Barcelona, Madrid y Hamburgo se han convertido en “ciudades refugio” para algunos periodistas mexicanos cuyas vidas han sido perturbadas por las amenazas, la tortura, el secuestro y el miedo de la desbordada violencia que ha colocado a México como el país más peligroso del mundo para la prensa. Con apoyo de los Fondos para el Periodismo de la Federación Valonia-Bruselas de Bélgica, Underground presenta la versión para México de un trabajo periodístico -originalmente publicado en francés para los lectores belgas- dedicado a los programas europeos que han dado acogida temporal a los comunicadores mexicanos para que éstos puedan respirar, reflexionar y recargarse de la energía necesaria que los ayude a proyectarse en el futuro…
Por: Yetlaneci Alcaraz y Marco Appel
BERLÍN / BRUSELAS.- En Alemania no sólo me dieron techo y comida, también una calidad de vida que nunca imaginé. El año completo que pasé allá me revitalizó el alma, fortaleció mi carácter, me abrió la mente y me motivó a seguir adelante con mi profesión”, confiesa Pedro Matías Arrazol.
En octubre de 2008, este periodista oaxaqueño fundador del portal Página 3 y corresponsal de la revista Proceso fue “levantado” en el centro de Oaxaca por un comando de hombres que durante más de 10 horas lo “paseó” por diversas casas de seguridad en donde lo torturaron física y psicológicamente. Su caso, como el de tantos otros, quedó impune. Y aunque él tuvo la sospecha del origen de la agresión -el entonces gobierno estatal de Ulises Ruiz- nunca hubo un detenido y menos aún alguien declarado culpable.
Luego del episodio de violencia, Matías Arrazol se alejó de todo y de todos; lleno de miedo -recuerda- su cuerpo sólo le pedía dormir y aislamiento. Un par de meses después recibió una llamada con una oferta: la fundación alemana Hamburger Stiftung, dedicada a ofrecer apoyo y refugio a perseguidos políticos y periodistas en riesgo, le ofrecía una beca por un año. Sin dudarlo, aceptó.
El evidente aumento de agresiones contra periodistas mexicanos, registrado desde el inicio de la llamada “guerra contra el narcotráfico” iniciada en 2006 por el entonces presidente Felipe Calderón, generó que distintas organizaciones no gubernamentales europeas comenzaran a ofrecer espacios seguros a comunicadores mexicanos en peligro.
Junto a Pedro Matías, otros 17 colegas mexicanos han recibido de 2008 hasta ahora apoyo y acogida de parte de tres organizaciones europeas: la alemana Hamburger Stiftung, con sede en el puerto de Hamburgo; y las españolas Taula per Mèxic, con sede en Barcelona, y la sección española de Reporteros Sin Fronteras (RSF), en Madrid.
En periodos que van de tres a seis meses o un año, estas agrupaciones brindan no sólo techo y alimento a sus invitados sino también un auxilio integral que incluye terapias psicológicas, cursos de idiomas, talleres de incidencia política, contactos con medios de comunicación y otros actores políticos que les permiten construir redes internacionales de apoyo de gran utilidad para el posterior regreso a México.
Espacio libre de amenazas
Sólo en un ambiente libre de miedo y sin amenazas es que una persona se puede reconstruir, recobrar seguridad, valor, coraje y continuar con el trabajo tan necesario en su comunidad. Tal es la premisa de la alemana Hamburger Stiftung, que desde 1986 trabaja con un objetivo: apoyar a gente comprometida con la democracia y la libertad y que por tal motivo es amenazada y perseguida en su respectivo país.
“La idea de nuestro programa es que (nuestros becarios) gocen de una pausa que les dé respiro para cargar valor y energía para -luego de un año- volver a sus países. Les ofrecemos un año para vivir seguros y la idea es que después de ese tiempo vuelvan a sus países reforzados y recuperados para seguir haciendo su trabajo allá. Nuestro programa no está planteado para que se queden en Alemania porque lo que hacen en sus países es muy importante y esperamos que regresen a ellos -fortalecidos- a seguir trabajando”, señala en entrevista con Underground Martina Bäurle, directora de la fundación alemana.
