El 11 de marzo del año pasado la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró como pandemia mundial el brote del nuevo coronavirus. Además de muerte, la epidemia por COVID-19 ha dejado durante el último año desolación y desesperanza especialmente en un sector de la población que ha visto cómo el futuro inmediato -que normalmente es un racimo de posibilidades- se ha convertido en letargo: los jóvenes.
Un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) revela que el impacto de la pandemia en los jóvenes es sistemático, profundo y desproporcionado. Se trata de proyectos y deseos truncados; de oportunidades perdidas, y de vida y fuerza desaprovechada.
Esta es la segunda historia de esta serie que trata de eso, de sueños rotos.
En el verano de 2019 Eve y Enrique se mudaron de Canadá a México para que su hijo pudiera comenzarse a labrar una carrera profesional como futbolista. Soël Tonatiuh, un chico de 16 años de madre canadiense y padre mexicano, mostró tener talento en el terreno de juego y muy pronto se ganó la titularidad en los equipos que lo acogieron. Motivado, desarrolló una fuerte disciplina atlética y mental que, sin embargo, no pudo contra un enemigo inesperado: la pandemia de coronavirus…
El 9 de julio de 2019, justo 10 días antes de cumplir 16 años, Soël Tonatiuh García Thomas aterrizó proveniente de Montreal, Canadá, en el aeropuerto internacional de la Ciudad de México. Lo acompañaban sus padres, cuatro maletas enormes y un racimo infinito de ilusiones.
A finales de la primavera de ese año la familia completa había tomado una decisión drástica: mudarse de país durante un año para apoyar el sueño del joven de convertirse en jugador profesional de futbol.
Para ello, Eve -la madre, canadiense y asesora pedagógica de profesión- tomó un año sabático y Enrique -el padre, mexicano- renunció a su trabajo como asesor técnico dentro de una concesionaria de Nissan. La apuesta era invertir un año de sus vidas y ahorros para impulsar el camino que su hijo había elegido.
Optaron por México sobre Canadá por razones obvias: el vecino del norte no cuenta con una liga profesional de balompié y, por ende, la calidad del futbol y las posibilidades de incorporarse como profesional son infinitamente superiores en la tierra del mariachi y el tequila.
Por supuesto que además lo hicieron porque Soël Tonatiuh tenía por demás aptitudes para hacer realidad su sueño.
Sin embargo, nadie se imaginó en ese verano del 2019 que una tremenda pandemia mundial estallaría sólo unos meses después y que ello truncaría drásticamente los planes de este adolescente mexico-canadiense.
Las de Soël Tonatiuh y Sergio Mendieta pueden ser las historias de sueños rotos de cualquier adolescente en cualquier parte del mundo durante 2020.
Hace exactamente un año, el 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la propagación del nuevo coronavirus como pandemia mundial. Y si bien la epidemia vino a perturbar los aspectos de la vida de todos los seres humanos, lo hizo en especial en este sector de la población- los adolescentes y jóvenes-, cuya transición a la edad adulta es de por sí compleja y complicada sin contingencias de ningún tipo.
Un estudio impulsado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) concluye que el impacto de la pandemia en los jóvenes es sistemático, profundo y desproporcionado y especialmente duro para las mujeres jóvenes, los menores de edad y aquellos que viven en países de ingresos más bajos.
Titulado Los jóvenes y la Covid-19: efectos en los empleos, la educación, los derechos y el bienestar mental, el estudio contiene los resultados de la Encuesta mundial sobre jóvenes y la pandemia llevada a cabo por los socios de la Iniciativa Mundial sobre Empleo decente para los jóvenes de 2020, el cual revela que “la abrupta interrupción del aprendizaje y del trabajo, exacerbada por la crisis de salud, ha deteriorado la salud mental de los jóvenes”.
Más aún, según la encuesta -aplicada a más de 12 mil chicas y chicos de 112 países- “el 17 por ciento de los jóvenes probablemente sufran ansiedad y depresión”.
Tal tendencia, incluso más extrema, la confirma un sondeo realizado entre adolescentes y jóvenes de entre 13 y 29 años de diversos países de Latinoamérica y el Caribe por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) que buscó detectar el impacto en la salud mental en la juventud por la pandemia.
De los cerca de 8 mil 500 participantes, el 27 por ciento reportó sentir ansiedad y 15 por ciento depresión en los últimos 15 días. Hay más: casi la mitad, 46 por ciento, señaló tener menos motivación para realizar las actividades que normalmente disfrutaba y 43 por ciento de las jóvenes dijeron sentirse pesimistas ante el futuro frente a 31 por ciento de los varones participantes en la consulta.
