A mediados de junio, siete enviados del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) desembarcarán en España para comenzar una gira que los llevará a lo largo y ancho del territorio europeo. El clímax de su travesía será la cita de Madrid el 13 de agosto, cuando se cumplan 500 años de la caída de Tenochtitlán, en 1521, que significó un largo sometimiento a los conquistadores españoles. El sociólogo belga Bernard Duterme, director del Centro Tricontinental y estudioso del zapatismo desde su emergencia, expone a Underground algunos elementos a considerar en la visita que hará la guerrilla mexicana que, a pesar de los años, sigue consiguiendo apoyos en el Viejo Continente.
BRUSELAS, Bélgica.- Bernard Duterme es un investigador belga que sigue al movimiento zapatista desde que surgió el 1 de enero de 1994. En esa época él trabajaba en la organización no gubernamental Entraide et Fraternité (Ayuda y Fraternidad), que hasta la fecha forma parte de la plataforma europea Cooperación Internacional para el Desarrollo y la Solidaridad. Esta red la conforman grupos católicos de izquierda que están vinculados a la Diócesis de San Cristóbal de las Casas, cuyo fallecido obispo, Samuel Ruiz, fue un mediador clave del conflicto zapatista en sus primeros años.
Duterme es quizás el académico que más conoce al EZLN en Bélgica y es autor de libros y ensayos sobre esa guerrilla chiapaneca. Su voz es autoridad en los medios de este país cuando surge una noticia sobre el grupo rebelde. Actualmente es director del Centro Tricontinental, un centro que estudia los países en desarrollo desde 1976, y está al tanto de los pormenores en torno a la gira que está por emprender una delegación zapatista en Europa.
“Hay una gran efervescencia entre los grupos de apoyo”, comenta en entrevista con Underground el pasado lunes 1 de junio. Cientos de colectivos de todo el Viejo Continente están en comunicación permanente y poniéndose de acuerdo para que los visitantes zapatistas puedan cumplir con su meta de llegar a 30 países, incluyendo Rusia y Turquía. El objetivo, según los rebeldes, es “platicar sobre nuestras historias mutuas, dolores, rabias, logros y fracasos”.
Hay ánimo del lado europeo, aunque Duterme reconoce que lejos están los tiempos en que el EZLN acaparaba el fervor de prácticamente todo el espectro de la izquierda de esta región y se encontraba en la cima del estrellato mediático en Francia, Italia o Alemania.
Hoy -explica el investigador- su base de apoyo se agolpa en la constelación de colectivos anarquistas y los que conforman el llamado movimiento “descolonial”, un pensamiento relativamente nuevo que, en pocas palabras, defiende y se moviliza en torno a las identidades raciales, religiosas o sexuales y cuestiona la lectura de la izquierda tradicional de que en la lucha social está el eje de la dominación.
En este momento la delegación zapatista cruza el océano Atlántico en el velero La Montaña, que dirige una tripulación alemana. Zarpó el pasado 2 de mayo de Isla Mujeres, Quintana Roo. Los enviados zapatistas son cuatro mujeres, dos hombres y una persona transgénero, la primera que pisará suelo europeo cuando a mediados de junio desembarquen en el puerto de Vigo, en Galicia, España. Será, escribió el Subcomandante Marcos, hoy Galeano, “como una cachetada con media negra a la izquierda heteropatriarcal”.
A ellos se unirán otros delegados, quienes harán el viaje en avión.
Esta gira tiene una gran carga simbólica, y tendrá su cúspide cuando lleguen a Madrid el 13 de agosto, fecha histórica que marca los 500 años de lo que el EZLN llama “la supuesta conquista (española) de lo que hoy es México”. La organización armada asevera que su presencia en la capital de España servirá para decir dos cosas: “uno, que no nos conquistaron (y) seguimos en resistencia y rebeldía, y dos: que no tienen que pedir que les perdonemos nada”.
-¿Cómo interpreta desde Europa esta gira de los zapatistas?, se le pregunta a Duterme.
-La percibo, como se dice en francés, como un nuevo coup d’éclat (algo así como golpe sorpresa); es una iniciativa que nadie se esperaba. Pero el movimiento zapatista ya nos tiene acostumbrados a estas sorpresas. Son intentos de existir, de “romper el cerco”, como dicen ellos mismos. Desde su surgimiento han trabajado para romper el cerco físico, mediático y político. Y esta iniciativa es un intento más, y bastante espectacular por su dimensión internacional.
