el portal ruso en el exilio Meduza reconstruye los intentos de negociación entre el presidente Vladimir Putin y el líder del Grupo Wagner los días 23 y 24 de junio pasado. Explica además por qué fue necesaria la mediación del dictador bielorruso Alexander Lukashenko para terminar con la insurrección. Underground Periodismo Internacional traduce al español la crónica de los hechos tal como sucedieron.

En la noche del 24 de junio, cuando las fuerzas Wagner se encontraban a unos cientos de kilómetros de Moscú, Yevgeny Prigozhin anunció que detendrían su avance y “se retirarían a sus campamentos de campaña de acuerdo con el plan”. El fundador del Grupo Wagner explicó que su “marcha” había llegado a un punto “en el que era posible un derramamiento de sangre”. Esta afirmación no sólo era vaga, sino también falsa: 13 pilotos rusos ya habían muerto en el transcurso de la rebelión.

La noche anterior a la insurrección de Prigozhin, el fundador de Wagner culpó al Ministerio de Defensa ruso de atacar a sus combatientes, aunque no presentó ninguna prueba que respaldara estas afirmaciones. Prigozhin señaló específicamente al ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, llamándole “cobarde” y “criatura” a la que había que “detener”.

Justo antes de que Prigozhin diera la vuelta a sus fuerzas, se reveló de repente que Alexander Lukashenko, el presidente de Bielorrusia, estaba dirigiendo las negociaciones. Al parecer, fue él quien finalmente convenció a Prigozhin para que dimitiera, según los representantes oficiales de Minsk. El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, también lo confirmó, aunque el propio Prigozhin aún no ha hecho comentarios. Según Peskov, Prigozhin “se marchará a Bielorrusia” y Rusia abandonará la causa penal contra él. Aún no está claro qué le espera exactamente a Prigozhin una vez que llegue a Bielorrusia.

Según una fuente de Meduza próxima al Kremlin, las autoridades rusas empezaron a negociar con (Yevgeny) Prigozhin la noche del 23 de junio, cuando acababa de anunciar la salida de su “marcha de la justicia”.

Las autoridades militares, funcionarios del Kremlin y miembros del gobierno intentaron hablar con el líder de la milicia Wagner, aunque era difícil saber qué había que negociar, dada la gravedad de sus acciones.

Las exigencias de Prigozhin eran vagas y extrañas. Exigía la salida de Serguéi Shoigú, ministro de Defensa, quería mantener el control de la gestión de Wagner y pedía financiación adicional. Pero, tras una rebelión armada, ya no tenía sitio en el sistema. Pasara lo que pasara, saldría perdiendo, aunque le prometieran perdonarle la vida y conservar [el Grupo Wagner] de una forma u otra. Pero él no quería perder nada.

En un principio, el Kremlin esperaba resolver el incidente de forma “relativamente pacífica”, pero fue incapaz de llegar a un acuerdo con Prigozhin. Entonces se ordenó a los gobernadores y políticos rusos que condenaran públicamente las acciones del caudillo y lo declararan “traidor”. Hacia las 10 de la mañana, hora de Moscú, Putin pronunció un discurso televisado a la nación en el que calificó a Prigozhin de “traidor” y denunció lo que calificó de “puñalada por la espalda”. Con ello parecía descartar cualquier posibilidad de acuerdo pacífico.

Prigozhin reaccionó diciendo que “el presidente (estaba) muy equivocado”. Y añadió: “Nadie se va a rendir por orden del presidente, del FSB (servicios de inteligencia) ni de nadie”. Para entonces, los combatientes de Wagner ya controlaban Rostov del Don y habían recorrido buena parte del camino hasta Moscú.

Según fuentes de Meduza próximas al Kremlin, a mediodía del 24 de junio, Prigozhin intentó ponerse en contacto directamente con el Kremlin. Incluso “intentó ponerse en contacto con Putin, pero el Presidente no quiso hablar con él”.

