
CIUDAD DE MÉXICO.- Escribo estas líneas a unas horas de dejar México y subirme al avión que me traerá de regreso a Bélgica, donde resido desde hace casi 25 años.
Tres semanas aquí fueron suficientes para confirmar esa impactante condición “bipolar” en la que transcurre la vida diaria en el país.
El diccionario señala que bipolaridad es “la “propiedad de un cuerpo que tiene dos polos eléctricos o magnéticos opuestos”.
En psicología se trata de “una afección mental” que ocasiona “cambios extremos de ánimo en una persona”.
Es el caso de México, en el que coexisten el profundo miedo y dolor que generan la violencia criminal con el pujante gozo fiestero de locales y extranjeros.
Pero una cosa es saberlo de lejos y otra muy diferente poderlo palpar.
Vivirlo asusta -porque estamos frente a una especie de sociedad “anestesiada”- y deprime -porque ello no augura nada bueno-.

