La capital alemana es conocida mundialmente por ser abierta y tolerante a la diversidad. Desde 2020 la de Philippa Jarke es la voz oficial del transporte público en Berlín. Se trata de una voz áspera pero simpática y auténtica… una voz transgénero.
BERLÍN, Alemania.- “El que yo sea la voz oficial de la BVG no tendría que ser tema de noticia, pero lo es y es importante hablar de ello”, reflexiona Philippa Jarke mientras bebe un café con leche.
Esta berlinesa de 48 años, alta, delgada, de pelo largo color castaño y una sonrisa permanente en ojos y labios es desde diciembre de 2020 la voz oficial del transporte público en Berlín y -sin así proponérselo- también un símbolo de la apertura y tolerancia de esta ciudad. Porque además de ser actriz, actriz de doblaje, locutora, productora, directora y empresaria, Philippa es una mujer transgénero y a quien la Empresa del Sistema de Transporte de Berlín (BVG, por sus siglas en alemán) eligió, de entre más de mil postulantes, para que su voz suene en el metro, tren ligero y autobuses de pasajeros de la capital alemana.
“Con nuestro nuevo sonido somos un eco de nuestra ciudad (…) Un poco áspera, pero siempre simpática y auténtica: así es Berlín, así es la BVG, y así debe sonar. El nuevo sonido y la nueva voz serán tan inconfundibles como el amarillo de nuestros vehículos”, decía la presidenta de la BVG, Eva Kreienkamp al presentar en diciembre de 2020 su nueva identidad como marca.
Pero fue en este verano cuando Philippa Jarke cobró – o volvió a cobrar- notoriedad mundial. Resulta que a principios de este año, su colega Bernie Wagenblast -la voz del metro de Nueva York- desveló a la opinión pública su verdadera personalidad como mujer transgénero. Durante junio, mes del orgullo, diversos medios en Estados Unidos retomaron su historia y en Alemania entonces un periodista buscó a Philippa.
this changed my life a bit
— matt (@mattxiv) July 19, 2023
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“No sé exactamente de dónde proviene el periodista pero hizo un video sobre mí en inglés (y la BVG) que subió a Tiktok y que se volvió viral a las pocas horas. De nuevo volví a estar en el ojo público. Comencé a recibir solicitudes de todas partes para estar en shows televisivos, entrevistas, etcétera, etcétera”, explica divertida.
Y aunque confiesa que evita dar entrevistas -sobre todo a medios alemanes- porque no quiere que su imagen se instrumentalice políticamente, Philippa acepta de muy buena gana hablar con Underground Periodismo. “Tengo un pequeño vínculo con México: Sophie, una amiga. Es una chica invidente que cuando visitó Berlín quedó subyugada por mi voz en el metro y de regreso en su casa me googleó y conoció mi historia. Me contactó por instagram y me pareció tan genuina que hemos ido construyendo una linda amistad. Así que cuando supe que una periodista mexicana me buscaba no dudé en aceptar”, explica.
-Habemos quienes creemos que el hecho de que tú seas la voz de la BVG y seas una mujer transgénero no tendría que ser una noticia ni generar tanto alboroto pero al mismo tiempo sí lo es porque el hecho representa un mensaje de apertura y tolerancia, se le comenta.
– Yo también soy de la misma idea. ¿A quién tendría que interesarle lo que una persona hace o es? Simplemente tendría que poder ser como es y listo. El tema no tendría que ser un tema. Pero al mismo tiempo, como tú dices, aún es importante porque todo el mundo porta la bandera del arcoíris, se dicen liberales y abiertos pero lo cierto es que si yo hoy quisiera cambiar mi nombre en Alemania todavía tendría que ir a un tribunal y pasar por un dictamen pericial para hacerlo.
Y abunda: “En el programa de campaña de los Verdes (el Partido Verde, hoy en el poder) está el compromiso de reformar la ley para que sea mucho más fácil cambiar el nombre de uno. Pero hasta ahora lo que hay es la denominada ley transexual (…) Si yo quisiera cambiar mi nombre tendría que ir a un juzgado en donde tendría que ser dictaminado mi estado en base a un catálogo de preguntas que son absolutamente humillantes como, por ejemplo, en lo que pienso durante el acto sexual. Eso es totalmente humillante.
“Por eso he tenido que esperar tanto para cambiar mi nombre porque para mí, como dije, es simplemente humillante tener que compartir cosas absolutamente íntimas. Y tales cuestionamientos vienen de un tiempo en el que personas como yo eran vistas como enfermos, como atracciones de circo, como anormales”.
Es así como al mismo tiempo que celebra poder ser la voz de la BVG y que su historia pueda inspirar y dar valor a todas la personas transgénero que la conozcan, Philippa lamenta también que los legisladores alemanes aún no reformen la ley que daría igualdad a las personas como ella.
“Lo que hay es una exclusión de los legisladores hacia las personas como yo. No es que todos seamos iguales. Hay todavía una clara marginación”, dice.
Su molestia cuando habla sobre el tema es evidente. Su gesto alegre, afable y luminoso se modifica al referirse a la contracorriente con la que tiene que nadar permanentemente. Por el ejemplo, el hecho de seguir siendo oficialmente Jan-Philipp en su carnet de identidad, pasaporte, licencia de conducir…
“Oficialmente sigo siendo Phillip y naturalmente que eso es para mí muy difícil pues cada vez que veo mi carnet de identidad es doloroso porque me remonta a momentos de mi vida en los que no me iba bien. No estuve bien durante 30-40 años de mi vida. Y aunque soy una persona muy fuerte, valiente, muy optimista, puedo entender porqué hay gente que salta a las vías del metro y dice: ‘no puedo más, no tengo más fuerza’. Es algo que yo nunca haría porque soy positiva y lucho pero hay mucha gente que no logra y simplemente no quiere sufrir más. Hay que reconocer que hay un índice alto de suicidio entre gente transgénero”.
