La revolución transgénero de Tailandia

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El cirujano Preecha Tiewtranon es uno de los pioneros en el desarrollo de las cirugías de reasignación de género que han convertido a Tailandia en un paraíso internacional de la comunidad trans. Sus aportaciones médicas permitieron además que muchas personas no se hundan en la depresión y puedan cambiar su vida para mejor: “Ahora me siento libre”, dice un hombre transexual tras extirparse el útero y el tejido mamario. El doctor Tiewtranon conversó con Underground sobre esa revolución médica y social tailandesa que también es mundial.

BANGKOK, Tailandia.- En 1973 el médico Preecha Tiewtranon regresó a Bangkok después de ocho años de prácticas y posgrados en cirugía plástica en Estados Unidos. En la capital tailandesa se incorporó a un hospital público, en el que comenzó a recibir a mujeres transgénero que, tras haberse sometido a operaciones mal hechas para quitar su pene, sufrían de diversas mutilaciones difíciles de sanar o corregir.

Tiewtranon se dio cuenta de que estas pacientes necesitaban pasar por procedimientos quirúrgicos para los que no existían métodos a seguir. La demanda crecía y quienes querían modificar su cuerpo se enfrentaban a técnicas sanguinarias en manos de inexpertos que llegaban incluso a causarles la muerte.

Fue así que el doctor se dio a la tarea de diseñar un procedimiento seguro. Dos años después, en 1975, logró la hazaña: realizó la primera cirugía de reasignación de género de la que se tiene registro en Tailandia.

Con ello se convirtió en un pionero en este tipo de tratamientos en el continente y, sin saberlo, permitió que años después su país generara una industria internacional de cambio de sexo. El cirujano trazó de ese modo el camino para que Tailandia adquiriera fama mundial por ser “un paraíso para las personas transgénero” y para la comunidad LGBTIQ+ (Lesbianas, gays, bisexuales, transgénero, intersexuales, queers y otros colectivos de la diversidad sexual).

Actualmente las personas transgénero tienen una gran visibilidad en los medios de comunicación tailandeses y en la vida diaria, y trabajan en cualquier ámbito. Incluso se han creado afamados concursos de belleza en el país para mujeres transgénero, así como espectáculos en la vida nocturna que atraen a locales y extranjeros. Uno de ellos, el Miss International Queen, fue ganado por la mexicana transgénero Valentina Fluchaire el año pasado (ver foto de portada).

El doctor Tiewtranon fue un impulsor de esa revolución y así se le ha reconocido con sus nombramientos como miembro o presidente de instituciones como la Sociedad de Cirujanos Plásticos y Reconstructivos de Tailandia, la Sociedad de Cirujanos Plásticos Estéticos de Tailandia, así como la Unidad de Cirugía Plástica de la Facultad de Medicina del Hospital Chulalongkorn.

Pero en la década de los 70 el panorama era completamente distinto. En entrevista con Underground, el reconocido cirujano recuerda que en 1965 -después de graduarse de la Facultad de Medicina de Universidad de Chulalongkorn, una de las más prestigiadas del país asiático- las personas transgénero “vivían en la oscuridad, se dedicaban a la prostitución y su esperanza de vida no era muy alta”. La sociedad tailandesa los consideraba psicópatas.

De hecho, los budistas más conservadores creen que las personas transexuales han sido de alguna forma castigadas por el karma, ya que al haber sido adúlteros en sus vidas anteriores fueron condenados a quedar atrapados en un cuerpo que no es el suyo.

El entrevistado narra con cierto orgullo: “En la década de los setenta en el país no se entendía a las personas transgénero. Pero desde que comencé a operar, esa imagen cambió gradualmente. En los primeros años mis pacientes solían ser estilistas, peluqueros o gente que trabajaba en la industria nocturna. Hoy en día opero a compañeros médicos, a banqueros o ingenieros. A nivel familiar las cosas son más fáciles en la actualidad”.

Revolución

En 1980, Tiewtranon comenzó a ganar fama con una técnica que él mismo desarrolló y con la que consiguió constituir elementos genitales femeninos: primero fueron los labios mayores, la uretra y la vagina, y posteriormente los labios menores y el clítoris. En paralelo, el doctor transmitió sus conocimientos a otros médicos egresados de su facultad, quienes nutrieron las nuevas generaciones de especialistas. Fue entonces que aparecieron sus primeros pacientes internacionales.

“Antes de aquel año -recuerda- sólo había unos diez cirujanos en todo el mundo que podían realizar esta cirugía. Pero mi fama se había extendido ya de boca en boca. La comunicación era muy difícil al principio porque me tenían que contactar vía fax. Los primeros en consultarme fueron pacientes de los países escandinavos, después alemanes, italianos y luego estadunidenses”.