Es posible que el jefe de Wagner se diera cuenta de que “había ido demasiado lejos” y de que “su columna tenía pocas posibilidades de avanzar”. Sus mercenarios estaban ya a la vista del río Oka (afluente del Volga), donde el ejército ruso y la Guardia Nacional habían colocado su primera línea de defensa. A pesar de la afirmación de Prigozhin de que “la mitad del ejército” estaba listo para unirse a él, Wagner no recibió apoyo adicional de los soldados (del ejército regular) en las primeras horas del levantamiento.

Sin duda, el Kremlin se dio cuenta de que Prigozhin iba a dar marcha atrás y quiso evitar un “enfrentamiento sangriento” con Wagner. Las últimas negociaciones habrían tenido lugar en presencia del jefe de gabinete del presidente, Anton Vaino, del secretario del Consejo de Seguridad ruso, Nikolai Patrushev, y del embajador ruso en Bielorrusia, Boris Gryzlov, mientras que (Alexander) Lukashenko (el dictador bielorruso) desempeñaba el papel principal (el de mediador). Según una fuente cercana al Kremlin, Prigozhin insistió en que en las negociaciones participaran altos funcionarios. Dada la reticencia de Putin a hablar con Prigozhin, a los negociadores les quedaron pocas opciones.

“Prigozhin necesitaba un tercero para hacer una salida digna. Ahí es donde entró Lukashenko. Le encanta que hablen de él y por eso aceptó”, afirma una de nuestras fuentes. El gran vencedor de este episodio fue Lukashenko, que se convirtió en el hombre que “salvó a Rusia de un baño de sangre, o peor, de una guerra civil”.

Según nuestras fuentes, Prigozhin lo ha perdido todo en este golpe de fuerza. “Ha sido expulsado de Rusia. El presidente nunca le perdonará”. Aunque los detalles exactos del futuro de Prigozhin aún están por determinar, “no tendrá la misma aura ni los mismos recursos que antes”. También habrá sin duda cambios en el Ministerio de Defensa “debido a problemas internos y no a las exigencias de Prigozhin”.

Al comienzo de la rebelión, el general ruso Serguéi Surovikin publicó un vídeo en el que pedía a los combatientes wagnerianos que se rindieran y “resolvieran el problema pacíficamente”. El general Vladimir Alexeyev también describió las acciones de Prigozhin como una “puñalada por la espalda” y un “intento de golpe de Estado”.

En las horas siguientes, Prigozhin se reunió con Alexeyev y el viceministro de Defensa Yunus-bek Evkurov en el cuartel general del distrito militar sur de Rostov del Don. Prigozhin les dijo que iba a marchar sobre Moscú y atacar al jefe del Estado Mayor del Ejército ruso (Valeri Guerassimov) y (al ministro de Defensa Sergey) Shoigú. Ni Shoigú ni Guerassimov han hecho comentarios sobre la rebelión de Prigojine.Se desconoce dónde se encontraban durante los acontecimientos.

Según otra fuente cercana al gobierno ruso, es poco probable que haya cambios al frente del Ministerio de Defensa: “Putin casi nunca cede a las presiones”.

Según nuestras fuentes, esta toma de poder debilita la autoridad de Putin: “Fue incapaz de enfrentarse a Prigozhin y nadie sabía dónde estaba después de su discurso. Es el jefe del ejército y debe tomar las decisiones necesarias cuando llegue el momento. No debería haber permitido que Lukashenko ocupara tanto espacio ni que los representantes del aparato de seguridad (los siloviki) llevaran las negociaciones”.

Mientras Prigozhin avanzaba sobre Moscú, Putin trabajaba en revisar algunos documentos el Kremlin, según su portavoz, Peskov. El avión de Putin, equipado para que pueda controlar el ejército a distancia, también habría salido de Moscú la tarde del 24 de junio, desapareciendo del radar cerca de la ciudad de Tver, informa iStories, según los datos de vuelo de Flightradar. Según una de nuestras fuentes, Putin intentará ahora consolidar su poder, y es probable que aumenten los intentos de la élite rusa de “reestructurar la jerarquía”.

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