Soda Stereo fue -y será- un grupo fundamental del rock latinoamericano. Conformado en 1982 por Gustavo Cerati, Charly Alberti y Zeta Bosio, la siempre vanguardista trayectoria de la agrupación terminó en 1997 cuando decidieron separarse y ofrecer un último concierto el 20 de septiembre de aquel año en el Estadio River Plate. El fallecimiento de Cerati el 4 de septiembre de 2014 -tras un coma de cuatro años provocado por un accidente cerebrovascular- no hizo más que encumbrar la leyenda. Bosio y Alberti, por lo pronto, esperan poder retomar en diciembre la gira de homenaje “Gracias Totales”, que interrumpió la pandemia. Mientras eso sucede, Underground visitó los lugares más emblemáticos en la historia del trío bonaerense. Y esta es la crónica de ese “Soda tour”.
BUENOS AIRES, Argentina.- A las cuatro de la tarde de un domingo sin sol el único sonido que se escucha en las calles del barrio porteño de Belgrano es el que producen las copas de los árboles con el viento y el esporádico canto de algunos pájaros.
El silencio abrumador en esta zona residencial contrasta con lo que sucedía años atrás en el cruce que forman las calles Doctor Victorino de la Plaza y Almirante Atilio Sixto Barilari: la esquina “Soda Stereo”. Así se llama porque ahí se ubicaba la casa familiar del joven Carlos Alberto Ficicchia -mejor conocido como Charly Alberti-, el baterista de la agrupación.
Fue en ese domicilio donde nació la icónica banda de rock argentina Soda Stereo, formada por Gustavo Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti. Fue el espacio que encontró el trío para crear sus primeras canciones y ensayar antes de su debut el 19 de diciembre de 1982 en el cumpleaños de Alfredo Lois, encargado de la imagen del grupo en ese entonces.
Hoy esa vivienda de color café claro que ocupa toda una esquina parece deshabitada. En su fachada hay partes sin pintar y al tocar el timbre nadie responde. El único rastro que queda de la banda es una placa que señala la importancia de ese lugar para el mundo del rock. Aunque también persiste cierta mística en el lugar. Y es comprensible: en una habitación pequeña, encima del garage -la cual se ve vacía desde la vereda exterior- los visitantes se pueden imaginar a las futuras estrellas de la escena rockera gestando el fino y elaborado sonido que fascinaría a toda una generación más allá de las fronteras argentinas.
La casa fue vendida varias veces y sufrió modificaciones. Tenía tiempo que los integrantes de Soda no pasaban por esa calle. Apenas en 2017, Alberti escribió en su cuenta de Instagram: “A 33 años del lanzamiento de Soda Stereo: la esquina que nos vio nacer. Hace un par de días estaba por la zona y no pude evitar pasar por esta casa, en donde viví la mitad de mi vida, la casa donde todo comenzó. Fue ahí donde se gestó Soda. Desde ahí, juntos creamos los primeros discos y fue nuestra base de operaciones de casi la mitad de nuestra carrera. Desde ahí soñamos con lo que alguna vez se convertiría en realidad”. Algunos meses después de ese mensaje, la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires decidió bautizar aquel punto como la “Esquina Soda Stereo”.
“Avenida Alcorta, cicatriz”: el departamento de Cerati
A la zona en la que creció y se disolvió Soda Stereo se le conoce como “barrio River”. Así es porque allí se ubica el Estadio Monumental Antonio Vespucio Liberti, la cancha donde juega el muy popular equipo de futbol River Plate. Desde la casa de Alberti donde se juntaban a ensayar los “soda” se puede ver la estructura curvada roja y blanca del estadio; y sólo a diez cuadras de distancia está el edificio donde vivió Cerati entre 1989 y 1997, en Avenida Figueroa Alcorta y Leopoldo Basavilbaso.