Mientras trabajaba en el Hospital de Chulalongkorn, el doctor fundó en 1978 la Clínica Chollada. Ahí realizó cientos de operaciones hasta 2002, cuando lo cerró para abrir el Preecha Aesthetic Institute (PAI), uno de los hospitales más importantes y prestigiados del mundo en cuestión de salud transgénero.

Doctor Preecha Tiewtranon, pionero en la cirugía de cambio de sexo. Foto: PAI.

En ese centro multidisciplinario de cirugía estética de reconstrucción se brindan servicios como el implante de senos o mastectomía, intervenciones para la “feminización o masculinización” del rostro o tratamientos hormonales. Desde hace algún tiempo abundan clínicas de este tipo en el país, sobre todo en Bangkok.

El hospital está ubicado en un edificio de varios pisos en el que se dispone de equipo médico avanzado. Su estilo se asemeja a un hotel de lujo, donde parte del personal médico y de enfermería pertenece al colectivo LGBTIQ+, ya que se busca evitar cualquier tipo de estigmatización hacia los pacientes.

Con cerca de cuatro mil operaciones en su carrera, el especialista afirma que 90 por ciento de sus pacientes han sido extranjeros, principalmente de China, Oriente Medio y Australia.

-¿Por qué motivo cree que Tailandia se convirtió en el principal destino para este tipo de procedimientos?, se le pregunta.

-Los factores son diversos, pero siempre que me preguntan repito tres de ellos: décadas de conocimiento, un sistema de salud de bajo costo con cirujanos capacitados para realizar los procedimientos, y la hospitalidad del país para la diversidad sexual.

El Consejo Mundial de Viajes y Turismo indica que Tailandia es uno de los cinco destinos principales del turismo médico, mientras que la consultoría estadunidense Pacientes más allá de las fronteras lo coloca como el país con la mejor reputación en cirugía de reasignación de género.

Ese procedimiento fue uno de los que más pagaron los extranjeros en Tailandia en 2020, de acuerdo con MyMediTravel, una plataforma en línea que proporciona referencias del sector sanitario. Y es que a pesar de la pandemia de coronavirus y los estrictos controles fronterizos que impuso el país asiático, uno de cada 16 pacientes que ingresaron a Tailandia el año pasado para realizar algún procedimiento médico lo hicieron para someterse a una cirugía de reasignación de género.

Salvavidas

“Hay que entender una cosa”, dice a Underground Thanapob Bumphenkiatikul, un joven cirujano de 32 años de la Clínica de Salud de Género del Hospital Memorial del Rey Chulalonkorn: “Las personas transgénero necesitan la cirugía, no es que la quieran; quienes no acceden a ella padecen estados de ánimo depresivos que los pueden llevar al suicidio”.

El malestar emocional que puede acompañar a la incongruencia entre el género expresado por un sujeto y el asignado al nacer se conoce como “disforia de género”. Según la Asociación Estadunidense de Psiquiatría (EPA por sus siglas en inglés), la tasa de intentos de suicidio entre las personas trans es superior a 40 por ciento. Esto quiere decir que prácticamente una de cada dos intentan suicidarse en algún punto de su vida.

La cirugía de reasignación de sexo funciona como salvavidas. Su implementación está “significativamente relacionada” con la disminución de esos fallecimientos, reveló una investigación publicada apenas en 2020 por la Revista Estadunidense de Psiquiatría y Neurociencia.

“Para las personas transgénero, cada día que pasan en el cuerpo que nacieron, pero que no les corresponde, las hunde en la depresión y el sufrimiento. Si se someten a esta cirugía, su salud mental y su calidad de vida mejoran”, dice Bumphenkiatikul.

Desde diciembre de 2012, las personas transexuales no son oficialmente enfermos mentales. De ello dejó constancia el Manual Diagnóstico y Estadístico de Enfermedades Mentales elaborado por la EPA, considerado la biblia de la psiquiatría. En ese documento sólo se conserva la “disforia de género”.

Doctor Thanapob Bumphenkiatikul. “Las personas transgénero no quieren la cirugía, la necesitan”. Foto: Cortesía.

El proceso parece similar al que terminó por normalizar la homosexualidad. Ésta desapareció como enfermedad mental en 1973, pero se mantuvo con el nombre de “homosexualidad egodistónica”, que describe la angustia y el sufrimiento que padece una persona gay o lesbiana por el hecho de serlo. Ese término se retiró en 1986.

