Noviembre 6 / 21
BRUSELAS, Bélgica.- Andrés del Castillo tomaba su curso en un salón del Colegio de México cuando una secretaria interrumpió la clase para avisarle que su mamá había llamado por teléfono y le pedía que con urgencia se comunicara con ella. “Te acaban de llamar de la ONU -le dijo-; que el domingo tienes que estar en Darwin, Australia, para participar en la misión de apoyo electoral en Timor Oriental… ¿dónde queda eso, hijo?”, cuenta Andrés y suelta una carcajada.
Era un miércoles de junio de 1999 y -sin siquiera imaginarlo- el mexicano estaba por arrancar en cuatro días una emocionante carrera profesional dentro de la ONU que lo llevaría a convertirse en uno de los pocos expertos internacionales que hay en la implementación de sistemas nacionales de voto y en la organización de elecciones, algunas de ellas en ambientes muy tensos y conflictivos.
Andrés -quien nació en el entonces Distrito Federal aunque creció en Naucalpan, en el Estado de México- tiene hoy 56 años y desde hace tres vive en Mozambique, una excolonia portuguesa al sur de África y uno de los países más pobres del mundo, el cual sostuvo una guerra civil entre 1977 -dos años después de su independencia- y 1992. Ahí llegó como Jefe de proyecto de apoyo electoral de la ONU.
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