Duterme recuerda que representantes del EZLN ya habían viajado a Europa en 1996. En especial menciona la reunión, con lleno absoluto, en el famoso Teatro Odeón de París, el 11 de noviembre de aquel año. “Esa visita -relata- creó un caos dentro de la izquierda francesa interesada en México. Yo estaba presente y observé las fricciones entre grupos que, digamos, se disputaban al movimiento zapatista”.
-En aquella época los zapatistas enfrentaban un conflicto más intenso contra el Estado mexicano y buscaban el apoyo internacional de fuerzas políticas y ciudadanas de Europa. Necesitaban un apoyo social, pero también recursos económicos y una buena imagen internacional que los dotó finalmente de capital político frente al gobierno mexicano. Hoy enfrentan otras condiciones ¿qué busca el EZLN en Europa?
-No veo diferencias. Las justificaciones de esta gira son las de siempre: articular focos de resistencia en México y en el mundo. Ya decían eso los textos del Primer Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo, en julio de 1996: los invitamos a platicar cómo podemos enfrentar juntos al sistema neoliberal. La única diferencia con esa época es que el enemigo se precisó y, desde hace 20 años, ya no es el neoliberalismo sino el capitalismo.
-La red de apoyo que tejió el EZLN en Europa en la década de los 90 fue impresionante. No sólo tenían la simpatía de un montón de organizaciones políticas civiles, sino también de grandes actores como las centrales sindicales, la iglesia católica o los partidos de izquierda. ¿Qué ha sucedido con ese enjambre protector europeo luego de tantos años?
-A mí me impresiona la efervescencia que hay en varios países de Europa con el viaje zapatista. En especial en Francia, España, Italia, Grecia o Bélgica. Sólo hay que ver la lista tan larga de las organizaciones que firmaron el pasado 1 de enero la llamada Declaración por la vida (en la que se invita a la discusión entre julio y octubre en Europa con los representantes del EZLN, el Congreso Nacional Indígena-Concejo Indígena de Gobierno, y el Pueblo en Defensa del Agua y de la Tierra de Morelos, Puebla y Tlaxcala). Esa iniciativa reanimó a cientos y cientos de colectivos, que se están reuniendo casi todos los días. El eco y la resonancia del zapatismo en Europa continúa siendo muy fuerte y dinámico.
-¿Y cuál es el perfil de esas organizaciones de apoyo?
-En su gran mayoría pertenecen a los círculos autónomos y libertarios, es decir anarquistas. Con los años, entre ellos aumentó mucho el interés hacia el zapatismo, mientras que el de la izquierda más tradicional fue bajando. Los anarquistas valoran la manera zapatista de tratar de construir la autonomía, “abajo a la izquierda”, con modos de organización horizontal, luchando contra todas las formas de dominación, sean de género o de relación con la naturaleza, por ejemplo.
El sociólogo belga compara la movilización que estalló en Europa a favor de la revolución sandinista en Nicaragua en los años 80 con el zapatismo de la década posterior. Señala: “Casi todas las tendencias de izquierda se movilizaron, tal como ocurrió con el EZLN: los socialdemócratas, los marxistas, los cristianos y las iglesias de izquierda, los sindicatos, las ONG y un montón de otros grupos”. Sin embargo, dice, esa amplia base se desgastó con el paso del tiempo.
-Los zapatistas tenían un apoyo masivo de jóvenes en México y en Europa. Toda una generación simpatizó y se formó políticamente con ellos. Hoy, los temas que preocupan a la juventud tienen que ver con el cambio climático, la igualdad de género, los derechos sexuales o el racismo, mientras que, quizás, el activismo político tradicional parece cosa del pasado. ¿Los jóvenes europeos todavía encuentran en el zapatismo una inspiración de cambio?
-Hay muchos jóvenes entusiasmados por la visita de la delegación zapatista, porque ven que con su visita se podrán discutir los temas que acaba usted de citar y que les interesan: los temas ecológicos, el calentamiento global, la igualdad de género, el respeto a las diferencias sexuales, los temas que hoy conforman la llamada corriente “descolonizadora”. Son preocupaciones que están muy presentes entre los muchachos que entran en política aquí en Europa. Y entre los que recibirán a los enviados del zapatismo.