El caso es que hasta 2009, prácticamente cualquier persona en Tailandia podía ser elegible para la cirugía de cambio de género. A partir de ese año, sólo pueden someterse a ella quienes comprueben que llevan al menos un año viviendo en el género deseado y presenten una evaluación psiquiátrica.

Algunas personas transgénero creen que el requisito de la evaluación de un psiquiatra es un estigma porque -reclaman- “ellos no están enfermos. ¿Por qué deberían acudir al psiquiatra? Es sólo por su seguridad, para no exponerlos a una terapia o una cirugía que quizá no necesitan. Queremos que cada paciente tenga claro qué es lo que quiere para poder ofrecerle lo que necesita”, advierte Bumphenkiatikul.

Paquetes

Tailandia ofrece la cirugía de reasignación de género más barata del mundo. Los costos, por supuesto, dependen de las necesidades de cada paciente, la técnica que elijan y el tratamiento que requieran para su recuperación.

Las tarifas están pensadas para extranjeros y se encuentran en diferentes paquetes todo incluido: gastos médicos y quirúrgicos y alojamiento en un hotel durante dos o tres semanas de recuperación post operatoria. Algunos proponen masajes tailandeses o paseos por Bangkok antes de la operación.

El precio de los paquetes es variado, pero el mínimo oscila entre siete mil 500 y 14 mil dólares, según el procedimiento y la clínica. Estos montos, sin embargo, son hasta cinco veces menores en comparación al costo de los mismos servicios en Estados Unidos.

Y existen clínicas en Tailandia que piden cuatro mil dólares o menos, aunque es difícil encontrar referencias u opiniones sobre ellas, que están enfocadas a pacientes locales con un presupuesto más limitado que quienes viajan desde el extranjero y que pueden pasar el periodo de recuperación en su hogar y no en un hotel.

“Muchos extranjeros vienen a operarse aquí porque les atraen los buenos precios y la calidad de nuestra medicina”, señala el doctor Tiewtranon, quien, no obstante, reconoce que “todavía falta un largo camino por recorrer”.

Por ejemplo, una de las brechas que requiere más práctica e investigación es la cirugía de los hombres transgénero conocida como faloplastia, a través de la cual se construye un pene para quienes nacieron en el cuerpo de una mujer.

La demanda de servicios de identidad de género está aumentando en todo el mundo y los hombres transgénero, aunque a pasos más lentos, también empiezan a ganar visibilidad. Explica el doctor: “Diversos estudios internacionales reconocidos por organismos calificados revelan que uno de cada 30 mil hombres se identifica como mujer, pero una de cada 100 mil mujeres se identifica como hombre. Y así es en todo el mundo”.

Una operación para transformar a un hombre en mujer tiene una duración de alrededor de cuatro horas y generalmente 95 por ciento de las pacientes tienen resultados exitosos. Sin embargo, la de mujer a hombre es más delicada. Ésta podría llevar más de un año en intervenciones y cuesta alrededor de 40 mil dólares, si bien el precio es difícil de definir por las complicaciones que conlleva el procedimiento y que aumentan el presupuesto.

Una compleja técnica quirúrgica permite la reconstrucción de un pene a partir del tejido de zonas como la piel o grasa del antebrazo, muslo o abdomen. Uno de los retos es obtener también un pene que sea funcional miccionalmente (que pueda orinar) y tenga sensibilidad táctil y erógena. Si el paciente quiere mantener relaciones sexuales es necesaria la colocación de una prótesis que le permita erectilidad.

“Lo único que no podemos es dar la posibilidad de procreación, pero estamos trabajando en ello. Hemos hecho algunas investigaciones, pero el riesgo es muy alto. Si los médicos prestamos más atención a los transexuales, llegarán más inventos. Pero ese es tema de otra conversación”, comenta el médico cirujano.

Testimonio y retos

La cirugía mediante la cual se reconstruye un pene (para pasar de mujer a hombre) es más complicada y desafiante, consta de diversas etapas y los resultados no llegan a ser tan satisfactorios para los pacientes.

Vachira Limtrajitt es un hombre transexual tailandés que se ha sometido a diversas cirugías de confirmación de género en una clínica de Bangkok. Aunque es muy mesurado al hablar de su proceso de transición como tal, explica que inició hace cinco años con una histerectomía para extirpar el útero y no tener periodos menstruales.

“Fue un gran cambio en mi vida”, asegura a este reportero, y agrega: “Lo del útero, que nadie ve, me hizo sentir más seguro de mí mismo porque el periodo menstrual de mi cuerpo se detuvo”.

