ROMA, Italia.- “¿Trabajo? De momento sólo lo hago para una familia donde hago la limpieza de su casa. Allí voy los miércoles. El resto de los días lo dedico a buscar empleo. Ayudo en la parroquia e intento resolver mis trámites aunque con poco éxito pues aún estoy indocumentada”, dice con una voz afligida la salvadoreña Karla Mariana, nombre ficticio elegido a petición suya por motivos de seguridad.
Con 44 años, esta mujer vive en un comuna suburbana de Milán, la capital de Lombardía. Esa rica región italiana, gobernada por el partido ultraderechista de la Liga, ha merecido los peores titulares sobre la pandemia del COVID-19 en Italia: según las cifras oficiales, ahí se han registrado hasta la fecha -29 de enero de 2021- 27 mil muertes, aproximadamente un tercio del total ocurridas en todo Italia. Su sistema sanitario colapsó en el comienzo de la crisis y aún no se repone del todo.
Y es precisamente en Italia -el segundo país de Europa con mayor número de víctimas mortales por COVID-19- en donde la población latinoamericana ha sido una de las minorías más golpeadas por la pandemia.
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