Activa, la ruta italiana del cártel de Sinaloa

Ello a pesar del exitoso operativo policiaco que en 2019 siguió y decomisó un cuantioso envío de cocaína a Catania.
La Guardia di Finanza realizando una incautación de cocaína en Catania. Foto: Guardia di Finanza.

El pasado 17 de abril, la Policía Financiera (Guardia di Finanza) anunció que había incautado una cantidad récord de casi 2 toneladas de cocaína halladas en el mar frente a las costas de la ciudad de Catania, en la isla italiana de Sicilia.

En un comunicado de prensa, esa institución explicó que unidades de la Policía Naval italiana habían identificado 70 paquetes flotantes a prueba de agua, los cuales contenían 1,600 bloques de cocaína amarrados entre sí por una red que evitaba que se dispersaran. En el centro del cargamento había un dispositivo de señalización luminosa.

«La identificación y posterior incautación de tal cantidad de droga, una de las mayores llevadas a cabo nunca en el país, impidió que la droga pudiera ser recuperada por los delincuentes para su posterior comercialización ilegal en el país, lo que habría reportado unos beneficios muy elevados, del orden de más de 400 millones de euros al menudeo«, señala el boletín.

Catania, un antiguo puerto localizado en la costa este de Sicilia, al pie del volcán Etna, ha sido desde hace mucho tiempo un importante punto de llegada, por aire y mar, de grandes cargamentos de droga provenientes de América Latina y África del Norte, recuerda el portal Italy 24.

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Apenas en octubre pasado fueron incautados en el puerto de Catania 110 kilos de cocaína que venían desde Ecuador escondidos dentro de un contenedor con fruta tropical. Otros cargamentos han sido decomisados en el aeropuerto local de Fontanarossa. Pero también los narcotraficantes recurren al método de dejar la carga en el mar y transmitir la ubicación de ésta a sus cómplices, quienes pasan a recuperarla en motolanchas rápidas y potentes en operaciones que duran poco tiempo y con muy poco riesgo de ser descubiertos.

Desde 2021, señala Italy 24, la Dirección de Investigación Antimafia (DIA)escribió en uno de sus informes semestrales que las operaciones policiales habían permitido «evidenciar cómo la provincia del Etna (Catania) se había convertido en un centro neurálgico para la importación de la droga desde Sudamérica. La estructura criminal, bien organizada y conectada con el cártel de Sinaloa, además del tráfico de drogas, se dedicaba a realizar múltiples delitos satélites a través de un grupo activo en Italia, España y América Latina».

En años recientes, los clanes mafiosos de Catania -las familias Santapaola, Ercolano, Mazzei, La Rocca o Lamacca- han asumido un papel más importante en la Cosa Nostra, la mafia siciliana, frente al debilitamiento de los grupos criminales de Palermo, cuyo jefe, Matteo Messina, fue capturado en enero pasado tras 30 años de permanecer fugitivo de la justicia. Las familias mafiosas de Catania se han aliado con la mafia de Calabria, la ‘Ndrangheta; con la Camorra, de la región de Campania, donde se encuentra la ciudad de Nápoles, y con las organizaciones criminales albanesas. «Y al final de esta cadena delictiva también hay grupos de narcos latinoamericanos, en particular el cártel mexicano de Sinaloa», señala la inteligencia italiana.

Militares de la Guardia di Finanza recuperan paquetes de cocaína frente a Catania. Foto: Guardia di Finanza

De acuerdo con las investigaciones de la DIA, fue José Angel Rivera Zazueta, «El Flaco», quien entabló directamente contacto con la mafia de Catania, donde fue visto en 2019. Antes de regresar a México, El Flaco pasó por Roma. Envió entonces a dos emisarios guatemaltecos: Daniel Esteban Ortega Ubeda, «Tito», de 35 años de edad, y a Félix Rubén Villagrán López, de 48 años. Ellos trabajaron con otro guatemalteco, Luis Fernando Morales Hernández, «El suegro», quien se encargó de preparar en Colombia los cargamentos de cocaína que estaban destinados al aeropuerto de Catania.

Las conversaciones telefónicas entre esos tres personajes fueron interceptadas por la policía italiana. El plan de los narcotraficantes era que un avión privado saliera de la Ciudad de México e hiciera una escala en Cartagena, Colombia, para cargar 300 kilos de cocaína destinados a Catania. En el camino se tenía que abastecer de combustible en Cabo Verde, un archipiélago en la costa noroeste de África.

Después de ciertos retrasos, el jet salió a Catania con 409 kilos de la droga en octubre de 2009, pero vigilado por las policías de Italia y Colombia. Ya en Catania, la cocaína fue llevada a un almacén de las afueras. Un tal «Don Señor» fue pagado con una porción de la mercancía, mientras que el comprador fue un intermediario italiano de nombre Mauro Da Fiume, alias «Charlie» -así se llamaba su compañía de exportación e importación en Barcelona-, quien aparecía en otras investigaciones de la policía vinculado a la familia Piromalli de la ‘Ndrangheta.

Cuando Da Fiume se tenía que reunir con los emisarios del cártel de Sinaloa -Ortega y Villagrán- en febrero de 2020, la policía los detuvo. Nunca se supo para qué organización compró la cocaína Da Fiume. «Sin embargo -señala Italy 24– esos arrestos no interrumpieron el tráfico de droga desde América Latina a Catania, que es todavía considerado un punto privilegiado de  llegada para las organizaciones criminales de aquella región».


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