Dos años después se sometió a la mastectomía para extirpar su tejido mamario, lo que también supuso un gran paso: “Siento que (el busto) es lo que la gente veía de mí. Ahora ya no me preocupo por eso, puedo usar la ropa que quiera o hacer deporte y mostrar mi cuerpo tal cual es. Me siento libre ahora”.

Tras sus primeras dos operaciones analizó las opciones para la faloplastia y el implante de testículos. Pero decidió no hacerlo por ahora: “Hay mucha información en internet y es muy fácil encontrar hospitales calificados en Bangkok para esta cirugía. Pero pongo en una balanza también los riesgos y los beneficios. Pienso entonces que de momento estoy bien con mi cuerpo y quizá no sea necesario en mi caso someterme a ese procedimiento”.

Más allá de las complicaciones médicas, los obstáculos a los que se enfrentan tanto hombres como mujeres trans no terminan al salir del quirófano. De la mano de las terapias hormonales y las cirugías, están los estigmas, la segregación y la discriminación.

“La operación cambió mi vida”: Vachira Limtrajitt, hombre transgénero. Foto: Cortesía.

Aunque Tailandia es conocida por sus “iniciativas progresistas” en temas de diversidad sexual, sus leyes no son tan liberales. Por ejemplo, no existe el matrimonio entre personas del mismo sexo ni una ley de reconocimiento de género, lo que significa que las personas trans no pueden cambiar su género en los documentos de identidad.

“Nuestras identificaciones y documentos no demuestran quienes realmente somos”, explica Vachira Limtrajitt, quien tiene 45 años y es veterinario. Abunda: “No sé si Tailandia sea realmente abierta con las personas transgénero. Yo, por ejemplo, estoy muy a gusto con mi vida diaria y mi trabajo, voy de compras, tengo familia y todo está bien. No hay ningún problema en ello. Pero en cuanto a lo legal, hay muchos vacíos; yo vivo con mi esposa y no podemos casarnos aún porque oficialmente soy mujer, no puedo cambiar mi género de mujer a hombre en mi documentación oficial”.

El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) afirma que en Tailandia el principal problema de las personas LGTBIQ+ es la imposibilidad de reflejar su identidad de género en los documentos oficiales, lo que limita su acceso a servicios y los hace vulnerables a la discriminación.

Limtrajitt da un ejemplo claro de esa realidad. El mismo día en que fue entrevistado por este medio, ella acababa de recibir la vacuna contra el COVID-19, pero para acceder a ésta tuvo que mostrar una identificación en la que aparece todavía como mujer.

Relata: “La enfermera tuvo que cerciorarse de que fuera yo porque no parezco mujer. Lo mismo me pasa en el banco. Pero en realidad no siento ninguna discriminación de mi equipo de trabajo o de mi familia. Me respetan e incluso me aplauden la decisión de haber confirmado con cirugías que soy un hombre”.

Otro problema es que estas operaciones no se incluyen en el sistema tailandés de sanidad pública. Hay activistas que han logrado llegar a las altas esferas del gobierno y presionan para que las terapias de transición y de hormonas sean incluidas como un servicio de la seguridad social.

La comunidad LGBTIQ+ tampoco puede adoptar en Tailandia. Puede hacerlo una sola persona, pero jamás una pareja del mismo sexo. Tampoco pueden acceder a la reproducción asistida, ni a la maternidad subrogada.

Sin embargo, afirma el doctor Bumphenkiatikul, “de alguna manera se está trabajando en todo ello y las leyes sobre ese tipo de derechos poco a poco van avanzando”. Un botón de muestra: en 2015, el país promulgó la Ley de Igualdad de Género y declaró ilegal la discriminación por motivos de género. Fue anunciada como una iniciativa histórica porque no sólo protege a las mujeres cisgénero (cuya identidad de género concuerda con el género asignado al nacer). También cubre a aquellas con expresiones diferentes de género.

DETRÁS DE LA HISTORIA

Tailandia tiene la fama desde hace años de albergar y recibir a las personas transexuales de todo el mundo. A pesar de esa fama, es un tema que desde fuera, por lo general, se sigue viendo con morbo o con estigmas. Aunque la cirugía de reasignación de sexo lleva décadas practicándose, se sigue conociendo poco de ella fuera de la comunidad LGBTIQ+ y en muchos casos es motivo de burla o de bromas. Si el periodismo es una herramienta que también ayuda a visibilizar a las minorías, espero que con esta información detallada acerca de este procedimiento que libera y salva vidas, se visibilice una comunidad que es parte de nosotros y que hoy en día se sigue discriminando y segregando.

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