Desde que el EZLN anunció a finales del año pasado que una delegación de casi 200 de sus integrantes realizaría una ambiciosa gira por Europa, un sinnúmero de pequeños colectivos comenzaron a trabajar duro en los preparativos para su llegada: transportación, alojamiento, alimentación, pago de seguros, organización y logística de los eventos… Una tarea ya de por sí titánica cuando la realizan activistas con mentalidades y lenguas variadas, y complicada todavía más por la pandemia y el papeleo administrativo. La activista belga Zoé Maus narra desde adentro los desafíos que los “eurozapatistas” han tenido que superar para mantener encendida la flama que infunde entre ellos el esperado viaje.
BRUSELAS, Bélgica.- “Lo que hemos hecho en nueve meses es algo muy significativo. Hemos retomado contacto (entre colectivos europeos) y reactivado la `Europa rebelde´ por todos lados, desde Finlandia hasta Chipre y Portugal”, comenta Zoé Maus, simpatizante histórica del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) quien desde Bélgica, su país, participa activamente en los preparativos para recibir en Europa a decenas de milicianos zapatistas.
Prosigue la socióloga: “Hay que ver si esos vínculos perduran, pero al menos ya los tejimos. No sabemos qué pasará, pero ya hemos demostrado que somos capaces de no dejarnos separar por la pandemia, por el confinamiento. Fuimos lo suficientemente hábiles para rehacer los lazos entre colectivos aunque estuviéramos aislados cada quien en su casa”.
Maus ha visitado las comunidades zapatistas y es miembro del Comité Chiapas de Bruselas, que sigue al EZLN prácticamente desde su aparición pública el 1 de enero de 1994. Ella es también una destacada animadora de la Red de Acogida de los Zapatistas en Bélgica (RAZB), una plataforma de colectivos de la capital belga, Lieja, Lovaina La Nueva, Namur, Tournai, Rochefort y Amberes. El RAZB participa en la Coordinación Europea para la Travesía Zapatista, el espacio en el que se ponen de acuerdo los cientos de grupos activistas que están interesados en que los insurgentes del sur de México vayan a sus países.
La entrevista con Maus se realizó el viernes 16 de julio. Según el plan original del viaje, por esas fechas unos 170 zapatistas tendrían que estar aterrizando en el aeropuerto francés Charles de Gaulle para completar la llamada Gira por la vida, que comenzó el 22 de junio con el desembarco en una playa de Vigo, España, de los primeros siete zapatistas que zarparon de Quintana Roo el 2 de mayo para cruzar el océano Atlántico.
Ese pequeño grupo -el llamado Escuadrón 421- fue autorizado a ingresar a territorio español, donde celebró en varias ciudades eventos políticos antes de viajar por tierra a Francia, en donde se encuentra actualmente. Pero al cierre de este reportaje -29 de julio- todavía no había noticias precisas de cuándo podrían los demás delegados zapatistas tomar el avión trasatlántico, si es que todos pueden hacerlo. El EZLN ha denunciado que la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) le ha negado la expedición de pasaportes a casi 70 de ellos, quienes -por sus circunstancias de marginación- presentaron a la autoridad actas de nacimiento “extemporáneas”, es decir tramitadas años después del tiempo legal permitido. Según la ley, para destrabar esa situación se requiere entregar documentos complementarios que complica y alarga el proceso.
Por eso las estimaciones que hacen en Bélgica sobre la eventual fecha de llegada de los zapatistas al país -esperan unos 30- son muy abiertas y lejanas, y oscilan entre mediados de septiembre y mediados de octubre, de acuerdo con la entrevistada.
Pero aun si se resolviera el inconveniente de los pasaportes, queda el inevitable tema de la pandemia, que sigue fastidiando los viajes internacionales. Y es que a pesar de que 70 por ciento de la población adulta de la Unión Europea (UE) ya recibió al menos una dosis de la vacuna contra el coronavirus (57 por ciento está completamente cubierta), los contagios de la variante Delta van en aumento acelerado. En consecuencia, los gobiernos europeos no levantan todavía sus estrictas medidas de control sanitario para los pasajeros aéreos provenientes de otras regiones.
