El pasado 20 de febrero, el periódico Irish Examiner publicó en su primera plana el reportaje titulado “Los cárteles de la droga utilizan Irlanda como punto de escala“.
En su versión digital, el titular del reportaje lanzaba una advertencia nada sutil: “El exótico mundo de los cárteles internacionales de la droga está a las puertas de tu casa“. Explicaba a sus lectores: “El enorme decomiso de drogas de la semana pasada nos recuerda que los tentáculos de las poderosas bandas de narcotraficantes sudamericanas (sic), como la de Sinaloa, no sólo se extienden en tu dispositivo de streaming favorito, sino que están presentes en comunidades insospechadas de todo Munster“.
Munster es una provincia del sur de Irlanda en la que se ubica el puerto de Cork. En éste, el pasado 16 de febrero la Policía Nacional confiscó nada menos que 546 kilos de metanfetamina -con un valor estimado de 36.6 millones de dólares– provenientes de América Latina y con destino a Australia. Y, por supuesto, el diario irlandés se refería a la serie Narcos, de Netflix, que, considera, “vende una cara romántica del Cártel de Sinaloa”.
El descubrimiento de esa media tonelada de metanfetamina encendió todas las alarmas en aquel país insular de cinco millones de habitantes. No sólo porque la Policía Nacional confirmó que en este trasiego está involucrado el que se considera el cártel más poderoso del mundo, el de Sinaloa, sino también un narcotraficante que cuenta con la doble nacionalidad, mexicana e irlandesa, y sobre quien pesa una solicitud de extradición del gobierno de Chile desde el 28 de julio de 2023: Morris O’Shea Salazar.
El hombre, actualmente de 33 años, no es cualquier traficante: es familiar de Joaquín “El Chapo” Guzmán. La madre de O’Shea Salazar es Yolanda Salazar Tarriba, pariente directa de la primera esposa de “El Chapo”, Maria Alejandrina Salazar Hernández, cuyos hijos son Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar, conocidos como “Los Chapitos”, que conforman una de las facciones del Cártel de Sinaloa.
Las autoridades de Chile acusan a Morris O’Shea Salazar de operar en el país una red de tráfico de cocaína integrada por su madre y su tío Ricardo Salazar Tarriba, quienes fueron detenidos el 10 de marzo de 2021 en el aeropuerto internacional de Santiago de Chile cuando intentaban regresar a México. Ello tras haber enviado a España, Holanda y Bélgica varios cargamentos de cocaína -vía marítima y aérea- que compraban a organizaciones criminales de Bolivia y que almacenaban en una región del norte de Chile. Enjuiciados por los delitos de asociación delictuosa y tráfico de drogas, Yolanda fue condenada a 18 años de prisión y su hermano a 23.
Un reportaje del Sunday World afirma -con datos de la Guardia Civil española- que la célula chilena de Morris O’Shea Salazar -apodado en Irlanda “el mexicano”- logró en junio de 2020 meter tres cargamentos de cocaína a través del puerto de Dublín. Uno de ellos partió hacia allá desde Valparaíso, en Chile, en un contenedor del buque portugués MSC Madhu. Otro más, transportado en el carguero MSC Aino, de bandera liberiana, hizo primero escala en el puerto belga de Amberes. También traficaba la droga en paquetes de 50 kilos en vuelos de pasajeros de KLM (Holanda), Iberia (España) y Air France (Francia).
“El mexicano” recibía 590.000 euros por cada contenedor con cocaína que llegara exitosamente, mientras que los choferes que la transportaban dentro de Irlanda en camiones cobraban por entrega 15.000 euros cada uno, según las comunicaciones del sistema Encrochat infiltradas por las policías europeas, en las cuales el traficante se identificaba como “Sin City Gold”.
El Sunday World asegura que un informe de la Guardia Civil advierte que “es claro que ellos (O’Shea Salazar y sus cómplices) intentan introducir a través de España una gran cantidad de narcóticos: 6.000 kilos de cocaína“.
Cuando a mediados del año pasado Chile pidió la extradición del narcotraficante, a éste lo tenía ubicado en Sinaloa. Sin embargo, en diciembre lo situó en Barcelona, España, en una zona exclusiva donde reside habitualmente.
Derivado del decomiso de los 546 kilos de cocaína en Cork, la policía irlandesa detuvo a dos sujetos de 40 años, uno de ellos un colaborador directo de Morris O’Shea, quien confirmó que la droga era provista por el Cártel de Sinaloa y tenía como destino Australia. De acuerdo con el citado rotativo, uno de los detenidos -cuyo nombre no menciona “por razones legales”- es un empresario e hijo de una figura política del condado de Cork.
Niñez y adolescencia del “mexicano”
De acuerdo con las investigaciones de la justicia chilena -que cita el Irish Examiner-, Yolanda Salazar Tarriba viajó a Europa luego de graduarse como socióloga en 1982. Vivió un tiempo en España antes de mudarse a Francia, país en el que conoció al padre de Morris, un irlandés originario del condado de Kerry, en la provincia de Munster.
La familia O’Shea-Salazar vivía en México, pero alrededor del 2005 el padre de Morris murió en un choque automovilístico y Yolanda decidió entonces instalarse con sus dos hijos (Morris y su hermana) en Kerry, específicamente en una vivienda de protección social en Killorglin, a las afueras de la ciudad natal de su difunto esposo, en donde ella se dedicó a dar terapias alternativas de salud mental y bienestar.
El Irish Star, un periódico estadounidense para la comunidad irlandesa, pudo hablar con los antiguos vecinos de la familia O’Shea Salazar en Killorglin. En un artículo publicado el 10 de agosto del año pasado, uno de los vecinos, que dijo haber conocido a Morris “bastante bien”, lo describió como “un tipo muy tranquilo y reservado”, por lo que en el vecindario no se podían creer lo que dicen las noticias sobre él y su familia. Otra persona declaró al enviado del periódico: “No había nada que destacara en ellos, (Morris) era sólo un chiquillo en aquella época. Todo el mundo le llamaba ‘mexicano‘, ese era su apodo. Estaba en forma, recuerdo, y era bueno en el boxeo”.
El mismo periódico reportó, sin embargo, que excompañeros de Morris en la escuela contaron cómo él los amenazaba con echarles al Cártel de Sinaloa si no hacían lo que quería. Aunque nadie lo tomaba en serio, Morris se caracterizó por ser un chico conflictivo y violento que, recuerda uno de sus entonces compañeros de clase, se peleó el primer día en que ingresó al colegio.
En octubre de 2009, cuando tenía unos 18 años, el muchacho tuvo que comparecer ante un tribunal acusado de 14 cargos, entre ellos posesión de armas de fuego, daños, perturbar el orden público, robo y desobedecer a la policía. Se declaró culpable de todos los delitos y pasó un mes en prisión, además de tener que pagar 1.000 euros de indemnización. El tribunal decidió ser indulgente con él y le impuso un toque de queda de 12 horas por día como alternativa a continuar encarcelado.