Y agrega: “No es una casualidad que las dos personas de México que han recibido el apoyo de la fundación sean periodistas”. El primero fue Pedro Matías en 2008 y la segunda fue Ana Lilia Pérez en 2012, amenazada por sus investigaciones sobre la corrupción en el sector petrolero. “México es un país en donde, a pesar de no estar en guerra, la peligrosidad para ejercer el oficio es enorme”.
En España son la Taula per Mèxic y la sección española de Reporteros sin Fronteras (RSF) las organizaciones que en recientes años -2016 y 2018, respectivamente- asumieron la responsabilidad de apoyar a los periodistas mexicanos en emergencia. Y es que, hasta la fecha, la violencia contra el gremio no cesa: la organización Artículo 19 estima que cada 12 horas se presenta una agresión contra un periodista o medio de comunicación en México y sólo en lo que va de este año cinco nuevos comunicadores han perdido la vida sumándose a una larga lista de 142 muertes desde el año 2000*.
La Taula per Mèxic fue fundada en Barcelona en 2016 por un grupo de ciudadanos solidarizados y preocupados por la violencia contra la prensa en México y hasta la fecha ha recibido a 12 periodistas de todos los polos del país: Estado de México, Tamaulipas, Guerrero, Coahuila, Chihuahua y Veracruz.
“Quisimos crear un respiro para que tanto defensores de derechos humanos como periodistas pudieran venir a Barcelona durante tres o seis meses”, refiere en entrevista Arturo Landeros, coordinador del Programa de Acogida a Periodistas de la Taula. “El programa no funciona como una salida de emergencia porque para ello no tenemos la capacidad. Lo que ofrecemos es fortalecimiento y prevención cuando hay una primera amenaza, y cuando todavía hay tiempo de analizar qué está pasando”.
Una iniciativa similar, pero abierta a colegas de otros países del continente, es el Programa de Acogida Temporal de Periodistas Perseguidos de América Latina. Fue creado en 2018 por el Ayuntamiento de Madrid y la sección española de Reporteros Sin Fronteras (RSF). “Nuestro programa tiene una doble vertiente: una curativa, que se da cuando los periodistas comparten sus angustias y reciben el reconocimiento de sus colegas españoles; y otra formativa, cuando toman otra vez conciencia del valor de su trabajo”, comenta en entrevista Alfonso Armada, presidente de RSF-España.
“Me sentía tan bien de poder dejar todo atrás. Pensaba: `Estoy del otro lado del mundo, ¿qué me puede pasar aquí?´”, narra a Underground Periodismo Internacional Cynthia Valdez, fundadora del diario La Pared en Culiacán, Sinaloa, acogida en 2020 en Madrid.
Valdez y su socio Martín Durán, arropado por el programa de Barcelona, quedaron atrapados desde 2016 en una disputa de poder al interior del Cártel de Sinaloa, entre los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán, Iván y Alfredo, y Dámaso López.
Ambos bandos querían controlar para su beneficio el contenido del periódico. Cynthia se vio forzada a publicar una entrevista con Dámaso y luego una réplica de los Guzmán en un número especial que ellos pagaron y regalaron en Culiacán. Cynthia tuvo que huir a la Ciudad de México tras el asesinato, el 15 de mayo de 2017 y a plena luz del día, del reconocido periodistas Javier Valdez, quien cubría la misma disputa para el semanario Ríodoce. Estaba segura de que ella sería la próxima en ser ejecutada.
Cuando Cynthia supo que podía ser acogida en Madrid, lo consultó con su madre, quien le dijo que se fuera, que ella cuidaría a sus cuatro hijos: “Vete -le dijo-, prefiero que estés lejos, pero viva”.