Francia sería el país por el que planean entrar a la UE los zapatistas, a juzgar por las numerosas acciones de protesta de sus simpatizantes frente a las embajadas y consulados franceses en Europa para exigir que se les dé paso libre. Como de una u otra forma lo hacen los demás Estados europeos, Francia -en su caso- exige a cualquier viajero que salga de naciones clasificadas en código “naranja” que éste haya completado su esquema completo de vacunación contra el coronavirus una semana antes del viaje y únicamente con productos autorizados por la Agencia Europea de Medicamentos, es decir Pfizer, Moderna, AstraZeneca o Johnson & Johnson.
Y México -lo indica una actualización del 23 de julio del Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia- aparece en la lista de países de riesgo “naranja”. Sin vacunación, sólo los casos con “motivos imperiosos” pueden ingresar a Francia aplicándose anteriormente una prueba PCR, pero tales casos se refieren principalmente a los extranjeros que residen en el país y a los franceses que regresan a él. Así, estas circunstancias reducen la posibilidad de viajar a Europa a algunos delegados del EZLN, el cual, además, está implantado en el estado mexicano, Chiapas, con la tasa nacional más baja de vacunación contra el COVID-19.
Pero si México es considerado “naranja” para Francia, para otros países presenta el máximo nivel de riesgo y el escenario se complica todavía más para el eventual tránsito de los zapatistas por el continente. Para Bélgica, por ejemplo, México -como Brasil- presenta una situación pandémica “de muy alto riesgo”, y desde el 10 de julio pasado prohíbe el ingreso a su territorio a los ciudadanos mexicanos que no tengan permiso de residencia belga (ACTUALIZACIÓN: el 6 de agosto Bélgica levantó la prohibición de entrada al país a viajeros procedentes de “países de muy alto riesgo”, aunque se siguen aplicando estrictas medidas sanitarias como 10 días de cuarentena y una prueba obligatoria, incluso para quienes están totalmente vacunados).
Las condiciones de viaje, en el momento actual, son muy desfavorables.
Desde que en octubre de 2020 el EZLN anunció que una delegación de militantes viajaría al otro lado del Atlántico para encontrarse con organizaciones aliadas, los preparativos para recibirlos no han quedado exentos de dificultades, confusiones y mucha incertidumbre.
En cuanto conoció la noticia, Maus envió correos a todos sus potenciales contactos interesados en participar en la logística de la visita: gente que había estado en Chiapas, ONG y colectivos con causas sociales afines al zapatismo. A finales de noviembre fue su primera reunión, pero asistieron apenas una veintena de personas.
“En las primeras reuniones -recuerda Maus- éramos muy pocos. Algunos estaban muy entusiasmados porque quieren conocer a los compas zapatistas cuando vengan. Pero de eso a participar en nuestras juntas o en las de la coordinación europea por videoconferencia, en las que la comunicación se hacía en español, era otra cosa”.
El tema del idioma fue siempre un dolor de cabeza, revela la activista. En Bélgica, donde existe una tensión histórica entre las poblaciones de habla neerlandesa y francesa, el asunto de qué lengua usarían ya había complicado la conformación de la RAZB. Así que fue todavía mayor el esfuerzo que implicó comunicarse con el EZLN para la coordinación europea, en la que había representación de unos 25 países -los que enviaron una invitación a los zapatistas- con distintas lenguas.
No en todos los grupos de apoyo había hispanoparlantes duchos, y algo más: tampoco todos se habían relacionado con anterioridad. “Hay colectivos en Francia, o incluso a nivel de Bélgica, que no se conocían para nada. Entonces, encontrarse para construir algo, sin vernos físicamente, por internet, a nivel europeo y en una lengua que no dominan todos igual, ha sido verdaderamente un reto”, reconoce Maus, quien añade un ingrediente: la mezcla de activistas que siguen a los zapatistas desde hace 27 años y aquellos que entonces eran unos niños o ni siquiera habían nacido.
