“Cocaína rosa”, un popular y peligroso coctel de drogas sintéticas

Color rosa, sabor a fresa… No se trata de los últimos caramelos que han llegado al patio de recreo, sino de una mezcla de drogas de moda desde hace algún tiempo entre ciertos clubbers de Europa: la «cocaína rosa». Detrás de este nombre engañoso se esconde un coctel cuyo peligro reside en su composición muy variable. Así presenta The Conversation un texto que, con el debido permiso, Underground Periodismo Internacional traduce al español para sus lectores.

Por Joseph Janes

A principios de septiembre de 2024, las autoridades españolas llevaron a cabo una operación contra redes de narcotráfico en Ibiza y Málaga. La operación se saldó con la mayor incautación de drogas sintéticas jamás realizada en España: se confiscaron más de un millón de pastillas de éxtasis, así como una gran cantidad de cocaína rosa.

Responsable de un número creciente de muertes, este coctel de drogas sintéticas, cuya composición varía, se ha convertido desde hace algún tiempo en una gran preocupación en España y en otros países, sobre todo en el Reino Unido (en Francia se tiene constancia de la existencia de cocaína rosa desde 2022). Tanto es así que los organismos antidroga europeos han advertido de la necesidad de atajar los riesgos asociados a esta sustancia.

¿Qué contiene la cocaína rosa?

A pesar de su nombre, la cocaína rosa no contiene necesariamente cocaína. En su lugar, suele ser una mezcla de varias otras sustancias, como MDMA, ketamina y 2C-B. La MDMA, comúnmente conocida como éxtasis, es un estimulante con propiedades psicodélicas, mientras que la ketamina es un potente anestésico con efectos sedantes y alucinógenos. Las drogas 2C están clasificadas como psicodélicas, pero también pueden producir efectos estimulantes. La 2C-B fue sintetizada por primera vez en 1974 por el bioquímico estadounidense Alexander Shulgin. La variante moderna, que apareció alrededor de 2010 en Colombia, es una versión falsificada.

La cocaína rosa suele presentarse en forma de polvo o pastillas. Es famosa por su color brillante, que se obtiene utilizando colorantes alimentarios para realzar su atractivo visual (el polvo también se aromatiza a veces con fresa u otros sabores). Tras ganar popularidad gradualmente en las fiestas de América Latina, la cocaína rosa -también conocida como «cocaína rosada» y «tusi» o «tusibi» (transcripciones fonéticas de 2C y 2C-B respectivamente, pronunciadas en inglés)- se extendió a Europa.

La ruleta rusa

La composición de la cocaína rosa es impredecible, lo que explica en gran medida su peligrosidad. Cuando la toman, los consumidores suelen esperar tomar un estimulante similar a la cocaína, pero la presencia de ketamina puede provocar en cambio efectos disociativos. Además, la ketamina está ampliamente disponible en los clubes, y tomar demasiada puede provocar la pérdida del conocimiento y dificultades respiratorias.

Se puede encontrar el mismo tipo de atracción por la cocaína rosa que por drogas como la cocaína y la MDMA, sustancias consideradas «glamurosas» a pesar de los riesgos asociados a su consumo. En particular, su aspecto y su condición de «droga de diseño» contribuyen a su atractivo para los jóvenes y los consumidores principiantes. También se comercializa como un producto de «alta gama», ya que un gramo se vende por unos 100 dólares en España (unos 90 euros).

Pero este posicionamiento no debe ocultar el peligro muy real asociado al consumo de cocaína rosa, que los expertos comparan con el famoso y mortal juego de la ruleta rusa, debido a la peligrosa composición de la mezcla.

En Europa, la droga se ha abierto camino desde los clubes de Ibiza hasta las costas del Reino Unido, donde ahora está ganando terreno en Escocia, así como en partes de Gales e Inglaterra. En el continente, las autoridades sanitarias también están dando la voz de alarma (también se ha detectado cocaína rosa en Francia, Alemania y los países del Benelux, entre otros), mientras que al otro lado del Atlántico también se ha observado un aumento de su disponibilidad en Nueva York.

Uno de los problemas encontrados en la lucha contra la cocaína rosa es que esta droga es difícil de detectar mediante las pruebas de detección habituales. Además, en España, las pruebas actualmente en uso aún no son capaces de identificar todos los componentes potenciales.

La respuesta legal varía de un país a otro. Las autoridades españolas intentan frenar su distribución. En el Reino Unido, la cocaína rosa no se menciona explícitamente en la Misuse of Drugs Act de 1971, que divide las drogas en tres clases, A, B y C, según su nocividad. Sin embargo, las sustancias que contiene sí lo son: la MDMA y la 2C-B son drogas de clase A, mientras que la ketamina es de clase B.

Reducir los daños

El aumento del consumo de cocaína rosa pone de manifiesto la necesidad de mejorar el acceso a los kits de comprobación de la composición de las drogas. Este tipo de herramienta es esencial para reducir los daños causados por las mezclas: permite a los usuarios analizar las sustancias que pretenden consumir, permitiéndoles identificar los componentes desconocidos y ofreciendo así una forma de protección.

Proporcionar este tipo de servicio, con vistas a reducir las consecuencias nocivas del consumo de drogas, es una cuestión vital, como ha demostrado en particular mi propio trabajo. Un enfoque complementario es la puesta en marcha de campañas de sensibilización de la opinión pública. Por último, la creación de servicios de apoyo también desempeña un papel importante en la lucha contra los daños causados por las drogas.

La creciente popularidad de la cocaína rosa es un recordatorio de que el panorama de las drogas cambia constantemente, impulsado en particular por las modas y tendencias que se difunden a través de las redes sociales, que pueden contribuir a la aparición de nuevas amenazas.


Esta obra está bajo licencia CC BY-ND 4.0

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