Natividad del Carmen Ambrocio Cuevas es sobreviviente del segundo ataque a estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, ese en el que desaparecieron 43 jóvenes y cuyo caso dio la vuelta a mundo.
La madrugada del 27 de septiembre de 2016 esta periodista oriunda de Iguala, Guerrero, entrevistaba en una conferencia de prensa improvisada en plena calle a los estudiantes, quienes habían sufrido un primer ataque por parte de la policía municipal. Fue entonces cuando un comando del crimen organizado, a bordo de una camioneta, rafageó con armas de alto poder al grupo de personas que ahí se encontraban, matando a dos estudiantes más e hiriendo a periodistas.
Ya desde entonces Ambrosio Cuevas nadaba contra la corriente para realizar su trabajo periodístico pero después de aquellos sucesos el clima hostil frente a su trabajo se fue incrementando. Sin importar las corrientes ni el color de los partidos políticos en el poder en el municipio de Iguala, sus investigaciones sobre violaciones a derechos humanos, corrupción y tráfico de influencias incomodaron a los gobernantes en turno. Amenazas veladas y directas como el corte de la manguera de gasolina de su vehículo particular la hicieron acercarse a organizaciones que apoyan y protegen a periodistas en México como Artículo 19, CIMAC y el propio Mecanismo de Protección a Periodistas del gobierno mexicano.
En agosto de 2020 y luego de un ataque contra el Diario de Iguala, para el cual trabajaba y el asesinato de un colega cercano, las ONG que asesoraban a Natividad Ambrocio le recomendaron salir del estado. Tras dos meses de ausencia la periodista volvió a su casa pero las cosas siguieron igual. Fue entonces que recibió la invitación de Taula per Mèxic para ser parte de su programa de Acogida Temporal de Periodistas. El 8 de abril de 2021 llegó a Barcelona y ha usado todo este tiempo para recuperarse y tomar fuerzas.
“Con la distancia me di cuenta que durante muchos años normalicé una situación (vivir con miedo y amenazas) que no era normal. Ahora he aprendido a denunciar y a romper el silencio. Ahora estoy respirando tranquilidad y paz y esa sensación es única porque no te sientes al alcance de la gente que te quiere hacer daño. Te sientes simplemente protegido”, dice a Underground en entrevista.
Y aunque Ambrosio Cuevas se siente agradecida por la oportunidad, asegura que nunca hubiera querido llegar a Barcelona bajo las circunstancias en que tuvo que hacerlo.
“Pero se agradece y además de agradece que existan gente preocupada y que haya organizaciones como la Taula per Mèxic preocupada por la situación de los periodistas mexicanos, quiene en su mayoría no tienen la posibilidad de cambiar de aires con seguridad”, dice.
El 23 de marzo de 2017 cambió la vida de la periodista mexicana Patricia Mayorga, quien se desempeñaba como corresponsal en Chihuahua del semanario mexicano Proceso.
A las 7 de la mañana de ese día, su colega y amiga Miroslava Breach fue asesinada a las puertas de su casa cuando se disponía a llevar a la escuela a su hijo adolescente. Desde hacía años ambas periodistas se apoyaban y acompañaban en la investigación de temas que nadie más cubría en la entidad del norte del país: violación de derechos humanos, desplazamiento forzado, corrupción y narcopolítica en la Sierra Tarahumara, donde reside la comunidad indígena del mismo nombre.
Tras el asesinato de Breach, que meses después se confirmó fue ordenado y ejecutado por el grupo criminal de Los Salazar, Mayorga tuvo que abandonar Chihuahua y se refugió casi de inmediato en Perú con el apoyo del comité para la Protección de los Periodistas (CPJ).
“Llegué (a Perú) con el alma quebrada, con una lápida dolorosa y cuestionando porqué Miroslava estaba muerta. La angustia es profunda y pulveriza el cuerpo.”, señaló la periodista chihuahuense en noviembre de 2017 cuando recibió el Premio Internacional a la Libertad de Prensa del CPJ.