Con alrededor de 60 departamentos distribuidos en 10 pisos -y seis diferentes puertas de entrada-, el conjunto habitacional tiene vista directa al terreno de juego. Muy probablemente, los jóvenes Cerati, Alberti y Bosio nunca pensaron en los comienzos de la banda -en 1982 cuando tenían, respectivamente, 23, 19 y 24 años- que en 1997 llenarían “El Monumental”, el estadio más grande de Argentina con capacidad para 72 mil espectadores. El 20 de septiembre de aquel año hicieron su despedida en un show de tres horas -”El último concierto”- en el que tocaron 27 canciones y que terminó con la memorable frase “Gracias totales” de Cerati que se escucha en el disco que grabaron aquella ocasión. Diez años más tarde, en 2007, Soda volvería al lugar para completar el tour “Me verás volver” que los llevó por todo el continente americano.
Fue también 1997 el año en el que el cantante de la banda -Cerati- dejó el departamento en el que vivió ocho años y que le dio nombre a unas de las canciones de su álbum solista “Amor amarillo”: “Av. Alcorta”. Aquel edificio de diez pisos con balcones ubicados escalonadamente y ventanas redondas corrió suerte: si bien no quedan registros del paso de Cerati, el exterior está igual a cuando él vivía ahí.
En la ciudad de la furia: estudios CBS
Cuatro colectivos de la línea 132 hacen parada en la esquina de las calles Paraguay y Montevideo. El chillido de los frenos resuena en toda la cuadra, pero nadie se da vuelta para mirar porque la zona es una de las más céntricas de la ciudad y el alboroto es parte del paisaje.
A una cuadra de ahí se encuentra el Palacio Pizzurno, sede del Ministerio de Educación y, a cinco, la Avenida 9 de julio, ambos lugares protagonistas de marchas y movilizaciones. El ruido que castiga esa área dificulta pensar que allí se grabaron los discos más importantes del rock nacional, entre ellos el primero de Soda Stereo.
En la calle de Paraguay número 1583 se erige un pequeño edificio que hoy acoge al Centro de Altos Estudios Universitarios de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), pero que décadas atrás fue el estudio de grabación de la empresa discográfica CBS/Columbia. De estilo francés, para poder ingresar hay que subir 12 escalones y cruzar dos puertas de madera. En el segundo piso, en una inmensa habitación de 30 metros de largo por 10 de ancho, estaba la sala de grabación; actualmente es un auditorio con capacidad para unas 170 personas.
“Era a todo trapo, para que toquen orquestas. Primero hubo, por supuesto, orquestas de tango. Después empezaron a llegar las bandas de rock. En 1976 Invisible (una de las bandas de Luis Alberto Spinetta) se deslumbró con todo lo que había. Ocho años después, en 1984, va Soda Stereo y nada que ver, les pasa todo lo contrario”, cuenta a Underground Juan José Izaguirre, gestor técnico en cooperación e innovación de la OEI, quien realizó una investigación sobre la historia del edificio.
Y es que por más imponente que fuera el espacio, los modos de trabajo de una multinacional no coincidían con los de Soda. Los operadores de CBS -uniformados y con estrictos horarios de seis horas en los que rotaban distintas personas- no terminaban de entender el lenguaje de los rockeros y viceversa.
El “no” por parte de la compañía estaba a la orden del día, lo que hacía difícil consensuar con ellos. “En esos ocho años entre Invisible y Soda había cambiado la forma de grabar. Estaban surgiendo estudios pequeños donde no necesitabas una infraestructura como la que tenía la compañía. Entonces, lo que para unos fue la panacea para otros fue el Ministerio de la Grabación”, agrega Izaguirre.
A pesar de las discordancias con la empresa, el primer álbum, “Soda Stereo”, fue lanzado el 27 de agosto de 1984. La presentación oficial fue muy al estilo Soda: la hicieron a un kilómetro del estudio de grabación, muy cerca del Obelisco, en un local de la cadena de comida rápida “Pumper Nic” que en aquella época lideraba el mercado, pero que luego fue reemplazada por “McDonald’s” y finalmente desapareció.
