Por Cristopher Rogel
Lo que sucedió en Bucha es hasta el momento el estandarte de lo cruel e inhumano que puede ser una guerra. No son daños colaterales, no es fuego amigo, fueron personas masacradas con alevosía. No sé si mi trabajo preserve la memoria para que no se vuelvan a repetir estas atrocidades. No soy tan optimista. Tristemente, sé que hay y que habrá más guerras. Y es que reconozco que tomo fotografías de momentos que no deberían existir jamás.
Este tipo de trabajo, por otro lado, me hace plantear mi postura frente a la vida y al mundo que me rodea con el ánimo de mejorar mi calidad humana. Si lo mismo logro transmitir a otras personas, entonces ha valido el riesgo emocional y físico que asumo al levantar mi cámara.
Vista abierta de una calle principal de Bucha, en la periferia de Kiev. Al parecer un convoy de tanques rusos fue emboscado por el ejército ucraniano. La escena era dantesca. Era el poder destructivo de la guerra en toda su expresión. Días después regresé a ese mismo lugar y todo estaba ya limpio. No había tanques ni cascajo. La calle fue barrida y sólo quedaban las casas de alrededor destruidas como remanente de lo que ahí ocurrió”.
“El cuerpo de una persona es exhumado de una fosa clandestina en el jardín trasero de una iglesia en Bucha. Al llegar al sitio nunca me imaginé lo que me esperaba. Sabía que habían encontrado cuerpos, cientos de ellos, pero no lograba construir en mi cabeza una escena como la que se me apareció: una fosa de unos 10 metros de largo por tres de ancho y más de dos metros y medio de profundidad, repleta de cadáveres. Uno tras otro era sacado por una grúa y después “clasificado” y metido en una bolsa negra. He visto muchas personas muertas violentamente a lo largo de mi vida como periodista, pero lo que aquí vi me impactó como nunca antes: había cuerpos de niños, ancianos y señoras. Las personas de blanco sacaron cuerpos durante muchos días y sin descanso. Mis colegas y yo nos preguntamos: ¿Por qué?”.
“Una mujer llora durante el entierro de una de las cientos de personas asesinadas en Bucha. Las cifras dicen que más de mil personas fueron asesinadas ahí. Muchas de ellas presentaban rastros de tortura, estaban maniatados y tenían el tiro de gracia”.
“Paisaje del cementerio de Bucha. Acababa de llover y decenas de aves negras llegaron para alimentarse con los restos de comida olvidados por los deudos en las tumbas. Todos los días llegaban féretros para ser sepultados. Hay muchas flores frescas adornando cada sepulcro. Es un recordatorio de lo reciente que ha sido todo. Y aún siguen encontrando cuerpos”.
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