Tras cerca de dos años en Perú, regresó a México en junio de 2019 pero sólo por poco tiempo pues en septiembre se mudó durante seis meses a Barcelona como parte del del programa de acogida temporal de periodistas de la red catalana Taula per Mèxic. Ahí terminó de reconstruirse y volvió a México arropada por la Red de Periodistas de a Pie (PdP).
“La experiencia en Barcelona fue muy buena porque se trata de un proyecto muy completo de fortalecimiento para periodistas que atiende la cuestión emocional junto con incidencia política y con un acompañamiento muy cercano”, explica en entrevista con Underground.
El refugio que Mayorga encontró primero en Perú y luego en Barcelona -cuenta ella misma- le permitió reconocer y enfrentar muchos temores. Fortalecida regresó en febrero de 2020 a México, justo con el inicio de la pandemia. Y aunque asegura que emocionalmente se siente segura, reconoce que el regreso no es fácil justamente por el estigma que lleva encima y porque sí, aún siente miedo.
Actualmente sigue trabajando para el semanario Proceso y para la alianza de medios de PdP -que aglutina a 12 medios locales e independientes en México- coordinando el área de libertad de expresión. Dentro del país se mueve constantemente y esporádicamente ha vuelto a Chihuahua. “Mi vida actual no es cómo la había planeado. Ya renuncié a eso. Sólo espero vivir en algún momento algo cercano a la normalidad”, dice resignada.
Priscilla Pacheco es hija del periodista Francisco Pacheco, asesinado el 25 de abril de 2016 de dos tiros en la cabeza frente a la puerta de su casa en Taxco, Guerrero, por donde pasa un importante corredor de drogas. Él editaba El Foro de Taxco, un periódico sobre temas locales de inseguridad y política.
Priscilla, abogada y con apenas 24 años, tuvo que asumir el calvario que es obtener justicia en México, sin apoyo psicológico, protección insuficiente del gobierno y en condiciones económicas muy difíciles tras la muerte de su padre.
A pesar de todo, la joven y su hermano Ali -acogido por el programa de Barcelona también en 2020- reabrieron el periódico pero sólo en internet, ya que su impresor recibió amenazas y dejó de publicarlo.
La familia Pacheco fue forzada a huir a Toluca, en el Estado de México, luego de que Priscilla recibió una advertencia: “deja el periódico, deja tu casa y váyanse, porque si le sigues buscando (pidiendo justicia), sigues tú”. En aquel momento les dieron 72 horas para escapar.
Allá continuó el acoso de hombres armados que decían ser policías y merodeaban su casa, así como las intimidaciones por teléfono que buscaban controlar el contenido del periódico.
En enero de 2020 se presentó la oportunidad de ser becaria del programa de apoyo a periodistas de Reporteros Sin Fronteras en Madrid. La estancia de dos meses en la capital española – interrumpida por la pandemia por coronavirus- fue como una tregua en su lucha por justicia que le permitió tomar fuerzas.
“Necesitaba irme de México porque quería un momento de tranquilidad. Quería poder salir a caminar sin estar pensando siempre que alguien me está siguiendo. Quería ser una persona normal, tener una vida normal. No vivir con esa angustia. Lo único que quería era recuperarme. Saber qué quería, qué iba a hacer”, explica a Underground en entrevista.
Destaca que algo de lo más importante que pasó durante ese tiempo es que comenzó a contar su historia sin culpas y temor. “Me costó muchísimo tiempo entender que el asesinato de mi papá no había sido mi culpa por haberlo despertado para que me llevara a la estación de autobuses. Tenía sentimiento de culpabilidad. Lo que no entendía era que si no hubiera sido ese día hubiera pasado en cualquier otro”, recuerda.