El sello discográfico corrió la misma suerte. En 1987 fue vendido a Sony y el edificio fue pasando por distintas manos. Primero estuvo el canal de televisión TyC (la abreviatura de Torneos y Competencias) y luego se convirtió en la Escuela Internacional de Administración Hotelera Vatel.
No hay rastros ni imágenes que registren el paso de Soda Stereo, pero la estructura del exterior no fue modificada. Así lo aseguró Zeta Bosio en su Facebook en 2015: “Este lugar está igual a 1984, estudios originales de CBS discos, allí grabamos Soda Stereo y firmamos el primer contrato”.
Buenos Aires: tan susceptible
Cerati, Alberti y Bosio parados en el punto neurálgico de Buenos Aires, en donde confluyen los edificios más importantes del país y se puede apreciar el casco histórico. Esa es la portada de “Doble Vida”, el quinto álbum de la banda que contiene la famosa canción “En la ciudad de la furia”.
Ninguna otra intersección podría reflejar mejor ese título. Desde esa esquina, en la que se cruzan la Avenida Hipólito Yrigoyen y la Avenida Presidente Julio Argentino Roca, se puede observar la Casa Rosada -sede de la Presidencia, ubicada en la Plaza de Mayo-, el Cabildo -escenario de la Revolución de Mayo en 1810-, la Catedral, la Legislatura y otros ministerios y organismos oficiales.
El estilo colonial se mantiene incluso en los edificios comerciales, como restaurantes y hoteles. Al ruido de las bocinas de autos, motos y colectivos se suma el de las campanadas de la Iglesia San Ignacio de Loyola, una de las más antiguas de la ciudad y que aún marca la hora con su viejo sistema mecánico.
Ni siquiera la pandemia, que redujo los niveles de tránsito y circulación, apacigua el movimiento por esas avenidas. Los trabajadores entran y salen de sus oficinas con el celular en mano, la policía rodea el lugar y las banderas argentinas ondulan en las cúpulas de los edificios estatales. 33 años después de la publicación del álbum, la vorágine en la zona no cambia: Buenos Aires, “donde nadie sabe de mí y yo soy parte de todo”.
Independencia: estudio supersónico
Llegaba la década de los 90 y los Soda, en el auge de su carrera, viajaban por América y Europa con su gira “Animal”. Durante un descanso en la piscina de un hotel tuvieron una idea que se convirtió en uno de sus proyectos más importantes: crear un estudio de grabación propio.
Despojados de la institucionalización que demandaba la compañía CBS, se habían instalado en una casa de la Avenida Rómulo Naón, en Belgrano. Allí tenían su sala de ensayo y una oficina de management, pero querían ir por más y convertir una de las habitaciones en un estudio de grabación.
Por esa misma época se había sumado a su equipo Eduardo Bergallo, un ingeniero de grabación, mezcla y masterización. Aunque todavía él no se dedicaba a la acústica, los empujó a concretar su objetivo. Juntos fueron a Los Ángeles a buscar equipo: compraron una consola SoundCraft usada y una grabadora de cinta Sony de cuatro canales. “La consola la tiene Zeta guardada. El grabador se lo quedó Gustavo; con ese también grabamos (el disco) ‘Bocanada’”, recuerda Bergallo.
Después del impresionante desembarco que había tenido CBS en Argentina, con un estudio a toda máquina, Soda creó un humilde espacio de grabación con lo que se podía: cada uno aportaba lo que conseguía, compraron algunas cosas y aprovecharon parte del equipo que vendió CBS cuando cerró. Bergallo relata: “Era lo que tenían, no era un súper estudio. Tenían las cosas básicas, le pedíamos cosas a Spinetta y a una comunidad de músicos que se había generado en la zona. Pero la idea de que tuvieran un estudio era lo más lógico que podía pasar. Al haberse independizado, ellos tenían todo el tiempo que quisieran para trabajar una producción sin depender de las horas de estudio que les daba la compañía”.