Y esa “galaxia en movimiento” -como poéticamente lo llama Maus-, integrada por individuos “que no tienen nada que ver entre ellos, que no tienen las mismas ideas ni la misma forma de hacer las cosas y que no buscan tomar el liderazgo” tenía -y tiene- que ponerse de acuerdo para que el tan esperado viaje zapatista cumpla eficazmente con su cometido.
En un momento dado, por el mes de abril, la cacofonía de voces terminó por exasperar al intermediario del EZLN. En una reunión por videoconferencia con representantes de la coordinadora, les dijo que los zapatistas ya no la reconocerían; que se limitaran a enviar sus invitaciones por país, región o como quisieran y que ellos responderían y se organizarían por su cuenta. Y se desconectó. Maus comenta al respecto: “Mi interpretación, que puede ser equivocada, es que los zapatistas estaban hartos de las discusiones sin fin que teníamos y querían darnos una lección diciéndonos: `si ustedes no son capaces de entenderse, nosotros no vamos a seguir discutiendo eternamente´”.
Ella acepta que quizás también hubo algunos comentarios inocentes que no cayeron bien o que pudieron tomarse de manera tergiversada por la parte zapatista. Por ejemplo, cuando se les dijo que trataran de no venir en agosto porque hacía mucho calor y es temporada de vacaciones en Europa, por lo que no habría nadie.
La coordinadora resintió ese calculado rechazo zapatista y se dispersó un poco, pero pronto se reactivó. Después de enviar sus invitaciones y comunicarle a los zapatistas que continuaría trabajando, la situación con ellos se calmó y ahora los colectivos europeos están esforzándose para permanecer unidos, platica la activista belga. Y hace una autocrítica: “Algo que retengo desde que conozco a los zapatistas es que siempre hacen lo que dicen, pase lo que pase. Nos dijeron que darían el paso (de venir a Europa) y pensamos, en un momento dado, que no sucedería, que no vendrían, que renunciarían a hacerlo”.
Otro episodio de desconcierto: la comisión naval de la coordinación buscó y dio con el barco alemán -el Stahlratte- en el que navegó el Escuadrón 421 de México a Europa. En un inicio, los zapatistas consideraron que era muy caro lo que costaba viajar en él y dijeron que preferían gastar ese dinero en más boletos de avión. Ese cambio de plan implicaba modificaciones importantes en la organización europea, pero aceptaron la decisión del EZLN. Y así quedó. Sin embargo, un mes después y para sorpresa de los miembros de la comisión naval, el Escuadrón 421 zarpó de Isla Mujeres en el Stahlratte, rebautizado como La Montaña. “No sabemos qué pasó. Quizás fue una negociación (directa) de un colectivo alemán, dado que el capitán del barco es de esa nacionalidad”, comenta Maus.
A pesar de todos esos contratiempos, los colectivos europeos nunca han bajado los brazos. Por el contrario, sus movilizaciones se han ido encadenando, ya sea en actos públicos con los zapatistas del Escuadrón 421 en España o Francia -incluyendo Madrid y París-, para exigir el acceso a la delegación que llegará por aire en actos llevados a cabo frente a consulados de Francia en toda Europa o la entrega de sus pasaportes a los “extemporáneos”. O eventos y campañas para recaudar fondos que ayuden a financiar la gira.
Hasta el pasado 27 de julio, por ejemplo, la “coordinación francófona” había juntado 78,696 euros en donaciones, equivalente al 74 por ciento de los 105,000 euros que se impuso como objetivo. Esa campaña de fondeo la puso en marcha sobre la plataforma alternativa francesa HelloAsso, y permanecerá abierta hasta octubre.
La coordinación de países francófonos se hará cargo de los gastos a partir de la llegada a Europa de los zapatistas, quienes costean ellos mismos sus boletos de avión desde México. El dinero recaudado se repartirá entonces en tres partes. La primera, con un monto de 45 mil euros, será utilizada para apoyar los gastos de transportación de los zapatistas por Europa (30 mil euros), alojamiento y logística (5 mil euros) y seguros médicos y otros permisos que se requerirán (10 mil euros). De los 30 mil euros que componen la segunda porción, 20 mil servirán a la organización de eventos, 3 mil al financiamiento de encuentros que no pueden ser sufragados por las comunidades huéspedes (el caso de Siberia, en Rusia, donde está programada una reunión con poblaciones autóctonas) y los 7 mil restantes se usarían para afrontar pagos imprevistos. La tercera bolsa, de 30 mil euros, ayudará a los delegados del EZLN a continuar su viaje a África, Asia y América del Sur.