El crimen de Francisco Pacheco permanece impune y las amenazas en contra de Priscilla no cesaron después de que volvió a México de Madrid. “Llega un punto donde ya no quiero saber nada, pero si nosotros lo dejamos dirán que no nos importó y daremos la razón a las autoridades”, asegura.
Isela Pérez recibió las primeras amenazas por sus reportajes sobre los crímenes de mujeres en Ciudad Juárez y las irregularidades en los juicios de los presuntos asesinos. A pesar de haber recibido un premio auspiciado por la ONU, en 2005 fue despedida del periódico donde trabajaba -El Norte- y se le aplicó un boicot laboral en los medios locales, en el marco de una campaña del gobierno estatal para desacreditar a las madres de las víctimas y censurar información sobre los feminicidios.
Las amenazas en su contra se agravaron en 2009 después de que envió su testimonio a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en el juicio que el Estado mexicano perdió por el llamado caso Campo Algodonero, el baldío donde fueron hallados los cuerpos de 8 jovencitas en 2001.
Pérez tuvo que mudarse de domicilio por seguridad. Pero frente a la violencia descontrolada del ejército en la ciudad y la negativa del gobierno a protegerla urgentemente como lo pedía la CIDH, decidió huir con su familia a España con ayuda de la Organización Mundial contra la Tortura, Front Line Defenders y el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro.
Fue la primera refugiada mexicana que obtuvo el asilo político en España (en 2010). Tras un duro comienzo, pudo estudiar dos posgrados con becas de alojamiento y su esposo consiguió empleo. Ambos ya tienen la nacionalidad española.
Desde 2018 Pérez coordina el programa de acogida temporal de RSF- Madrid. Aunque ya puede, no ha regresado a México desde que escapó. “Mientras esté mal la situación allá -señala-, nos quedamos en España. Mis hijos, además, tienen ya sus proyectos de vida aquí”.
La tentación del asilo
Alfonso Armada, de RSF-España, se muestra admirado ante la “obligación moral” que hace que los periodistas mexicanos acogidos regresen a su país para seguir haciendo su trabajo de investigación a pesar del gran riesgo. Aunque es su derecho poder pedir asilo político en España, no lo han hecho a pesar de que todos los periodistas acogidos dentro de los tres programas llegan a Europa padeciendo altos niveles de estrés que podrían orillarlos a probar esa opción.
Rosa Isela Pérez, coordinadora de ese programa en Madrid y ella misma periodista mexicana obligada a huir a España en 2009, explica para este trabajo periodístico que aunque algunos becarios hayan pensado en algún momento solicitar asilo en Europa, es muy complicado dar el paso siguiente por dos razones: por cuestiones familiares, o porque al final de su estancia se dan cuenta que no es tan sencillo el procedimiento, aunque tengan un respaldo institucional que los apoye con los documentos necesarios.
“El proceso de asilo no es tan sencillo, y no me refiero al proceso en sí, sino a enfrentarse a empezar de cero. No es un apoyo económico el que te da la energía y el tiempo necesarios para adquirir el impulso de empezar. Es duro, no es fácil. Algunas colegas decían: `pedir asilo ¿y tener que estar cinco años aquí (una condición para conservarlo) sin ver a mi familia en México?´. Se lo piensan. No es tan sencillo desarraigarse de tajo.
“Y luego está la cuestión económica que tiene mucho peso”, prosigue Pérez, y expone que “muchos becarios tienen compromisos en sus casas, con sus familiares”, por lo que “es muy difícil irse (del país)”.
Hay otra cuestión en la que pone mucha atención el programa de RSF. Armada expresa su preocupación por las posibles consecuencias que pueda tener para los periodistas el hecho de hablar abiertamente en España de la situación en México. “Por eso -dice- les pedimos que mantengan contacto permanente con nosotros y que, ante cualquier amenaza, nos informen para que podamos poner en marcha toda nuestra red de apoyo e incluso tomar medidas de emergencia por si hay que sacarlos de inmediato del país”.