Esa vivienda residencial que ocupaba una esquina, pintada de color bordó con detalles amarillos, fue el segundo hogar de los integrantes de la banda. Pasaban hasta 14 horas allí, lo que incluso les dio la posibilidad de producir a otros artistas. “Eran momentos de mucha creatividad y mucha prueba; mucho juego”, narra el ingeniero de sonido, y agrega: “Era todo muy artesanal, se gastaba mucho tiempo en cosas que hoy se resuelven muy rápido por la tecnología, pero a la vez eso te da una posibilidad de esculpido de la obra tremenda, porque cada cosa tenía que estar muy, muy pensada”.
Bergallo trabajó con Soda Stereo desde los inicios de los 90 hasta que se separaron. Lo recuerda como una época dorada en su vida. Aunque trabajó con músicos tan importantes como Rata Blanca, Mercedes Sosa, Shakira o Juana Molina, asegura que lo que Soda generaba era único. “Hoy no es nada común. Estar en presencia de alguien que siempre está tirando buenas ideas e interpretaciones es un placerazo”, señala.
La simbiosis que desarrolló el ingeniero con ellos después de tantos años de trabajo juntos le permitió seguir haciéndolo con Cerati ya como solista y otra vez con el grupo completo en 2007, cuando emprendieron la gira de regreso “Me verás volver”.
Ese estudio que supo ser un templo para Soda Stereo, en el que grabaron “Colores Santos”, “Dynamo”, partes de “Amor Amarillo” y las bases de “Sueño Stereo”, fue demolido en 1997. Consultado por esta reportera, un empleado de la empresa inmobiliaria que estuvo a cargo de la venta de la propiedad recuerda que era una casa muy chica en la esquina, y que quienes la compraron adquirieron tres lotes en total y construyeron una vivienda muy grande que hoy está totalmente tapiada por vegetación.
Memoria: bajo puente “Gustavo Cerati”
“Tal vez parece que me pierdo en el camino, pero me guía la intuición”, se lee en una de las rampas que conforman un túnel de 300 metros sobre la Avenida Francisco Beiró, que conecta los barrios de Agronomía y Villa Devoto. La frase es parte de la canción “Magia” y el muro donde está inscrita es uno de los que están pintados en el lugar para homenajear a Gustavo Cerati.
En 2017, tres años después de su muerte, más de 177 mil vecinos de la zona participaron de una convocatoria para elegir a qué artista honrar en el paso a desnivel. Y ganó el músico.
Con retratos propuestos por su familia y diseños de los discos de Soda Stereo y de Cerati como solista, varios artistas reunidos en el grupo “Sideral” -entre los que está Guadalupe Mujica, la sobrina del guitarrista- pintaron el mundo de “Gus” en esas paredes.
El jinete que sobrevuela la ciudad en “Fuerza natural”; un Cerati de perfil echando humo como en “Bocanada”; el cantante vestido de príncipe en un fondo verde para “11 episodios sinfónicos”; las rayas blancas y negras psicodélicas de “Ahí vamos”, y la mirada fija de un Gustavo color anaranjado como en la contratapa de “Amor amarillo” son algunas de las obras que se pueden apreciar al caminar por el lugar.
“Me reuní con Guadalupe y Lilian (Clark, madre del músico) para seleccionar algunas posibles imágenes y tapas de discos en función de sus preferencias y del conocimiento que tenían de los gustos de Gustavo. Creo que, artísticamente, los familiares quedaron contentos con el mural”, cuenta Alberto Brescia, director de Sideral Producciones.
En el túnel convergen todos los medios de transporte: por los carriles pasan autos, colectivos y motocicletas y, por encima, el tren. Los peatones y ciclistas suben y bajan las escaleras y rampas para cruzar de un lugar a otro y los vecinos aprovechan los distintos niveles para hacer ejercicio.