La situación no varía mucho respecto a Europa. En Alemania, por ejemplo, otro estudio realizado entre personas de entre 15 y 30 años por las universidades de Hildesheim y Frankfurt reveló que 46 por ciento coincidía con la afirmación de tener miedo frente al futuro. Y no menos impactante es el resultado del denominado estudio Copsy del Centro Médico Universitario de Hamburgo-Eppendorf que reveló que dos de cada diez niños estudiados están en riesgo de sufrir problemas con su salud mental.
Para este último estudio los entrevistados fueron niños entre 7 y 17 años y las conclusiones apuntan a que los miedos y preocupaciones entre los menores aumentan y se presentan a través de síntomas depresivos y molestias psicosomáticas como dolores de cabeza y de estómago.
Se trata, sin duda, de un asunto que hay que tomar en serio.
Ya desde los cinco años de edad Soël Tonatiuh sintió el entusiasmo por el fútbol, ese deporte que también apasionó años atrás a su papá en su natal Oaxaca. Pero el gusto no llegó por influencia paterna, sino simplemente se dió. Por aquella época el matrimonio García Thomas vivía, de hecho, separado y al pequeño sencillamente le fascinaba tomar el balón. Fue entonces cuando ingresó a su primer club. Después, en un par de veranos posteriores, con 8 y once años, viajó con su papá a México para tomar durante una semana en cada caso un curso en el club Cuervos Silver Soccer de la capital mexicana.
El futbol, sin embargo, comenzó a dibujarse en la mente del chico como una posibilidad de estilo de vida años después, cuando en la secundaria comenzó a jugar en serio. El centro educativo al que acudía combinaba un programa de deportes y estudios con entrenamientos diarios no opcionales. Y lejos de cansarle, el deporte lo terminó de fascinar.
Llegó así el verano de 2019 y lo que en un principio se había planeado como unas simples vacaciones en México ligadas a un curso más de futbol, se convirtió en un nuevo proyecto de vida que involucró a la familia completa.
“Decidimos apoyarlo no sólo porque él tenía claro que quería convertirse en jugador profesional sino porque además sabíamos, porque muchos entrenadores nos lo habían dicho, que tenía las posibilidades para ello”, explica en entrevista telefónica Eve Thomas.
Tras meditarlo detenidamente y confirmar que Soël tendría un lugar en la escuela formativa del club Cuervos Silver Soccer, equipo de futbol profesional que milita en la liga DTP mexicana, también llamada Tercera División de México, la familia comenzó con los preparativos.
A más de un año de distancia, el joven mexico-canadiense recuerda divertido cómo aquel 9 de julio de 2019 tan pronto aterrizó en ciudad de México apenas tuvo tiempo para dejar sus maletas y tomar un autobús para viajar con su nuevo equipo a un torneo internacional en Acapulco.
“No conocía a nadie y tampoco hablaba español, pero a pesar de eso todo salió muy bien y pronto hice amistad con mis compañeros”, recuerda en entrevista con Underground Periodismo Internacional.
Y es que si bien su papá es mexicano, Soël nunca aprendió español. Pero eso no fue un impedimento para que este chico se concentrara al cien por ciento en su preparación y muy pronto comenzara a ver los resultados.
En un tiempo que suena a récord logró salir de la banca en la que le dijeron tendría que estar un buen rato antes de comenzar a jugar. En cuestión de un mes logró no sólo tomar parte en los partidos en el equipo de cuarta división (aún amateur) en la que estaba, sino que se convirtió en titular. Y a los tres meses, incluso, lo cambiaron al equipo Sub-20, en donde comenzó a foguearse con jugadores mucho mayores que él y en donde también logró ser titular.
Pero nada de esto fue casual. Con una clara mentalidad competitiva, disciplinada y focalizada, el joven se ejercitaba lo que ningún otro de sus compañeros: a la par del entrenamiento general que tenía lugar por las tardes, Soël hacía uno extra por las mañanas, corría, después hacía dos horas extras en el gimnasio para ganar masa muscular, tomaba una siesta, hacía clases online para terminar el cuarto de secundaria en Canadá (allá son cuatro años los que abarca ese nivel educativo) y después, con todos, entrenaba por la tarde.
