Suiza: el arte de descolonizar un país sin colonias

Ocho museos suizos se han reunido para investigar sobre los orígenes coloniales de sus colecciones. Es la Iniciativa Benin Suiza, dirigido por el Museo Rietberg. Foto: Museo Rietberg.

Suiza es un país que jamás tuvo colonias, pero posee objetos heredados de conquistas violentas. Sus autoridades y museos han comenzado a hacerse preguntas sobre su implicación en las colonizaciones y a participar en los procesos de restitución de bienes culturales. Ello choca con la percepción que tienen los suizos de ellos mismos como un país neutral, democrático y siempre del lado del bien, señala la autora de este texto, publicado por The Conversation France y que con la debida autorización reproduce Underground Periodismo en español.

Por Letizia Gaja Pinoca


“Y le dije al Ministro: me alegro de que Suiza nunca haya estado implicada ni en la esclavitud ni en la colonización“.

Cuatro años después de esta declaración de la ex Consejera Federal Doris Leuthard, ocho museos suizos se han unido a la Iniciativa Benín Suiza. Esta iniciativa se inscribe en el proceso de descolonización de los museos. Gracias a esta iniciativa, los museos suizos han descubierto que, de los 97 objetos de la colección originarios del Reino de Benín, el 40% proceden del periodo colonial. ¿Por qué Suiza, un país que nunca ha tenido colonias, conserva objetos fruto de una conquista violenta?

Si se preguntara a los suizos qué piensan de su historia colonial, la mayoría diría que ni siquiera existe. Sin embargo, los investigadores han demostrado la implicación colonial de Suiza, o más bien de ciertos suizos. Por ejemplo, el comercio triangular también funcionó gracias a las inversiones de bancos suizos, y el 40% de la “trata de esclavos” fue cubierto por seguros suizos. La familia del fundador de Credit Suisse, Alfred Escher, poseía plantaciones de café esclavista en Cuba.

¿Cuál es la relación entre este pasado colonial y los museos? Los museos son una fábrica de conocimientos. Desde el siglo XIX, los “eruditos” los han utilizado para difundir sus ideas a través de exposiciones. En el siglo XIX y principios del XX, los objetos pertenecientes a las comunidades indígenas y las colecciones de restos humanos se convirtieron en objetos de exposición. Ni los intelectuales ni los responsables de los museos tenían la menor consideración por el carácter religioso o sagrado de estos objetos. El auge de las teorías racistas modelaba el pensamiento académico de las élites e, inevitablemente, de los museos etnológicos suizos.

Con el movimiento de restitución, la comprensión de estos objetos y su historia ha cambiado. Este proceso se concibe a veces en armonía con estas culturas. Un ejemplo es una máscara sagrada de origen Haudenosaunee (un pueblo nativo del hoy Canadá), que hasta hace poco se encontraba en el Museo Etnográfico de Ginebra (MEG). No fue hasta el 7 de febrero de 2023 cuando el MEG la devolvió. La ceremonia que siguió demostró el cambio de actitud: en señal de respeto por su carácter sagrado, la máscara se guardó bajo llave en una caja durante el acto, y no se filmó el ritual de bienvenida a su devolución.

¿Qué es la descolonización?

No existe una definición consensuada de lo que significa descolonización. Según la Asociación Suiza de Investigación en Procedencia, la descolonización implica el acto de denunciar la ideología colonial que persiste en nuestras sociedades. Para la escritora Elisa Schoenberger, descolonizar significa oponerse a la dominación blanca que sigue estructurando silenciosamente nuestras sociedades y a la violencia latente (o no) en las relaciones entre las comunidades occidentales y no occidentales de todo el mundo. El consenso es que estas relaciones de poder desiguales se manifiestan en la cultura, la lengua y las relaciones sociales y económicas. Persisten en casi todas partes de nuestra sociedad; los museos no son una excepción.

Los museos etnográficos nacieron con las primeras campañas de saqueo del continente americano en el siglo XVI. Hacia finales del siglo XVIII y principios del XIX, el museo se convirtió en uno de los instrumentos de la política imperial europea. A través de imágenes y objetos, permitieron difundir, afirmar y establecer la supuesta superioridad de Occidente sobre el “salvaje”. Los museos encarnan la autoridad del saber y transmiten un determinado relato de la historia nacional: una epopeya glorificadora y heroica. Lo mismo ocurre en Suiza, donde el silencio sobre el pasado colonial permanece envuelto en una espesa niebla.