Fue con 40 años cuando Philippa comenzó a ser ella misma. Antes, en su vida anterior, siempre intentó jugar el rol que no le correspondía porque quería sentirse “normal”. Tuvo una exitosa vida como deportista de alto rendimiento que se truncó debido a lesiones constantes y luego ingresó a la industria del cine: produjo y actúo, también creó su propia empresa de doblaje. Pese al éxito profesional no sentía plenitud. Ésta no llegó sino hasta luego de cumplir 40 años, cuando tomó el valor para ser honesta con ella misma, y los demás, sobre su verdadero yo.
Todavía recuerda enternecida cómo la charla con su papá al respecto le tomó -dice- sólo dos minutos: “Lo único que me preguntó es porqué había tardado tanto en hacerlo. ‘Te hubieras ahorrado mucho dolor. Eres mi hijo y te quiero por sobre todas las cosas’, fue lo único que me dijo y no hizo falta hablar más”.
-¿Qué tan abierta y tolerante es de verdad Berlín para personas transgénero?
-Si soy realmente honesta, diría que la gente que tienen algo en contra, que nos encuentra repugnantes por motivos religiosos o personales son los mínimos. Diría que el 80 por ciento de la gente es relajada y respetuosa. El problema es que ese 20 por ciento hace cada vez más ruido, son más agresivos, prueban permanentemente que tan lejos pueden ir y como tampoco hay mucha resistencia (defensa)siempre avanzan un poco más y más.
-¿Qué haces cuando te llegas a topar con ese 20 por ciento?
-Lo evito. He entrenado a mis sentidos y ya desde 100 metros de distancia puedo reconocer cuando una situación puede ser peligrosa. Me cruzo la calle y camino por otro lado. Lo cierto también es que me muevo en auto casi siempre. Para mí el auto representa seguridad y libertad. Lo uso por motivos de seguridad.
Y es que, como persona transgénero, Philippa es una mujer que no pasa desapercibida. La charla con ella lo hace a uno consciente de lo que vive día con día: “Soy examinada permanentemente, desde muy temprana hora hasta muy tarde. La gente me observa todo el tiempo, me voltean a ver sin tregua y eso me saca del anonimato. Estoy permanente expuesta a la gente y alguna es respetuosa pero otra no…”.
– Me imagino que aunque sea gente bien intencionada, puede ser sumamente incómodo estar siendo observada todo el tiempo…
-¡Claro! Algunas veces me detengo, doy un paso hacia atrás, los miro a los ojos y les sonrío. Y la mayoría me devuelve la sonrisa. Incluso gente de la que pienso puede ser horrible…
-Pero debe ser agotador…
-Es sumamente agotador. Me toma tanta fuerza. Me he dado cuenta que no me cuesta trabajo establecer contacto con gente buena y siempre busco sacar lo positivo de todo. Pero cuando algo negativo sucede, me pega también. A veces cuando algo malo pasa puedo estar todo el día mal, a pesar de que soy fuerte.
Pero la vida de Philippa no es tragedia. Dentro de su campo laboral es una persona respetada y altamente valorada.
“Trabajar en una industria en donde lo que soy no es un tema que interese en absoluto es un privilegio. La gente con la que me topo en mi trabajo es gente abierta, creativa, inteligente, que tiene normalmente su vida bajo control y la claridad suficiente para no hacerse pensamientos sobre mi condición. Soy feliz por ello. No puedo imaginarme cómo debe ser en otros ámbitos labores”, dice.
Volviendo a los efectos del Tiktok que hace unas semanas la puso de nuevo en el ojo público, Philippa resalta el sin fin de comentarios positivos que le llegaron de todas partes del mundo. Aunque reconoce que casi nunca lee los comentarios en internet sobre su persona, esta vez le encantó leer la resonancia fantástica que tuvo su historia.
Algunos medios alemanes – como la rbb, la emisora estatal de noticias de Berlin y Brandenburgo- la retomaron de nuevo pero el resultado, en Alemania, no fue el mismo.
“Luego de la nota publicada por rbb hubo muchísimos comentarios negativos, de odio, y por eso la empresa decidió hacer un programa sobre el tema y me llamaron para preguntarme si deseaba presentar una postura. Me negué porque simplemente no es mi tarea. No me interesa estar en el frente. Les sugerí que invitaran a gente de la política, a activistas que están interesados en ello. Yo simplemente quiero vivir mi vida, tranquila, sin ser molestada porque creo que además tengo derecho a ello”, explica.
Su activismo y aporte lo hace sin presunciones en la vida cotidiana. Por ejemplo, cuenta cómo en una ocasión, hace no mucho, le tocó trabajar con una persona que es abiertamente de derecha. “Me dije ¿cómo debo manejar esto? ¿Hago un gran tema de ello o mejor no? Mi estrategia fue trabajar con él exactamente como lo haría con cualquier otra persona y de verdad que después de 5 minutos el tema desapareció y trabajamos juntos bien. Después pensé: la próxima vez cuando esta persona esté con sus amigos que también son de derecha y éstos arremetan contra la gente transgénero entonces él podrá decir: ‘Momento, yo conozco a alguien que es buena onda’. Y esa es mi forma de incidir”.
Y es que para Philippa todo se resume a una cuestión de respeto. “La gente no tiene que aceptarme sino simplemente respetarme y tratarme como cualquier persona”, concluye.
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