El aura de Cerati no sólo está explícito en el cartel pintado que tiene su nombre y da la bienvenida al paso a desnivel. El líder de Soda Stereo vivió a unas cuadras de ahí, en una casa donde todavía reside su madre Lilian. “El paso -precisa Brescia- es más conocido por el homenaje que por la calle. Me escribe gente que viene desde lejos a verlo, fans de Gustavo muy felices con el proyecto; siempre tuvo muy buena repercusión. Creo que pasar por el túnel es una experiencia en sí misma, con reminiscencias de diferentes épocas de su carrera, retratos y representación de sus discos y un legado que plasma la ciudad”.
El cementerio de Chacarita
5 de septiembre de 2014. Lilian Clark llega a la Legislatura porteña a las 9 de la mañana, después de haberse ido a las 2 de la madrugada. Para que los fanáticos de Soda Stereo pudieran despedirlo, hasta allá habían llevado los restos de su hijo Gustavo, fallecido el día anterior luego de estar cuatro años en coma.
Al asomarse al balcón del edificio, Clark es aplaudida por una multitud que no deja espacio en las calles y que comienza a entonar las canciones de Gustavo Cerati. Entre lágrimas, y al lado de sus nietos, ella los sigue a capela. Ese fue el último adiós al músico antes de ser trasladado al cementerio de Chacarita, donde descansa desde hace siete años.
En el Panteón de la Merced -una construcción vidriada en medio del inmenso terreno de 95 hectáreas que ocupa el cementerio- se puede visitar la tumba del ídolo. Ubicado en el nicho 2912, una placa de plata indica: “Gustavo Adrián Cerati, ‘Gus’. 11-8-1959, 4-11-2014”, junto a un símbolo de infinito. Durante la visita de esta periodista, decoran el nicho siete ramos, una flor, cinco cigarrillos y un rosario. Al lado, en el número 2916, su papá Juan José lo acompaña y es imposible no recordar la canción que le escribió cuando él y su madre se enteraron de que tenía cáncer terminal: “Te vi que llorabas, te vi que llorabas por él. Té para tres”.
Epílogo
Marcelo Lamela es periodista y creó “Rock Is Here”, una compañía dedicada al turismo de rock en Londres y Argentina. En Buenos Aires, su guía de lugares emblemáticos se convirtió en un libro con gran valor histórico, dado que muchos de ellos desaparecieron o perdieron sus características originales.
“Soda Stereo -dice a Underground– es para mí la banda más importante que dio Latinoamérica y por eso registro más lugares relacionados con ellos en mi libro. Algunos sitios se deberían preservar”. Opina que en Buenos Aires hay una conciencia en torno a ello, pero lamenta que cuando hay capitales en juego “eso se termina desvirtuando y tales sitios se pierden”. Lo importante, en todo caso, concluye, es que la construcción se conserve: “si las modificaciones van a suceder, por lo menos que el edificio quede lo más intacto posible”.
La irrupción de Soda Stereo en la escena del rock marcó un antes y un después. La banda se convirtió en una de las más importantes de América Latina y su historia quedó guardada en distintos puntos de Buenos Aires.
Con la intención de reconstruirla recorrí barrios de la ciudad en busca de los lugares en los que estuvo Soda. Desde Belgrano y Núñez -donde surgieron- hasta Agronomía y Chacarita -donde se construye la memoria por Gustavo Cerati-, pasando por Microcentro, escenario del desarrollo musical del trío y lleno de sitios emblemáticos que reflejan el espíritu de Soda Stereo.
Esta crónica es un intento de acercar con fotos y vivencias los lugares que ellos pisaron, mientras que los dos integrantes que quedan se preparan para dar una última gran gira por el continente (“Gracias totales”) para despedirse definitivamente de Gustavo y cerrar el ciclo que construyeron juntos.
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