Ni nacimientos ni migración revertirán el “invierno demográfico europeo”: Instituto Egmont

Un análisis del Egmont Institute de Bélgica señala que la caída de la población y el envejecimiento en la UE son procesos de largo plazo que exigirán políticas de adaptación más allá del aumento de la natalidad o la migración.
Parque infantil vacío. Foto: Unsplash

Según proyecciones recientes de Eurostat, la población de la Unión Europea (UE), estimada en alrededor de 450 millones de personas en 2025, se reducirá aproximadamente un 5% para el año 2050, lo que equivale a una pérdida cercana a 22 millones de habitantes, hasta situarse en torno a 428 millones. Estas cifras reflejan una tendencia sostenida de baja fecundidad, envejecimiento poblacional y cambios estructurales que, de acuerdo con el Egmont Institute -un think tank independiente con sede en Bruselas-, tendrán consecuencias de largo alcance en los ámbitos económico, social y político del bloque comunitario.

El análisis Navigating the Population Change in the EU: Possible Pathways to Demographic Resilience, elaborado por Peter Bosch y Sophie Walravens, señala que el descenso demográfico no es un fenómeno abrupto, sino un proceso gradual cuyos efectos acumulativos comenzarán a sentirse con mayor intensidad en las próximas décadas. Aunque la población total de la UE se mantiene relativamente estable en el corto plazo, la estructura por edades está cambiando de forma acelerada, con un aumento constante de la proporción de personas mayores y una reducción de la población en edad activa.

El documento subraya que la situación europea contrasta con la evolución demográfica global. Mientras la UE se encamina hacia una contracción poblacional, regiones como el África subsahariana continúan registrando un fuerte crecimiento. Las estimaciones citadas indican que esta región, que actualmente cuenta con alrededor de 1,5 mil millones de habitantes, podría alcanzar los 2,5 mil millones para 2050, un aumento de aproximadamente 1 000 millones de personas. Esta divergencia demográfica plantea retos adicionales para la UE en un contexto internacional marcado por desequilibrios poblacionales y flujos migratorios persistentes.

Uno de los factores centrales detrás del descenso poblacional europeo es la persistencia de tasas de fecundidad por debajo del nivel de reemplazo, fijado en aproximadamente 2,1 hijos por mujer. En la UE, la fecundidad se mantiene en torno a 1,5 hijos por mujer, y las proyecciones indican que esta cifra no aumentará de manera significativa en el corto plazo. Incluso en escenarios optimistas, el informe destaca el efecto de la llamada “inercia demográfica”: aun si la fecundidad se recuperara, la población total seguiría disminuyendo durante años debido a la menor proporción de personas en edad reproductiva.

El estudio también hace referencia al informe State of World Population 2025 de las Naciones Unidas, que identifica una brecha creciente entre el número de hijos que las personas desean tener y el número que efectivamente tienen. Más de la mitad de los encuestados señalan barreras económicas -como el alto costo de la vida, la inseguridad laboral, el acceso limitado a vivienda asequible y la escasez de servicios de cuidado infantil- como los principales factores que condicionan sus decisiones reproductivas. Además, aproximadamente una de cada seis personas enfrenta problemas de salud reproductiva, mientras que cerca de uno de cada cinco menciona preocupaciones relacionadas con conflictos, inestabilidad política o cambio climático.

Las desigualdades de género también influyen de manera significativa en las dinámicas demográficas. Datos citados en el documento indican que más del 50% de las mujeres con hijos menores de 12 años dedican alrededor de cinco horas diarias a tareas de cuidado, una carga que sigue recayendo de forma desproporcionada sobre ellas. Asimismo, un 14% de las personas que desean tener más hijos señala la falta de una pareja adecuada como un obstáculo, mientras que un 11% de las mujeres identifica la escasa implicación de sus parejas en las tareas domésticas como un factor determinante.

La migración aparece en el análisis como un elemento complementario, pero insuficiente por sí solo para revertir la tendencia demográfica. Las proyecciones indican que la UE podría registrar un saldo migratorio neto positivo cercano a un millón de personas por año, lo que contribuiría a mitigar parcialmente el descenso poblacional y a sostener el mercado laboral. Sin embargo, el informe subraya que la migración no compensa completamente el envejecimiento estructural ni la reducción de la población en edad de trabajar.

Las implicaciones económicas de este escenario son relevantes. Estudios citados por el Egmont Institute estiman que la UE podría perder entre 1 y 2 millones de trabajadores al año en las próximas décadas, lo que afectaría la productividad, el crecimiento económico y la sostenibilidad de los sistemas de bienestar. Ante este panorama, los autores sostienen que las políticas públicas no deben centrarse exclusivamente en aumentar la natalidad o la migración, sino también en mejorar la productividad, fomentar la innovación y adaptar los mercados laborales a una población más envejecida.

El informe concluye que el cambio demográfico debe entenderse como una transformación estructural de largo plazo, comparable a otros grandes retos contemporáneos como el cambio climático. En lugar de enfoques alarmistas, propone una estrategia equilibrada que combine políticas de mitigación, orientadas a crear condiciones favorables para la fecundidad y la migración ordenada, con políticas de adaptación que ajusten los sistemas sociales, económicos y laborales a la nueva realidad demográfica europea.

Editor: Marco Appel


Egmont Institute, Navigating the Population Change in the EU: Possible Pathways to Demographic Resilience, Peter Bosch y Sophie Walravens. Disponible en: https://www.egmontinstitute.be/navigating-the-population-change-in-the-eu-possible-pathways-to-demographic-resilience/

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