Otro colectivo, uno de Aragón, en España, había recolectado por su lado otros 5 mil 527 euros el 29 de julio pasado. Y así cada grupo o grupos de colectivos están solicitando donativos para solventar los gastos causados por la visita.
Dos semanas antes de la entrevista, la RAZB organizó una fiesta de recaudación de fondos para el viaje zapatista en un edificio abandonado de Bruselas, cedido por una empresa inmobiliaria para su gestión a un centro social alternativo de nombre L’accroche (El gancho). En un piso alto, con una vista panorámica, se instalaron puestos que vendían ilustraciones, playeras, bolsos de tela y otras mercancías con temática zapatista, política, de arte o diversidad sexual y feminista. Un bar con cervezas artesanales y un pequeño escenario donde tocaron grupos musicales pusieron el buen ambiente.
Pero lo que llamaba mucho la atención era la mezcla de edades entre los asistentes. Por momentos, los muy jóvenes eran mayoría. En las reuniones de 2001 del Comité Chiapas de Bruselas -que apoyó la caravana del EZLN a la Ciudad de México- había básicamente puros jóvenes.
-Usted ha estado implicada con el zapatismo europeo prácticamente desde el principio. ¿Cómo ha evolucionado desde entonces la red de colectivos europeos de apoyo? ¿Algunos de ellos desaparecieron? ¿Se transformaron o permanecieron dormidos? ¿Han aparecido nuevos con diferentes formas de ver al zapatismo?, se le pregunta a Maus.
-Los colectivos siempre han estado ahí. Desafortunadamente, algunas temáticas ligadas al zapatismo y que tratábamos desde que estaba en el Comité Chiapas hace 27 años siguen ahí: el problema de los migrantes sin papeles, por ejemplo. Aquí en Bélgica hay ahora 450 personas en huelga de hambre para obtener una regularización migratoria. Siguen en activo también aquellos que desde esa época apoyaban a los desempleados o la lucha contra las expulsiones.
Maus señala otros campos donde sí se vivió una transformación o surgieron nuevos ejes de interés en los grupos de apoyo zapatista en Europa. Un caso son los debates en torno a la lucha campesina, que ya no están tan enfocados en el combate a los organismos genéticamente modificados como en los años 90. O la importancia que ha ganado la causa ecologista con el paso del tiempo (justo el día de la entrevista Bélgica sufría fuertes inundaciones junto con Alemania y Holanda).
La activista explica que hoy en día la discusión en los colectivos euro-zapatistas se ha centrado en la promoción de los “circuitos cortos” de la agricultura -como una manera para disminuir el cambio climático- o en el apoyo a las llamadas ZAD o “Zonas a defender”, que son aquellas tierras amenazadas con la construcción de grandes proyectos de desarrollo en las que se han instalado ilegalmente activistas para conservarlas y hacer florecer una agricultura o modos de vida alternativos. Ese fenómeno surgió como tal en 2008, cuando militantes anarquistas y ecologistas ocuparon un área cultivable en Notre-Dame-des-Landes, al oeste de Francia, en donde se planeaba cimentar uno de los aeropuertos más grandes del país; un mega-proyecto que finalmente fue cancelado en 2018 después de años de resistencia, incluso física, contra el desalojo.
Sin embargo, la novedad que más removió la dinámica con la que habían trabajado en el pasado es la fuerza que han tomado los movimientos identitarios -contra el tratamiento desigual de un grupo por sus características particulares-, el feminismo y aquellos que reivindican derechos para la diversidad sexual.
