Junio 19 / 21
NUEVA YORK, Estados Unidos.- Fue durante los primeros meses de la pandemia. Luego de terminar su jornada como repartidor de comida, Juan regresaba a su casa y cruzaba en bicicleta el puente de la avenida Willis, que conecta Manhattan con el Bronx. Ahí fue atajado por dos o tres sujetos –no recuerda bien- quienes lo bajaron de la bicicleta. A pesar de no oponer resistencia y entregar su medio de transporte le dieron un tubazo en la cabeza que, de no ser por el casco que traía puesto, hubiera tenido consecuencias fatales.
Poco antes, en febrero de 2020, otro repartidor -también mexicano- fue despojado igualmente de su bicicleta y asesinado con arma de fuego en el mismo punto del atraco a Juan. Desde entonces es común ver a su pequeña hija que va constantemente a dejarle flores a un altar que se levantó en honor a su padre sobre esta avenida que cientos de mexicanos recorren a diario.
Ambas familias son parte de las miles de origen mexicano que viven en este barrio, que trabajan por lo menos 6 días a la semana y que constituyen buena parte de la base productiva de la ciudad de Nueva York. Durante los últimos meses se ha registrado una oleada de violencia contra los repartidores de comida, muchos de ellos mexicanos originarios del estado de Guerrero. Al menos esto es parte de la percepción que se tiene en las calles de Nueva York, en donde el incremento en los homicidios después del periodo de cierre de la ciudad ocasionado por la pandemia también se ha disparado.
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