Los museos suizos se descolonizan

Desde hace unos veinte años, los curadores de los museos suizos son cada vez más conscientes de esta opacidad. En marzo de 2002, el Museo Etnográfico de Neuchâtel inauguró la exposición ” Museo caníbal “. Esta iniciativa pionera abrió el camino a la descolonización de los museos suizos. En 2010, el Museo Rietberg de Zúrich inició un proyecto de cooperación y restauración con Camerún, en vista de su amplia colección procedente del Reino de Bamoun. En 2019, el Museo Etnográfico de Ginebra incluirá en sus planes estratégicos la necesidad de “hacer visible la historia violenta y desigual de las colecciones coloniales y neocoloniales”.

El movimiento Black Lives Matter ha acelerado este proceso. Según Davide Rodogno, profesor de Historia y Política Internacional, varios directores de museos suizos se han dado cuenta de que reconocer la violencia sufrida por los pueblos colonizados y las representaciones estereotipadas e inferiorizadoras de los pueblos no europeos en los museos es un paso crucial para desmantelar las relaciones de desigualdad.

La exposición del Museo Nacional Suizo de 2024 estará dedicada al pasado colonial de Suiza. Su directora, Denise Tonella, señala que la existencia de una historia colonial suiza sigue sorprendiendo a la mayoría de los suizos. Por esta razón, recomienda empezar por reconocer la existencia de este pasado contando su historia.

La identidad suiza en el centro del debate

La polémica en torno a la descolonización de los museos queda ilustrada por una serie de posturas adoptadas en su contra. Estos esfuerzos por parte de los directores de museos contrastan con ciertas reacciones del público suizo en general. Algunos rechazan, niegan o se oponen abiertamente a la idea de una Suiza colonial y a estas iniciativas. Para la directora del Castillo de Prangins, Helen Bieri Thomson:

“Suiza se considera neutral, democrática, humanitaria y, por tanto, irreprochable, siempre del lado del bien. Es difícil tratar los temas menos gloriosos del pasado y la amnesia que rodea a Suiza”.

El proceso de descolonización en los museos suizos implica cuestiones de identidad y abre el camino a reflexiones más profundas: ¿ponen de manifiesto estos diversos proyectos una crisis peligrosa para la Confederación? ¿Hablar de la historia colonial de Suiza pone en tela de juicio el mito de la “Sonderfall” o del excepcionalismo suizo? En caso afirmativo, ¿por qué y en beneficio de quién desestabilizar la historia nacional (construida en torno a una narrativa de neutralidad y tradición humanitaria) insistiendo en cuestiones coloniales que no pertenecen a los suizos? Y si Suiza se descoloniza para satisfacer sus propias necesidades, ¿en qué medida el proceso tendrá en cuenta a las comunidades colonizadas? Para que el proceso de descolonización sea bien recibido por la población suiza, estas sensibilidades deberían tenerse en cuenta y abordarse en la continuación del proceso de descolonización suizo.

¿Hacia el fin de los museos etnográficos?

Gracias al proceso de descolonización, los bienes, objetos y restos humanos saqueados expuestos en los museos han empezado a ser reconocidos por su valor y su historia. Este primer paso permite iniciar debates sobre la devolución de objetos, como en el caso del MEG. Las antiguas comunidades colonizadas pueden ver reconocida su “versión de la historia”.

Para romper esta dinámica desigual, los museos deben ser más ambiciosos. El profesor de Historia y Política Internacional Mohamed Mahmoud Mohamedou es categórico al respecto: la descolonización de los museos pasa por la descolonización de la mente. Los museos etnográficos y de historia, al igual que otras instituciones públicas, podrían empezar por hacer público lo que no han sabido decir sobre el pasado. También deberían adoptar un enfoque crítico de sí mismos. Esto implicaría dar a conocer la historia del museo, sus implicaciones coloniales, su financiación y la procedencia de sus objetos.

Este enfoque plantea cuestiones más profundas. Se refieren a la naturaleza misma del museo. En efecto, si el museo etnográfico es un producto de la colonización, ¿no implica el éxito de la descolonización su “cancelación”, su cierre definitivo? En otras palabras, si, como sostiene el profesor de antropología social Fabien Van Geert, la representación del Otro es la razón de ser del museo etnográfico, ¿sigue teniendo sentido su existencia?

Letizia Gaja Pinoja, candidata a doctorado (PhD), Graduate Institute – Institut de hautes études internationales et du développement (IHEID)

Este artículo es una reproducción de The Conversation bajo licencia Creative Commons. Leer el artículo original aquí.

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