“Eso -refiere Maus- plantea una pregunta muy difícil para nosotros: ¿cómo luchar de forma colectiva por causas vinculadas a identidades individuales? ¿Cómo agrupar las diferencias? Es un gran reto porque, a veces, por tanto poner el acento en nuestras identidades terminamos siendo excluyentes. Y quizás una lección que debemos aprender de los zapatistas es cómo integrar las diferencias sin ignorarlas; como formulan ellos: `construir un mundo donde caben todos los mundos ́. Y es que podemos decir, `sí, todos son bienvenidos (a nuestros colectivos)´, pero en realidad no los tomamos en cuenta a todos, no los escuchamos. Pueden venir a nuestras actividades, pero no sirve de nada si no les damos un verdadero lugar”.
-¿Cómo llevan la relación los, digamos, viejos simpatizantes del EZLN con las nuevas generaciones?
“Hay claramente militantes aquí en Bélgica, y en otros países europeos, que apoyan a los zapatistas desde hace 25 años y ven venir a personas que hace seis meses no conocían al EZLN pero quieren enseñarles cómo organizarse. No es fácil, y lo entiendo. No hay choques, pero sí discusión. Y está bien. Yo no recuerdo que cuando comencé en el Comité Chiapas tuviera esa posibilidad de encontrarme con militantes 20 o 25 años más grandes que yo. El otro día, en una reunión de la RAZB, la persona más joven era una chica de 20 años y la mayor tenía 70. Creo que tenemos que aprender unos de otros, aprender de los errores que como militantes pudimos haber cometido en el pasado”.
Por ahora nadie sabe con exactitud cuántos zapatistas podrán venir y cuándo. Como sea, un hecho es que siete de ellos ya recorren Europa difundiendo su mensaje con total libertad. Dado que el EZLN es una organización guerrillera que declaró la guerra al Estado mexicano, ¿podría generar algún tipo de tensión diplomática con el régimen de Andrés Manuel López Obrador que gobiernos europeos permitan la movilidad y la actividad política de los delegados zapatistas?
Este corresponsal consultó a dos fuentes diplomáticas mexicanas en funciones en Europa. La respuesta, extraoficial, es la misma: que el gobierno mexicano respeta la libertad de expresión de los zapatistas y, por ende, no hará nada para impedirla. Esas son las instrucciones. Tampoco, dicen, pedirán cuentas a los gobiernos que les autoricen el acceso ni esperan ser oficialmente informados.
Sin entrar en particularidades, Maus cuestiona a los supuestos gobiernos “de izquierda”. “Creo que actualmente, en todo el mundo, lo que está en juego está más allá de la derecha y la izquierda. No se puede afirmar, incluso aquí en Bélgica, que hay partidos de uno y otro signo. Todos son neoliberales, productivistas, extractivistas y mundialistas, en el sentido de que no ponen en duda el fondo del sistema actual. En ese sentido, no veo que el presidente actual mexicano (López Obrador) sea más de izquierda que los otros”.
Y concluye: “A pesar de todas sus promesas, hay en su gobierno una influencia muy grande de la economía mundial, de las exigencias del sistema, que es imposible poder cambiar radicalmente. Los grandes proyectos que han sido denunciados por los zapatistas, como el Tren Maya o hace 20 años el Plan Puebla Panamá, están ahí sin importar el color del gobierno. Es un estado de cosas, es un sistema mundial que quiere que se pongan esos proyectos por delante de todo”.
DETRÁS DE LA HISTORIA
Ha sido algo complicado tratar de informarse sobre el viaje de los zapatistas a Europa, incluso entre periodistas. Los grandes medios europeos prácticamente no le han prestado atención; si acaso, han publicado alguna que otra opinión de académicos o políticos y algunas notas breves de hechos muy puntuales. La prensa militante y los portales y redes sociales de los colectivos activistas sí han dado una detallada cobertura y publicado prácticamente cada paso que dan los zapatistas que ya están por acá. Pero hay muchos vacíos de información periodística. En Underground queremos aportar una visión propia con contenido complementario. Así que buscamos a alguien que pudiera aclarar nuestras dudas y, además, desde su experiencia nos contara -a nuestros lectores- las dificultades a las que se han enfrentado los animados activistas europeos en el proceso de los preparativos para recibir a los enviados del EZLN.
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