El EZLN -refiere Duterme- fue una organización muy avanzada al incorporar en su discurso estas temáticas que interesan a los jóvenes simpatizantes europeos. Estos muchachos están muy alejados de la visión de la izquierda clásica, centrada en la lucha social contra el neoliberalismo, ya que “consideran que una dominación no tiene más peso que otras”, explica el entrevistado.
-El discurso zapatista siempre ha sido contra el poder, y el gobierno actual no ha sido la excepción. ¿Considera que este viaje tendrá un efecto negativo en esa “izquierda” que está hoy gobernando en México?
-Me temo que el hecho de que la movilización sea sobre todo en los círculos libertarios y autónomos, y casi no en los actores tradicionales como los sindicatos, no permita a esta visita tener un impacto político suficiente. Pongo un ejemplo: en esta visita, un tema central que tendríamos que debatir es el acuerdo entre México y la Unión Europea porque tendrá un impacto social y medioambiental en ambos lados. Pero los sindicatos mexicanos y europeos, que tienen una posición al respecto, no están presentes en los comités de recepción de la delegación zapatista.
Y si actores sociales importantes en el debate no están suficientemente representados en estas reuniones de preparación, “será una prueba -señala- de que la resonancia del zapatismo en Europa existe sobre todo en una parte de la izquierda, pero no en toda”. Es por eso que Duterme cuestiona que la visita se esté organizando sólo entre zapatisants (“zapatizantes”, la palabra en francés para definir a los activistas más comprometidos) cuando también tendrían que incorporarse “actores sociopolíticos importantes sean éstos comunistas, socialdemócratas o cristianos de izquierda”.
-Los zapatistas llegan en un momento en que algunas izquierdas europeas de peso, como la francesa o la alemana, que fueron un gran apoyo, están pasando un momento de crisis electoral muy aguda.
-Gran parte de la izquierda clásica europea perdió el apoyo popular. El voto para los partidos de izquierda es hoy más elitista. Un segmento mayoritario del voto popular se va a soluciones populistas, lo que en Europa significa a la extrema derecha. Pero no toda la izquierda perdió su fuerza. En Bélgica, el Partido Socialista sigue ganando; no se vació como en Francia. Ahora bien, es verdad que la opinión pública europea no está al tanto de los zapatistas, no los conocen, y tampoco los políticos…
-El zapatismo contaba con un apoyo público de figuras políticas e intelectuales europeas de izquierda, muy notable en el caso francés. La conocida simpatía y hasta amistad de Danielle Mitterrand, la esposa del expresidente francés François Miterrand, con el Subcomandante Marcos sintetiza esa entrega. Hoy no vemos figuras así animando esta gira…
-Hay factores que explican esta pérdida de interés en esos personajes. Uno es el tiempo, que agotó ese respaldo. Otro ha sido la evolución política del zapatismo como tal: a partir de los años 2000, el EZLN viró hacia el anticapitalismo y eso alejó la atención de algunos políticos e intelectuales de izquierda. Eso sucedió, por ejemplo, con el grupo de científicos sociales en torno a Alain Touraine, que decidieron desinteresarse del EZLN en 2001. El sociólogo Yvon Le Bot, mano derecha de Touraine, también decía que el zapatismo tenía que ser lo contrario al guevarismo o no le interesaba. Y a los socialdemócratas (más moderados) tampoco les gustó ese giro anticapitalista, no así a algunos comunistas, que siguen simpatizando con el zapatismo. Es decir, varios sectores condicionaron su apoyo.
Duterme ilustra estos choques ideológicos con una anécdota. Antes de partir a Europa, la comandancia zapatista publicó una foto del acto de despedida. En esa imagen aparece, detrás de un militante del EZLN, una bandera de México colocada sobre una especie de manta o mural con las figuras del Che Guevara, de Emiliano Zapata y la del rostro de una mujer indígena que porta un pasamontañas que parece bordado con granos de maíz negro.
“Están todas las referencias del zapatismo. Pero resulta que la gran mayoría de los grupos que están promoviendo la gira, no tomaron esa foto en sus portales. Tomaron otras en las que no aparecen el rostro del Ché, que molesta a algunos, o la bandera mexicana, que incomoda a los libertarios -que son anti-Estado- y que está presente en cada uno de los actos del EZLN, ya que se consideran indígenas mayas pero también mexicanos, y lo que piden es igualdad y respeto a su diferencia”, concluye el investigador.
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