El gobierno de Andrés Manuel López Obrador cayó siete puestos en el Índice de desempeño frente al cambio climático 2024, y pasó del lugar 31 el año pasado al número 38 dentro de un grupo de 63 países evaluados.
Presentado el 6 de diciembre último, dicho índice (o CCPI por sus siglas en inglés) coloca a México entre los países de “bajo desempeño” en la materia como resultado de una evaluación en cuatro categorías. Así, el país recibió una calificación “media” en los esfuerzos para mitigar sus emisiones de gases de efecto invernadero; “muy baja” en el desarrollo de energías renovables; “alta” en consumo de energía, y “baja” en políticas contra el calentamiento global.
Elaborado anualmente desde 2005 por las organizaciones alemanas Germanwatch y New Climate Institute, así como por la plataforma ciudadana Climate Action Network International, el CCPI hace un seguimiento de los esfuerzos de los países para combatir el cambio climático y ofrece una herramienta independiente y con rigurosa metodología que permite comparar éstos.
El descenso de México en el índice durante el gobierno de la autodenominada Cuarta Transformación ha empeorado desde que éste comenzó, ya que el país estaba en el sitio 27 cuando López Obrador llegó a la presidencia en 2018.
La edición de aquel año reconocía al menos que el gobierno del mandatario saliente Enrique Peña Nieto se había desempeñado “relativamente bien” en sus políticas climáticas. Peña Nieto redujo los subsidios a los combustibles fósiles, lo cual, “combinado con una fuerte presencia internacional” en la materia -explicó el índice-, conducía a México a tal calificación alta.
Pero el peñanietismo tampoco se distinguió por su liderazgo contra el calentamiento del planeta, lo que sí fue México, al menos reflejado en el CCPI, durante la administración de Felipe Calderón, quien tomó esa bandera para conseguir cierta imagen internacional (él fue quien propuso el Fondo Verde, que creó finalmente la ONU en 2011, y que México fuera su sede, la que ganó Alemania).
El primer año de Calderón, 2007, el país ocupó el número 16 del índice de desempeño. Al salir de la presidencia, en 2013, México se ubicó entre los países con “buen desempeño” en la posición 14.
En una década, se puede resumir, México transitó del número 14 al 38 de tal evaluación internacional.
No es complicado dar con los motivos. El índice 2024 explica que los combustibles fósiles siguen siendo la principal fuente de energía de México para la generación de electricidad y que las medidas actuales para descarbonizar el sector son insuficientes. México es uno de los 19 mayores países productores de combustibles fósiles, remarca el índice.
Y detalla: “Las políticas existentes (de México) incluyen objetivos para que un tercio de la electricidad total provenga de fuentes renovables para 2024; sin embargo, la expansión de las energías renovables se ha frenado. Nuestros expertos señalaron como principal deficiencia que el gobierno federal no haya seguido celebrando subastas de energía renovable, una herramienta clave para acelerar las energías renovables”.
El índice explica que el gobierno de López Obrador no ha establecido un objetivo ni un plan para eliminar progresivamente los combustibles fósiles, y que, de hecho, las subvenciones a los combustibles fósiles, principalmente el petróleo, aumentaron en 2021 y 2022.
“El gobierno ha reforzado la empresa estatal, que da prioridad a los combustibles fósiles. El gobierno también compró una refinería en Texas y está construyendo otra en México a nivel nacional, lo que claramente contradice la necesidad de eliminar gradualmente los combustibles fósiles. Nuestros expertos, sin embargo, celebran que el gobierno mexicano haya puesto una moratoria a las nuevas rondas de arrendamiento de petróleo y gas”.
En 2022 -continúa el índice- el gobierno mexicano decidió aumentar su ambición de reducir las emisiones en un 35% en 2030 en comparación con la línea de base (Contribución Determinada a Nivel Nacional) y anunció su compromiso de lograr cero emisiones netas para 2050. Sin embargo -advierte- algunos expertos de la CCPI señalan que la aplicación de tales ambiciones “no se está produciendo al ritmo necesario porque las políticas actuales favorecen a los combustibles fósiles”. Los expertos también afirman que “no existe una hoja de ruta para la implementación de las reducciones de emisiones ni suficientes mecanismos de rendición de cuentas para evaluar el desarrollo de las políticas contenidas en los distintos instrumentos establecidos”.