“Eso me ayudó mucho porque gané mucha condición, velocidad, mejoré mi técnica y me sentía muy bien. Mis entrenadores me decían que tenía que tener más masa muscular para poder dar el brinco a la tercera división (esa sí profesional)”, explica vía telefónica en un español casi perfecto.
Y es que, además de mejorar en sus capacidades futbolísticas, también comenzó a asimilar de una forma casi natural el español. No sólo eso. Pronto comenzó a ambicionar más. Tras los días festivos de Navidad, Soël pensó que era momento de cambiar de club e intentarlo en la cantera del Cruz Azul. “Además de que es un equipo mejor, estando dentro había más posibilidades de ser profesional que en Cuervos”, explica.
Pero resultó que el equipo sub 17 del Cruz Azul, en donde de inmediato lo aceptaron, era demasiado corto para sus capacidades. “Yo había estado jugando ya con jugadores de 20 años y jugar ahora con chicos de 17 o menores lo sentía como un retroceso, aunque yo mismo tenía apenas 16 años”, dice.
Así que decidió volver a Cuervos con la buena noticia además de que le dijeron que lo registrarían en el equipo de la tercera división. El sueño de convertirse en profesional estaba a punto de cumplirse.
Pero entonces llegó la pandemia. El club tuvo que cerrar y suspender entrenamientos pues la Ciudad de México se convirtió en el epicentro de la epidemia en el país. Para no desaprovechar el tiempo, siguió el consejo de su papá que le sugirió buscar un lugar en el Club Deportivo Cruz Azul Lagunas, en Oaxaca, que también juega en la Tercera División de México.
Hasta allá se movió la familia, que para ese entonces ya llevaba poco más de seis meses en el país y veían con preocupación el desarrollo de la pandemia. Y aunque en un principio les habían dicho que en Lagunas seguían los entrenamientos, también llegó el momento en que se tuvieron que cancelar por la contingencia.
“Hubo un momento en el que me vi sin equipos y sin saber qué hacer porque aunque siempre me daban fechas para el reinicio de los entrenamientos en ambos clubes, siempre sucedía algo que hacía que eso no fuera posible”, explica.
La falta de certidumbre y la inesperada noticia de que ambos clubes no ficharían nuevos jugadores en 2020 por la imposibilidad de realizar los trámites burocráticos debido a la pandemia, fue el golpe que terminó con la paciencia de Soël, quien impotente veía cómo su sueño se diluía sin poder hacer nada.
“Hubo además cosas muy raras porque si bien en ambos clubes decían que lo querían tener, argumentaban también que era muy complicado por los trámites que implica fichar a un jugador con doble nacionalidad y que en este momento no era posible realizar. Hubo quien incluso nos sugirió que haciendo un regalo al cuerpo técnico tal vez la cosa se resolvería, pero nosotros siempre tuvimos claro que nunca pagaríamos un soborno para que nuestro hijo fuera aceptado”, explica Enrique García en entrevista.
La situación desgastó emocionalmente al joven y le produjo una enorme decepción. Sobre todo por el hecho de provenir de un país y de una cultura en donde el esfuerzo y el trabajo se ven recompensados con resultados, y en México, eso no lo pudo ver ni palpar.
Llegó el verano de 2020 y se cumplió el año que la familia García Thomas se dio como plazo para impulsar el proyecto de Soël. Él mismo tomó la decisión de volver a Montreal y comenzar sus estudios de bachillerato. Incluso planeó ya que al término comenzará a estudiar ingeniería civil.
¿Si todavía habrá un futuro con el futbol?, eso no lo sabe. Tal vez buscará una oportunidad en el Club CF Montreal, que forma parte de la Major League Soccer de Estados Unidos. Pero tiene claro que en México no porque la pandemia terminó con ese sueño.
DETRÁS DE LA HISTORIA
Cuando conocí sobre la historia de Soël me sorprendió la fuerza y determinación de los padres de hacer todo por posible por cumplir el proyecto de vida de su hijo. Más sorpresa y decepción me provocó ver las jugadas que puede jugar el destino y cómo planes tan sólidos y bien encaminados como los de esta familia no llegan a realizarse. Pero esta pandemia es así y el destino está haciendo muy malas jugadas en el destino de muchos jóvenes. De la historia de nuestro protagonista, rescato el trabajo de contención de sus padres quienes, pese a todo, lograron que la experiencia con el fútbol no quedara registrada en su hijo como un fracaso, sino como una opción que no funcionó frente al racimo de posibilidades que sólo un joven de 17 años puede tener en la vida.
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