Pérez comenta uno de los mensajes de bienvenida que da a los beneficiarios: “Lo primero que les digo es que ellos tienen derecho a hablar de su situación o a permanecer callados y únicamente descansar. Sé que cuando recién llegas a un lugar, con todo el estrés que traes y con las ideas mezcladas, no sabes si debes hablar o no. En ese momento lo que más necesitas es estar en paz y te caen un montón de entrevistas que no esperas.
“A veces -continúa- los medios manejan mal la información y, en lugar de ayudar, te provocan más miedo; miedo a que lean lo que estás diciendo, que te vean, y que te provoque más problemas. Por eso lo primero que les digo es que si consideran que no deben, son libres de decidir si quieren tener una participación pública de su situación. Pero nunca me han hecho caso porque siempre hablan”.
Natividad Ambrocio Cueva y Gabriela Rasgado Martínez, periodistas mexicanas acogidas en el 2021 por la Taula per Mèxic.
Además, el acompañamiento europeo, lejos de fomentar un cambio de rumbo en la vida laboral de la mayoría de los periodistas apoyados, lo que logra es justamente cumplir el objetivo para el que fue creado: fortalecer su seguridad y autoestima y reafirmar los valores de la profesión.
“El año en Alemania me hizo incluso ser consciente del siguiente paso que debía dar: siempre se tiene la idea de que el periodista debe ser imparcial y equilibrado y me di cuenta que no es así. Lo importante es denunciar y hablar y en la fundación me dieron las herramientas para ello. Había que hablar y denunciar la situación que estaba pasando en México y en Oaxaca y así lo hice”, recuerda Pedro Matías.
Incluso, a su regreso a México -y de manera natural- comenzó a apoyar a otros colegas locales, quienes lo buscaban cuando se sentían amenazados. Además fundó junto con otros periodistas estatales el portal de noticias Página 3.
El trabajo de los programas europeos no se limita a brindar un espacio de tranquilidad y recuperación a los periodistas agredidos. Aún más importante es el posterior “blindaje internacional” que de cierta forma les provee ante eventuales nuevas amenazas.
“Nuestra experiencia demuestra que cuando nuestros invitados vuelven a sus países son vistos con respeto y los dejan de perseguir porque saben que detrás de ellos hay todo un lobby que actuará con campañas internacionales tan pronto vuelvan a ser amenazados o atacados. Eso afecta la reputación e imagen del país y ningún gobierno o régimen lo desea”, explica Bäurle. La fundación alemana cuenta, incluso, con un registro positivo que refiere que ninguna de las personas que han gozado de su beca han vuelto a ser intimidados o atacados al regreso a sus países.
“Es una especie de protección con la que vuelven. Y claro que ese también es un objetivo de nuestra fundación”, agrega Bäurle.
Con ella coincide Pedro Matías: “La presión internacional tiene muchísimo más efecto que cualquier cosa que uno pueda hacer dentro del país: uno puede hacer manifestaciones, ponerse en huelga de hambre y no pasa nada. Pero si una organización del exterior hace un reclamo o una petición, (las autoridades) se acalambran, se apanican y quieren resolver el asunto de inmediato. Eso me quedó claro con mi experiencia. La función de estas organizaciones es muy importante porque ayudan incluso a salvar vidas”.
*Situación al 25 de agosto de 2021
La historia detrás:
Desde hace más de una década distintas organizaciones europeas se comenzaron a ocupar del tema de la violencia exacerbada contra defensores de derechos humanos y periodistas en México. Algunas de ellas pasaron a la acción y poco a poco supimos de historias de colegas que cruzaban el Atlántico para encontrar refugio dentro de estas ONG. Nos preguntamos quiénes son, cómo operan, cuáles son sus objetivos y, sobre todo, qué beneficio -además de una estancia becada en Europa- brindan a los colegas, muchos de ellos traumatizados por el temor. El resultado es esta historia.
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